Una paradoja envuelve a los vínculos humanos: por un lado, las tecnologías de la información y comunicación acortaron las distancias, sin embargo, nunca como ahora se había experimentado niveles significativos de soledad y aislamiento.
La telefonía, el internet, chat, facebook y demás tecnologías de conexión permiten enlazarnos con el otro con mayor facilidad, pero nunca como ahora habíamos estado tan desunidos y discapacitados para la vinculación, carentes de habilidades sociales y para la convivencia y el diálogo.
Así están las cosas. En esta sociedad nacimos. Hemos construido un mundo desbocado que exige vivir deprisa, coartando la generación de espacios físicos y emocionales para el encuentro, para la convivencia humana, para el diálogo y la reflexión que permitan simbolizar las experiencias cotidianas y darle sentido a la existencia. Y la carencia de este tipo de espacios contribuye a la alienación, a la no existencia del individuo como tal, es decir, a la deshumanización, y, en consecuencia, a la violencia.
La desvinculación de las personas y la pérdida de habilidades, actitudes y motivaciones para la convivencia, así como la deshumanización, pueden revertirse mediante la promoción, implementación y multiplicación de espacios para el encuentro humano, mediante la generación de momentos de diálogo, de esos que aún se dan en los pueblos donde las personas sacan sus sillas a la acera para sentarse en corro y platicar, simplemente platicar, y en ese acto reencontrarse y reconocerse.
De esos encuentros surge la reciprocidad donde cada uno es para el otro como él mismo, donde cada cual es medio en el proyecto del otro. Y, ¿acaso no es la reciprocidad una urgencia en un país (y en un mundo) donde el individualismo, el narcisismo exacerbado, la desvinculación y aislamiento impiden fortalecer el tejido social, enfermando y hasta aniquilando a sus miembros?
Necesitamos pues, más contacto humano y menos conexión a la red; más diálogo frente a frente y menos facebook; más colectividad y menos individualismo; más reciprocidad y menos narcisismo; más silencio y menos ruido; más espacios para el encuentro humano; menos prisa.
Manos a la obra.
Comentarios
Me encanta la tecnologia aunque regularmente comento que llego tarde a mi vida prefiero disfrutar de la compañia de las personas. gracias