Publicado por Martha Chapa el 28 de Abril de 2009 a las 11:22am
Ahora que nos encontramos en una transformación universal y modifica nuestra visión, incluyendo desde luego a México, acude puntual en mi recuerdo nuestro origen indohispano. Raíces nuevas y viejas fusionadas donde Hernán Cortés fue uno de los pilares; el otro, Doña Marina, mujer diosa, de hermosura y sabiduría alucinantes; pues lo mismo hablaba la lengua mexica que la maya, además de la de los forasteros. Tanta era su fuerza espiritual que el propio Hernán Cortés fue llamado "Señor Malinche". Mujer que abarca una dualidad fundamental, que da origen a la mexicanidad; porque, querámoslo o no, la Malinche y Hernán Cortés construyeron nuestra identidad esencial.Llegó el momento de valorar a una mujer que hemos censurado durante siglos: la Malinche. Bien vistas las cosas, fue la primera feminista del Nuevo Mundo y supo anticipar el México moderno. Anheló dar cauce a la visión de un mundo místico, mágico, cargado de presagios, bosque de espejos infinitos, como lo concibieron las culturas mesoamericanas; al mismo tiempo que aceptó en su seno la semilla de la modernidad. Sucumbió en cuerpo y alma a ese Renacimiento, de las épocas que gravitarían en el nacimiento de una nueva nación.Se cuenta que poco antes de la llegada de los españoles, un año antes de la conquista, aparecieron seres con dos cuerpos y dos cabezas. Estos personajes, que fueron llevados ante la presencia de Moctezuma, desaparecían instantáneamente cuando el monarca los contemplaba. En realidad esos hombres, evangelistas de lujo, anticiparon nuestra esencia, enraizada en una pareja: sui géneris.¿Qué significó para Doña Marina tener contacto amoroso con un dios-diablo, encarnado en un sólo hombre? Hasta los indios pensaron que Hernán Cortés era una deidad. Cuauhtémoc fue el único que no estuvo de acuerdo con aquel modo de pensar, o afirmando que era tal como ellos, también morían. Para demostrar su tesis, los mataba y exhibía sus cadáveres.En las haciendas de Coatzacoalcos, relatan los historiadores, que los caciques llevaron a los españoles un gran número de mujeres, entre ellas a la Malinche. Cortés, subyugado por su belleza y dulzura la tomó para sí. Durante un tiempo, el conquistador la despreció. Sin embargo, cuando descubrió que se entendía con Jerónimo de Aguilar, se despertaron en él grandes celos. Además como traductora era muy útil; ya que dominaba varias lenguas. De Aguilar sabemos que hablaba el maya cuando estuvo prisionero. Así son las leyendas de amor y están matizadas por las contradicciones, como la vida misma.Doña Malinche, es un personaje de verdad fascinante y majestuoso y que jugó un gran papel en la conquista, como si fuera obra de la providencia, de la casualidad, de la realidad, de la fantasía, del azar o quizá de todos estos elementos conjugados. La historia guarda parecido con la de aquella india piel roja que se enamoró del capitán inglés Smith, a quien ayudó en la conquista de su pueblo.Cortés es otro mito; alrededor de él se han forjado muchas fábulas. Algunas corresponden a la verdad, otras quizá no. Sin embargo, siempre subsistirá el misterio que suele acompañar a los personajes legendarios. Se dice que llegó a amar entrañablemente a la Malinche, su gran pasión. Sentimiento similar que experimentaron muchos de los españoles que llegaron; pues muchos de ellos en verdad se encariñaron de sus mujeres indias; hecho natural, pues la convivencia crea lazos firmes, más allá de sus esposas españolas. Además, al casarse con ellas, aunque no lo aceptaran así, salían ennoblecidos, porque se trataba de soberanas, princesas. Hasta en una leyenda se afirma que a Pizarro al unirse con una india, le cambió el color de su sangre.Algunos de los conquistadores que vinieron no tenían apellido, razón por la que los tomaban del pueblo de donde habían nacido. Cortés, en cambio, sí perteneció por herencia familiar, a la aristocracia de Medellín.Vivió con la Malinche hasta que un buen día, o quizá no tan bueno, llegó la señora Maralda —su segunda esposa, blanca—, a quien se dice mató una noche en Coyoacán; poseído por una furia incontrolable, la ahorcó después de una borrachera. Tal vez la española no logró satisfacerlo como la india; necesitaba una mujer con dos cuerpos y dos cabezas.Más tarde la Malinche tuvo amores con Jaramillo; se la cedió Cortés como si traspasara una pertenencia. Contradicciones de la existencia, dualidad eterna amor—odio: donde los seres humanos somos inextricables. Me pregunto, ¿Qué significó en la vida de esa mujer haber amado a un dios-diablo encarnado en un solo hombre? Pudo ser la máxima aventura de su alma; el gran acontecimiento de su cuerpo. En algunos momentos Cortés intentó ser honesto con sus sentimientos hacia la Malinche; la convirtió en su mujer y tuvo con ella un hijo —Martín—, el primer mexicano, quien por cierto se levantó en armas contra el Imperio; anhelaba la independencia. ¿Por qué a veces existen estos trágicos destinos entre hijos y padres?La vida de la Malinche fue un conjunto de aventuras insólitas, envueltas en el misterio y el poder: de mujer esclava, consejera, catequista, espía, amante, señora de indios, defensora de los suyos. La Malinche, sin duda una mujer inteligente, que supo conquistar; la verdadera conquista: de conquistar a su conquistador.Una diosa que a su vez amó a un dios-diablo, ese hombre con dos cuerpos y dos cabezas.Martha Chapa
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Gracias, nuevamente con nuestra historia, podemos comprender, por que amamos apersonas equivocadas.no podemos traicionar nuestros orígenes. Sin embargo si esta situación no me gusta, la puedo modificar.
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