Para Jorge mi hermano,con todo mi amor.
La vida continúa.
La vida como ese gran camino de tiempo donde los seres humanos no somos conscientes de su principio o de su final.
La vida como esa maravillosa expresión de la naturaleza, la máxima, la de la creación, donde las mujeres tenemos el privilegio de participar y nuestro embarazo se vuelve una especie de cuna o capullo, donde el cuerpo cambia, el vientre crece, las nauseas aumentan, nos duelen los pechos y las caderas se expanden.
Eso fue para mí la maternidad, una oportunidad para disfrutar de una cuna perfecta en mi vientre redondo donde mi hijo crecía, dormía y se arrullaba con mis pasos.
Con mis caderas en su lugar y mi vientre expandiéndose cada mes, me sentía pese a mis circunstancias una joven madre muy feliz.
Es verdad, las embarazadas tenemos algún brillo en nuestra cara, en nuestra mirada, todo nuestro cuerpo parece ir diciendo a su paso que está gestando. El nuevo ser se encarga de avisar al mundo, que estará bajo el mismo cielo y respirará del mismo aire.
Mi embarazo me dio la oportunidad de ser una mujer más bella físicamente y de formar un lazo de unión entre mi familia, principalmente con mis padres y mi hermano.
Eso fue lo que me dejó mi maternidad sin una pareja, la capacidad de relacionarme con los míos bajo otras circunstancias.
Recuerdo esa tarde cuando me dispuse a llegar a la casa de mis padres y dar la noticia. Llegué de trabajar y me acerqué a mi madre, sabía que con ella aparecería el efecto dómino, ella se encargaría de avisar a mi padre y así me evitaría ese momento.
Entonces llegué con ella esa tarde de marzo del 98, me recargué y le dije que esperaba un bebé.
La noticia tan fría, tan breve y tan certera apenas dio tiempo a mi madre para articular su pregunta, que siendo ella como yo la conozco, hoy veo toda su originalidad. Mi madre no se volcó en preguntas automáticas, no me preguntó quién era el padre o si pensaba yo en casarme; ella solo respondió a mi mensaje con otra pregunta mucho más certera para mí, ¿quién lo va a mantener?
Y llovieron además de las lágrimas, las preguntas entre ella y yo, ¿Quién te lo va a cuidar? Yo no puedo, yo trabajo.
Entendía que para ella, el que yo vivera en su casa, la noticia podía suponerle más trabajo o más gastos económicos. Sus preguntas me hicieron reconocer que ser madre era no solo una decisión emotiva, traía implícita una responsabilidad que tomaba de por vida.
Mi madre tenía que ser muy práctica para entender que un bebé necesita comida, pañales, educación.
Con cada pregunta pude haber llorado desconsolada, argumentando que el padre biológico se ausentó, y responder entonces como una víctima; pero gracias a esa claridad en las preguntas de mi madre, el momento me llevó a responder y reconocer, que había otras cosa que tenían prioridad en mi nueva vida, no el amor ausente de la pareja, sino la estabilidad económica que en ese momento resultaba tan necesaria.
No fue lo mismo con mi padre, él no hizo pregunta alguna; solo recuerdo que se subió al carro al siguiente día de que mi madre le comunicara y me reprochó durante todo el trayecto mi forma de ser, siempre tan contraria, siempre tan rebelde.
Entonces supe y entendí, que las responsabilidades que el padre del bebé no acepta, son adoptadas por la familia de la madre o de aquellos que deciden cuidarla.
Yo busqué techo y protección, no tenía más cabeza que para pensar en cuidar mi salud, en comenzar con las rutinas médicas y preocuparme por que mi bebé estuviera desarrollándose adecuadamente.
Pensar en buscar un espacio, en mi comodidad porque mis padres no estuvieran en total acuerdo conmigo, no estaba en mis planes. La carga emocional era ya bastante, como para pensar en un nuevo hogar con todos los aditamentos, una estufa, una cama, un refrigerador; además, necesitaba del cuidado y la compañía.
A mi alcance solamente estaba pagar las consultas del ginecólogo, los ultrasonidos, los estudios de sangre, comprarme la ropa adecuada, los alimentos adecuados; y me refugié como muchas veces lo he hecho a lo largo de mi vida, me refugié en el regazo de mis padres. En su casa, en su fuerza, en su tenacidad para trabajar y salir adelante.
Y entonces llego mi hermano al siguiente día, muy segura de que mi madre le había contado que sucedía conmigo. Jorge entró a la casa, se quedó en el filo de la puerta y al verme sentada extendió los brazos, fue la única persona que hasta ese momento me tomaba de las manos para demostrarme su cariño, abrazarme, protegerme y cuidarme.
Tengo esa imagen tan clara, que mi corazón se derrite y mis ojos tiemblan cuando la recuerdo.
Sus brazos se extendieron desde la puerta para que yo me levantara, él no se movió para que yo fuera a donde él estaba, me levanté y así fue, no tuve que decirle nada, pues él ya lo sabía. Nos abrazamos fuerte y sus palabras tan claras como ese día, fueron: “cuentas conmigo, cuentas conmigo para todo”.
Y hasta hoy así ha sido.
Me atrevo a suponer que cualquier mujer puede reconocer esos lazos que no se rompen, esos lazos absolutos.
Abracé entonces a mi hermano, no recuerdo si lloramos, pero él fue la última persona a la que yo avisé que sería madre, todos los demás, se daban por enterados al ver mi vientre crecer.
Con el desconcierto de mi madre, el enojo de mi padre y ese abrazo inolvidable con mi hermano, mi responsabilidad de avisar a mi familia estaba concluida.
Mi hijo Sebastián era bienvenido entre nosotros.
Nos leemos en la siguiente.
Diana Rodríguez.
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Comentarios
Angeles Villena muchas gracias por tus palabras, pero sobre todo por el tiempo que regalaste al leer este relato donde comparto mi experiencia, desde Tijuana tambien recibe un abrazo con mucho afecto.
Hola Diana; sabes? Yo también fuí mamá soltera y hoy mi nena tiene 21 años; mi hermano Sergio,quien fué muy solidario desde un principio hoy es el tío adorado de mi hija e incluso élla le dá el lugar de un padre...te entiendo perfectamente..y sábes una cosa? Estos hijos q llegaron inesperadamente, si sabemos educarlos,llegan a ser excelentes muchachos,un verdadero orgullo para nosotras; te felicito nuevamente; sin duda tu hijo premiará con creces tus sabias decisiones; un saludo y un abrazo desde Puebla
Graciela muchas gracias, este fue el principio de mi historia, mi hijo ahora es un adolescente y la relacion con mi padre y mi hermano es mas solida, los hijos son una nueva oportunidad para toda la familia de enmendar y fortalecernos. Un abrazo con afecto. Diana Rodriguez.
Hola Diana me gusto tu historia, sabes yo tengo una hija adolecente la cual esta pasando mas o menor por tu caso pero sabes yo soy madre divorciada y aunque cuando mi hija me dijo que iba hacer abuela me sorprendió, en ese momento quise abrazarla y besarla pero si es difícil para una madre entender que debería ser fuerte con ella, por que como dice tu historia, hay que pensar en muchas cosas por ejemplo lo económico, pero sabes lo mas hermoso y bello es saber que cuentas con tu familia y en el caso tuyo cuentas con tu bello hermano ya veras que con el tiempo también tus papas valoraran lo hermoso que es tener un bb en sus brazos, yo solo le pido a Dios que me permita disfrutar junto con mi hija a su bb y solo me resta desearte mucha felicitad.
Dora Alicia Luna muchas gracias por tus bellas palabras, un abrazo con mucho afecto. Diana Rodriguez.
bendecida sea toda tu familia, sencillamente maravilloso saludos
Luz del Carmen y Aida Ledesma muchas gracias por sus emotivas palabras y por sus palabras que me contagian, reciban un fuerte abrazo desde Tijuana México. Diana Rodriguez.
Que palabras tan bellas!!! me recordó a lo que a vivi en casa y efectivamente de mis tres hermanos; el que me sigue fue quién junto a su esposa me apoyaron sin preguntar, juzgar, cuestionar... ;)
Ufff, Diana Gracias por compartir esto, para mi es muy importante porque yo elegí tener a mis hijos en pareja, busque mucho, y Dios me dio primero la bendición de encontrar un buen padre y después dos hijos. Así que no me imagino como ha de ser ese momento tan díficil de una madre soltera cuando lo enfrenta a la familia, digo que es importante porque tengo una hija adolecente, y sé que no está exenta de ser madre soltera, y con lo que acabo de leer me pongo en el lugar de tu madre y me pregunto ¿cuál irá a ser mi reacción y la de mi esposo?, lo que sí se es que tendrá todo nuestro amor y apoyo ante esa circunstancia, y sé que su hermano tomará la misma actitud que tu hermano, nuevamente gracias por compartir.
Aída ledesma, Edo de Méx.
Angeles Villena muchas gracias por tus bellas palabras, las compartiré con mi hermano. Un abrazo con afecto desde Tijuana. Diana Rodriguez.