Martha Chapa
La cultura no sólo es remanso de sosiego en épocas difíciles. Es, además, un antídoto eficaz contra la violencia.
En los días que corren lo comprobamos gozosamente una vez más. En medio de la violencia, la cultura resurge y libera.
Me refiero al reconocimiento a dos grandes escritores mexicanos: Vicente Leñero y José Agustín, y conste que los cito por orden de aparición en este mundo, pues el primero nació en Guadalajara en 1933, mientras José Agustín vio la luz por primera vez en Acapulco, en 1944. Ambos acaban de recibir la Medalla Bellas Artes, máxima presea que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes a nuestros artistas y creadores.
Se trata de dos trayectorias que brillan en nuestras letras contemporáneas y han enriquecido sustancialmente la cultura nacional.
También, dos estilos muy diferentes, cada uno con su espléndida obra, que, por cierto, se despliega en uno y otro caso lo mismo en la narrativa y la dramaturgia que en el guionismo cinematográfico y el periodismo cultural.
Por sólo mencionar algunas de sus creaciones, bastaría recordar que Vicente Leñero nos ha heredado su libro supremo, que es Los albañiles (1963), donde irrumpió con innovaciones literarias y que a su vez abrió cauces a diversos escritores jóvenes. Desde luego, su obra es vasta y versátil, como lo demuestran otros de sus libros, que van desde una interpretación periodístico-literaria del homicidio del matrimonio Flores Muñoz en los años setenta, en Asesinato (1985), hasta su crónica de los hechos que se registraron en el golpe contra el diario Excélsior –y que él vivió desde dentro, como integrante del equipo más cercano a Julio Scherer– durante la presidencia de Luis Echeverría, en Los periodistas (1978). En otro plano, ha aportado también guiones de exitosas películas, como El callejón de los milagros y El crimen el padre Amaro.
Por su parte, José Agustín nos reveló en sus novelas La tumba (1964) y De perfil (1966), escritas cuando era muy joven, el lenguaje urbano y el mundo de los jóvenes de los años sesenta. De igual forma, este laureado autor posee una amplia visión social, como se comprueba por su experiencia en la cárcel, volcada su obra teatral Círculo vicioso (estrenada en 1974), o en ese delirante viaje por Acapulco, narrado en su novela Se está haciendo tarde (final en la laguna) (1973).
En la ceremonia de entrega de la Medalla Bellas Artes, el escritor Ignacio Solares recordó que ambos autores coincidieron hace más de cuatro décadas en la revista Claudia. Sobre esa experiencia, Leñero señaló: “Me sorprendió la precocidad de José Agustín. Creo que su novela De perfil […] cambió el rumbo de la literatura, porque escribía de la adolescencia desde la adolescencia misma. No como un recuerdo, sino lo que se estaba viviendo en ese momento”. Señaló también que los integrantes de la generación de la Onda son una lección de literatura. “Con ellos aprendí lo que es la frescura, la desfachatez para escribir. Había cierto descaro, un impulso creativo que refresca. No eran novelas de chispazo genial, sino que además tenían rigor y calidad”.
A su vez, José Agustín dijo sobre Leñero: “Cuando yo tenía 18 años empecé a leerlo y descubrí que la literatura tenía puertas en todas direcciones y que prácticamente eran infinitas” y agregó que el escritor, dramaturgo y periodista ha convertido a la literatura en una experiencia fascinante, “una de las emociones más grandes del mundo, que me ha dado vivencias y algo de sabiduría”.
En síntesis, la decisión de otorgar esta presea a dos baluartes de las letras mexicanas es muy afortunada y una señal refrescante y esperanzadora de que la cultura representa ese luminoso presente que abona pródigamente el futuro.
Por eso, considero que esta es una buena ocasión para convocar a que cambiemos ya, y ampliemos los buenos cauces de la cultura para cohesionar a nuestras comunidades y privilegiar los valores cívicos y humanos que les identifican positivamente.
http://www.marthachapa.net/enlachachapa@prodigy.net.mxTwitter: @martha_chapaFacebook: Martha Chapa Benavides
Comentarios
ENORME, QUERIDA MAESTRAZA! QUÉ MARAVILLOSO ARTÍCULO. UN MILLÓN DE GRACIAS! *GENA.