Siempre me causa una enorme emoción conocer logros de mujeres que nos antecedieron y lucharon por obtener un sitio destacado en su ámbito personal o profesional.
Me encanta, por ejemplo, enterarme de quién fue la primera abogada o médica que egresó de mi alma máter, la Universidad Nacional Autónoma de México, o bien conocer detalles sobre la vida de aquellas mujeres que sentaron algún precedente lo mismo en el deporte que en la política o en el campo educativo.
Incluso, me gusta recorrer paso a paso los hechos de nuestra historia y profundizar en la participación de las mujeres en diversos episodios, bien sea de la gesta de nuestra independencia nacional, la Revolución o, en general, de las etapas clave de la historia patria.
Pero también me entusiasma acercarme a las historias de vida de las mujeres que hoy en día están siendo un ejemplo de capacidad, esfuerzo, éxito y superación. Por eso quiero hacer referencia a una muy ameritada mexicana de nuestros días: Silvia Torres Castilleja de Peimbert.
Se trata de la primera mujer nacida en México que obtuvo el doctorado en Astronomía –a los 24 años, por la Universidad de Berkeley– y la primera mexicana que estará al frente de la Unión Astronómica Internacional, cargo que asumirá en este mes de agosto.
Una gran astrónoma que acumula esas “primeras veces” que tanto la enaltecen y se repiten a lo largo de su brillante trayectoria en la ciencia, a la que se suman los múltiples reconocimientos que se le han otorgado dentro y fuera de nuestro país. Entre ellos, la medalla Guillaume Bude del College de France en 1974, la Medalla Académica de la Sociedad Mexicana de Física en 1983, el Premio Universidad Nacional Autónoma de México en el Área de Ciencias Exactas en 1996, el Premio Nacional de Ciencias en 2007, el premio Heberto Castillo del gobierno del Distrito Federal en 2007, así como el Premio L’Oreal-Unesco La Mujer y la Ciencia en 2011. En 2012 obtuvo, junto con su esposo, el científico Manuel Peimbert Sierra, el Premio Hans A. Bethe de la American Physical Society.
Silvia se ha dedicado, además, a la generosa tarea de abrir espacios de divulgación a los trabajos que desarrollan otras mujeres y hombres de ciencia a través de la Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, que editó a lo largo de veinte años.
Si nos asomamos a su vida personal, tenemos que reconocer su esmero y perseverancia para formar una familia junto con el doctor Manuel Peimbert, otro laureado astrónomo mexicano. Sus dos hijos también se han inclinado hacia la ciencia, uno en el campo de la astronomía, y otra en la bioquímica.
Pero regresemos a su dimensión profesional para destacar que Silvia será la segunda mujer que presidirá la Unión Astronómica Internacional –la primera fue la francesa Catherine Cesarsky–, un organismo casi centenario donde 84% de sus 11 000 agremiados son hombres. Aunque la Unión no reúne a todos los astrónomos del planeta, sí es la autoridad internacional en la materia. Está a cargo de coordinar las distintas organizaciones astronómicas en el mundo y, entre otras cosas, de acordar una serie de nomenclaturas para que todos los científicos hablen el mismo idioma, con las mismas unidades y criterios; también se ocupa de definir los nombres de los planetas y demás cuerpos celestes.
La de Silvia Torres-Peimbert –como se le suele llamar tanto en México como en el extranjero– es una biografía excepcional, que muestra que las mujeres pueden acceder a sitios de primera línea en cualquier actividad, a la vez que apunta a la necesidad de contar con más científicas en nuestro país. Revela, asimismo, la urgencia de fortalecer nuestras instituciones de educación superior, alentar la investigación e invertir en mayor grado en el desarrollo científico y tecnológico, que debe considerarse una de las grandes prioridades nacionales.
La vida de esta mujer nacida en la colonia Doctores de la ciudad de México en 1940 es una muestra de voluntad y compromiso que habla bien de nosotras y echa por los suelos cualquier descalificación misógina y machista. A la vez, demuestra que la mejor manera de superar cualquier obstáculo es el trabajo esforzado, la dedicación perseverante y la disciplina inquebrantables, al puro estilo de Silvia Torres-Peimbert, mujerona que porta triunfalmente su apellido junto al de su prestigiado esposo, sin merma alguna de su valor como mujer y como científica.
Facebook: Martha Chapa Benavides
Twitter: @martha_chapa
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