“La vida quiso que fuera desgraciado, pero no me dejé” decía el filósofo y pensador mexicano Jorge Ibargüengoitia, y es que en la vida, hay que saber elegir.
Han pasado ya las lluvias que nos dejaron los primeros días del mes de abril. El cielo se abre azul y da la oportunidad de mirar más arriba. La primavera se vive en toda su expresión, los calores arrecian en distintas zonas de nuestro país, han florecido algunos frutos y todavía viene lo mejor: el verano.
Nadie elegimos en donde y como nacer. Pero la forma en la que vivimos, los temas a los que le damos prioridad, las cosas a las que nos dedicamos y la forma en la que interpretamos los acontecimientos que nos suceden; eso, si es una elección.
Podemos elegir observar los defectos de todas las personas que nos rodean, criticarlos, regodearnos en el sufrimiento ajeno, en el fracaso, en la miseria, o en la pobreza o elegir ver las cualidades y las oportunidades que se tienen. Los hechos son los mismos, todo depende del cristal con que se mire. A fin de cuentas, felicidad es una decisión.
Cuando una persona tienen cariño a su alrededor, todas las demás cosas pasan a un segundo nivel, si hay afecto, todo lo demás se alinea su favor. “En nueve de cada diez casos, el afecto es la causa de toda felicidad sólida y duradera”. C. S. Lewis
Uno puede llegar falsamente a pensar que únicamente cuando tienes todos los elementos económicos completamente cubiertos y solventados entonces es el momento de disfrutar, y digo falsamente, porque nadie tenemos la vida planificada, ni comprada, hay ocasiones en las que habiendo dinero, no hay amor, pero por lo general, si hay amor, el dinero viene a aderezar lo que se tiene.
Hay quienes han logrado construir grandes emporios y sin embargo, no logran llenar el hueco emocional, ni con cosas materiales, ni con distintas parejas, ni con regalos, ni viajes; porque lo que necesitan: es AFECTO. Sobretodo el tipo de afecto que es incondicional, ese que se da y se recibe con placer, sin restricciones, el que es puro y auténtico como el de los padres a los hijos por ejemplo.
Y es que las cualidades del afecto son extraordinarias porque no toma en cuenta ni las barreras económicas, ni sociales, ni se enfoca en el sexo, ni en la inteligencia, de quienes lo dan o lo reciben. Por eso se puede dar entre las personas libremente de cualquier nivel socioeconómico, raza o lugar. No hay distinciones al respecto.
La sustancia del afecto es simple, se basa en la autenticidad, en la cordialidad, en el apoyo, en la solidaridad, en la alegría, y no requiere de grandes dotes de intelectualismo, ni de sabiduría, es sencillo y sincero, fácil de conseguir y de dar cuando hay voluntad y reciprocidad.
Quien cultiva el afecto, lo tiene todo.
El afecto verdadero, es el impulso de vida que se requiere para seguir adelante.
Escucha LÚA. Impuso Vital.
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Erika Araujo
Cineasta y filósofa.
Comentarios
yo estoy segura que asi es..... pero no todos saben distinguir un afecto sincero....y es tan dificil las relaciones humanas que es sorprenderse como esta dañada la gente y no se abre a una relaciòn simplemente sin interès alguno... hay la desconfianza , y el temor de ser utilizados y que los defrauden por el abuso de confianza, en la perdida de los principios se pierde la capacidad de tener o generar o un afecto, aunque lo damos, pero que ocurre? que no hay reciprocidad, la gente se cierra e interpreta este gesto tan maravilloso de otra manera que se pierde la oportunidad de generar una bella relaciòn..... anteponen que van a sacar de provecho y es lamentable, sinceramente, porque no deberia ser. tan bonito que es y era, el decir "fijate que conoci a tal persona, y se dedica a y estuvimos platicando muy bonito y nada mas, simplemente ".
MUY CIERTO, AVECES NOS CENTRAMOS TANTO EN CONSEGUIR NUESTRAS METAS NOS DESCUIDAMOS DEL VERDADERO FIN, YO LO APRENDI, DE UN MANERA MUY DOLOROSA, PERO AHORA DISFRUTO DE MI VIDA LO MAS QUE PUEDO QUERIENDO A TODOS LOS QUE TENGO A MI ALCANCE Y DESMOSTRANDOLES TODO MI AFECTO