Por Concepción Zurita C.
Cuando una mujer no ha madurado es posible que todo lo viera como una niña chiquita, que la tienen que guiar, que todos tienen que atenderla, que alguien la tiene que llevar de la mano y decirle por donde tiene que ir, y que hacer, que pensar, que está bien y que no, etc.
En pocas palabras es una “niña pequeña” que no terminó de entender que ella también puede y además debe tomar sus propias decisiones y riesgos, es lo común y lo normal, para alguien que eventualmente se ha dado cuenta que puede elegir su propia forma de ser, conociéndose, e ir madurando o convertir sus experiencias en algo que le deje un aprendizaje de sí misma, en ese bien que se reconoce y en ese mal que juzga y no acepta, al final estamos aprendiendo o re-aprendiendo a ser…
Un día tenemos que aceptar que estamos haciendo lo mejor para nosotras, que podemos elegir entre mucho lo mejor, lo que nos llene, nos complete…
Para que en esa complitud solo nos alineemos al bien común…
Somos seres de un gran misterio, que nunca acabaremos de conocernos, porque seguimos descubriendo nuestras capacidades, a veces nos detenemos por el miedo a lo desconocido a lo que no encaja con nuestras creencias y muchas de ellas impuestas, pero lo que sí, es que no nos detengan las actitudes infantiles y de dependencia en nuestra evolución…
¡¡Madurar!!
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