LO SIMILAR ATRAE A LO SIMILAR

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Si trabajas en una gran corporación y manejas la observación, pronto te darás cuenta de que las personas nos movemos en “manadas” que se configuran con base en nuestros mapas emocionales. A veces solemos recurrir a frases tales como «esta persona tiene los mismos gustos que yo», «me siento cómodo en compañía de esta persona», etc.

 

Veamos lo que nos dice el Dr. David R. Hawkins para tratar de encontrarle significado a esta ley de la conciencia:

 

Lo doloroso no son los pensamientos o los hechos, sino los sentimientos que los acompañan. Los pensamientos      por sí solos no son dolorosos, ¡pero sí los sentimientos subyacentes!

 

Es la presión acumulada de las emociones lo que provoca los pensamientos. Una emoción puede crear, literalmente, miles de pensamientos a lo largo del tiempo. Por ejemplo, un recuerdo doloroso de los primeros años de vida, una pena terrible que se ha ocultado. Durante muchos años, diversos pensamientos se van asociando a ese simple suceso. Si pudiéramos entregar la sensación de dolor subyacente, todos esos pensamientos desaparecerían al instante y olvidaríamos el suceso.

Esta observación de Hawkins está alineada con la teoría científica de Gray y LaViolette. Su investigación demostró que el tono de los sentimientos organiza los pensamientos y la memoria. Los pensamientos son archivados en el banco de la memoria de acuerdo con los diferentes matices de los sentimientos asociados a ellos. Por lo tanto, cuando soltamos un sentimiento, nos liberamos de todos los pensamientos asociados.

 

Por ello, lo que organiza esas “manadas” de las que hablábamos más arriba, no son las formas de pensar en sí de los miembros de la manada, sino los mapas emocionales de esas personas. Es evidente que hay una relación entre pensamientos y sentimientos, pero son estos últimos los que atraen y conectan a las personas. Realmente NOS ENAMORAMOS DE FORMAS DE SER  y las formas de ser están más conectadas a los sentimientos que a los pensamientos.

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A continuación, expongo un interesante fenómeno de comportamiento humano que echa por tierra el supuesto bastante extendido de que “los opuestos se atraen”.

Se trata del “efecto de atracción por lo similar” que, en términos generales, consiste en que como individuos tendemos a asociarnos con quienes son parecidos a nosotros y no, como reza el cliché, a los que se nos oponen diametralmente, sin importar el entorno cultural en que se formaron.

La ciencia confirma la atracción por lo similar

En un estudio realizado por Paul Ingram y Michael Morris, psicólogos de la Universidad de Columbia, se reunió a un grupo de personas pertenecientes al ámbito financiero y de negocios, pidiéndoles que establecieran contacto con nuevas personas, haciendo hincapié en la necesidad de ampliar sus contactos sociales y conocer tantas personas como fuera posible. Los científicos monitorearon su actividad dándoles tarjetas con sus nombres en las que instalaron dispositivos para escuchar sus conversaciones.

Sorpresivamente –o no–, los psicólogos encontraron que las personas tendían a interactuar con sus iguales: los inversores con los inversores, publicistas con publicistas, economistas con economistas, etc., buscando a aquellos que compartieran experiencias y conocimientos similares, con lo cual, “LA PEQUEÑEZ DE SU MUNDO SOCIAL SE REFUERZA”. Pero esto no es exclusivo de este tipo de eventos, más bien parece formar parte inherente de la manera en que nos insertamos en nuestra realidad social inmediata.

En otra investigación, esta vez realizada por psicólogos de la Universidad de Kansas, se quiso probar si la diversidad cultural nos mueve a revertir dicha tendencia, abriendo la posibilidad de establecer lazos con personas visiblemente distintas.

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En el estudio, los investigadores registraron las relaciones de los estudiantes de la mencionada universidad, cuya población rondaba los 25,000 miembros, todos nativos de distintos Estados de América, comparando después los datos con otros obtenidos de cuatro instituciones locales, situadas en las zonas rurales de Kansas (con un promedio de 525 estudiantes como población). Asimismo, realizaron pequeños sondeos a parejas que frecuentaban lugares públicos de las escuelas, preguntándoles señas generales como su edad, su grupo étnico, ideología política y su opinión sobre temas específicos, como por ejemplo el uso de anticonceptivos. Con las respuestas dadas los especialistas se hacían una idea de la personalidad de los encuestados.

Y los resultados en este caso también fueron interesantes, pues parece ser que encontrarse en un entorno diverso no favorece la interacción social y, por el contrario, incrementa el “EFECTO DE ATRACCIÓN POR LO SIMILAR”. En vez de ensayar las posibilidades sociales que un vasto campus ofrece, los estudiantes buscaban el cobijo de las creencias, actitudes y costumbres afines.

Se puede decir que nuestros instintos sociales heredados de miles de generaciones nos llevan en una dirección equivocada, de modo que terminamos atrapados en una BURBUJA DE HOMOGENEIDAD.

Feliz Camino !!

 

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