Tal vez una de las libertades menos conocidas y apreciadas, en consecuencia, es aquella que los expertos llaman libertad emocional.
Traducir al lenguaje llano este concepto parte de la premisa de ser fiel a nuestra forma de ser, de pensar, de sentir y experimentar las vivencias cotidianas. Ser capaz de enfrentar al mundo y sus condiciones sin sentenciar, juzgar sólo como método de evaluación en relación a lo que somos.
En su representación cotidiana se trata de distanciarse de la enajenación y de ser absorbidos ya sea por obligaciones asumidas o por otras personas y otros tiempos.
Tener perfectamente diferenciadas las responsabilidades y obligaciones de las imposiciones dándonos siempre el tiempo para llenarnos emocionalmente, tener en cuenta que lo esencial es quererte a ti mismo.
Vivir al día, tu aquí y ahora pasa por la experiencia de satisfacer a plenitud tu condición de ser humano. La búsqueda del placer, sana, se distancia de ese concepto llamado hedonismo donde el placer es el fin, diferente a que sea un medio para crecer, desarrollarse y aportar emociones que hagan más entretenido y divertido el viaje por la vida.
Tenemos la obligación de imaginar y generar alternativas para el goce y el disfrute de nuestro tiempo, para reconstruirnos y edificarnos día con día.
En este tránsito nada caerá del cielo o será de generación espontanea, lejos de ello nuestras inquietudes y búsquedas son parte vital. Precisamos estar alerta ante todo eso que la vida nos ofrece, perderle miedo al miedo, suprimir de nuestro bagaje de limitantes la tendencia para arriesgarnos muy poco y tener la plena seguridad de nosotros mismos.
En la mayoría de las circunstancias el miedo a intentar está totalmente vinculado a salir de nuestra zona de confort; en ningún momento pretendo aconsejarte tomar todas y cada una de las alternativas que cruzan por tu camino, tú eres tu mejor consejero y sabes cuando la ocasión vale la pena.
Naturalmente se nos da en largos períodos a los seres humanos la racionalización de las emociones; tratar de explicar y comprender sólo inhibe y distorsiona la capacidad de ser feliz.
Ubicar en su espacio adecuado las situaciones, balancear emoción y pensamiento; distinguir lo valioso es un arte que comienza por saberte escuchar a ti mismo.
La vida es mucho más sencilla de lo que imaginamos, racionalizamos y nos asusta. La sed sólo se sacia bebiendo, el sueño durmiendo y el hambre comiendo.
Ten sed y hambre de felicidad, la que sueñas, la que puedes construir y deja durmiendo miedos y trabas que obstaculizan tu facultad por experimentar.
Todos estos son los fundamentos de tu libertad emocional, el torrente de emociones y sensaciones que surgen desde tu interior y que se ve bloqueado por factores ajenos a ti, por los de otros, por esos a quienes en algún momento les diste tu varita mágica, por los eternos saboteadores.
Si tu yo observante es capaz de delimitar tus creencias limitantes y aquello que te han impuesto en una escala de valores; si eres capaz de domar a ese “juez de horca y cuchillo” que sólo sentencia lo del otro, sin autocrítica alguna, tendrás la ocasión de gozar del camino, de saberte merecedor de todo lo que deseas y sobre todo de la felicidad que a la libertad acompaña.
Participa con tus comentarios, nos enriquece.
Comentarios
Gracias siempre me acompañas con los temas que necesito escuchar, que me sostienen y me ayudan, eres mi maestra. Gracias nuevamente por compartir.
Que complicado es el manejo de las emociones, es precisamente estar en el presente sin perder de vista como estamos, que sentimos y con quien estamos para dominar las emociones que traemos ahí justo para saltar. Gracias me encantan estos temas