Publicado por Martha Chapa el 16 de Mayo de 2011 a las 9:24am
Ernesto Sábato, el notable y casi centenario escritor argentino, deja en este mundo múltiples y conmovedores recuerdos y lecciones de vida.La suya fue una trayectoria de incuestionables méritos humanos, literarios y políticos marcados por la humildad, la congruencia, la lucidez y el valor civil.Con dignidad y congruencia pensó y vivió quien en su juventud estudió Física y Filosofía en la Universidad de La Plata e incluso trabajó en el Laboratorio Curie, en París, antes de abandonar en definitiva la ciencia en 1945 para dedicarse exclusivamente a la literatura.Fue un personaje al cual no le interesó agruparse en alguna mafia literaria o dentro de la maquinaria intelectual partidista. Por ello, son todavía más meritorios los reconocimientos que obtuvo a lo largo de su vida, como el prestigiado Premio Cervantes, que le fue otorgado en 1984 por el conjunto de su obra.Para abarcar su dimensión literaria basta con decir que Sábato es considerado uno de los cuatro grandes escritores argentinos del siglo XX, junto a Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Adolfo Bioy Casares.Con o sin fama, Sábato jamás dejó de ser crítico y fiel consigo mismo, con sus verdades, lo cual le valió exclusiones o el desdén de diversos círculos de la vida cultural latinoamericana que con seguridad retrasaron el reconocimiento de su obra, aunque a fin de cuentas tales egoísmos no tuvieron peso, pues hoy en día Sábato es un valor incuestionable de la literatura latinoamericana.Cuentan las anécdotas que en sus inicios como escritor visitó infructuosamente una serie de empresas editoriales, que rechazaron una y otra vez sus libros, como ocurrió con su novela El túnel (1948), de intenso acento existencial, que a la postre habría de llevarlo a la fama.Sin concesiones, abordó en sus obras estas realidades que conjuntan una mirada vasta y profunda, no desprovista de desencanto y escepticismo. Ahí están sus otras novelas memorables: Sobre héroes y tumbas (1961) y Abbadón el exterminador (1974).Se dolió también del ser humano de nuestros días, al que percibía egoísta, distante e indiferente, falto de compromiso individual y social en la construcción de un mundo mejor.El diario argentino La Nación lo describió así: “Lejos del racionalismo científico, en sus años de formación abrevó en el marxismo, el humanismo y la filosofía existencialista para desarrollar una obra dura, por momentos pesimista, sin concesiones en el buceo del alma humana, que no niega, sin embargo, la posibilidad de redención”.En cuanto a su actividad política, no debemos omitir su trascendente participación al frente de la Comisión Nacional de la Desaparición de Personas, que dio origen al documento llamado Nunca más, mejor conocido como el Informe Sábato, que documentó la existencia de 340 centros de detención ilegal y tortura, así como la desaparición de casi nueve mil argentinos durante la dictadura militar que sojuzgó a Argentina en la segunda mitad de los años setenta y principios de los ochenta. Dicha comisión fue fundamental para el juicio y condena a los responsables de las sangrientas juntas militares.Ernesto Sábato fue un intelectual comprometido con su pueblo, un hombre muy apreciado en su país y fuera de él. Por su valor humano y su contribución a la literatura mundial, por aportar luz acerca de la naturaleza humana, lo seguirán requiriendo millones de lectores de hoy y de mañana.enlachapa@prodigy.net.mxwww.marthachapa.net
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