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¨La experiencia es una tenue lámpara que sólo ilumina al que la lleva. Louis Ferdinand Céline.¨

Está por concluir este primer mes de este 2012, probablemente hemos dado vuelta a la página de las celebraciones, emociones, entusiasmo, sueños, objetivos, quizá ya nos alcanzó la mano de la rutina, de la costumbre.

Quizá hemos empezado a dudar de lo que nos planteamos, de lo que nos propusimos, posiblemente los cuestionamientos han llegado a nosotros: Podré hacerlo?, y si pasa esto?, y si no pasa?, lo lograré?

O probablemente ya vivimos el primer evento que nos desencanto, que nos causó desilusión o frustración.

De repente se presentaron las dudas, las desconfianzas, las incertidumbres.

Donde habrá quedado el empuje, el ímpetu, la tenacidad, la constancia y el empeño que le imprimimos al iniciar este año?

Pensamos en los años vividos, en las experiencias pasadas, pero no localizamos como reencontrarnos con lo que nos planteamos. Como podremos retomarlas?

Quizá de los conocimientos adquiridos?, o de las habilidades derivadas de nuestra observación?, de la vivencia de un evento anterior?, o de las cosas que suceden en la vida?

Lo anterior, no es otra cosa, que la ¨Experiencia¨…

Pero que es la Experiencia?, del latín experientĭa, es el hecho de haber presenciado, sentido o conocido algo. La experiencia es la forma de conocimiento que se produce a partir de las vivencias u observaciones.

Es una forma de conocimiento o habilidad derivados de la observación, de la vivencia de un evento o proveniente de las cosas que suceden en la vida.

Otros usos del término refieren a la práctica prolongada que proporciona la habilidad para hacer algo, al acontecimiento vivido por una persona al conocimiento general adquirido por las situaciones vividas.

Luego entonces, empleemos, gastemos y aprovechémonos de ¨nuestra experiencia¨, de todo aquellos que hemos vivido, presenciado y respirado.

Que todos los acontecimientos y sucesos en los que hemos participado de nuestra historia personal y que nos hayan proporcionado maestría y pericia apreciémoslo, que sean nuestro mejor emblema al momento de afrontar nuestros desafíos.

Démosle el valor y la utilidad que le corresponde a NUESTRA EXPERIENCIA, no la guardemos en aras de suponer que no es valiosa, trascendental o notable.

Hay que capitalizar y transformar nuestra experiencia, a favor de nuestra existencia y de todo aquello que queremos conquistar.