Los problemas que nos encontramos en la vida, las decepciones o las penas, son únicamente síntomas o indicios que nos muestran el camino del cambio. En ningún caso deben ser considerados como compañeros de vida. No son algo definitivo, sino únicamente transitorio. Las penas llegan, nos hacen tropezar, nos revuelcan por el lodo, nos muestran el camino que no debemos seguir, y en ningún caso debemos adoptarlas como un estilo de vida.
Cada experiencia nos enseña algo, y son especialmente las más dolorosas las que nos ofrecen las mayores oportunidades de transformación. No hay experiencia mala, sino falta de visión para encontrar la gran oportunidad que esconde. En ocasiones, el dolor nos impide fijar nuestra atención en el lado positivo, y nos dificulta el asimilar que todo lo que vivimos es para nuestro crecimiento y desarrollo.
Enfocarnos en la oportunidad nos permite evolucionar y mejorar como persona, mientras que centrar nuestra atención en el dolor, sin apreciar la utilidad que la acompaña, nos mantiene anclados en el pasado y nos impide crecer y desarrollarnos.
Cuando nuestra atención está puesta en las penas, mantenemos esta vibración y atraemos más de esto a nuestra vida. Repetimos patrones y experiencias, siempre basadas en el dolor, y como si del día de la marmota se tratara, nos encerramos en un bucle de insatisfacción del que somos incapaces de salir.
La aceptación de la situación que vivimos es clave para cambiar la dinámica y evitar en el futuro caer en experiencias similares.
El perdón hacia nosotros mismos y hacia los demás, es otra pieza clave para transformarnos.
Eliminar el exceso de control, interpretar la felicidad como algo interno, disfrutar del momento presente, tener objetivos y metas, etc., son algunos de los elementos necesarios para continuar avanzado. Sea como sea, ninguna experiencia, buena o mala, permanece. Nada es permanente, a no ser que nosotros mismos nos mantengamos anclados en el pasado.
Debemos aprender a soltar las experiencias dolorosas, y a interpretar el dolor generado como oportunidades de mejora en nuestro proceso de crecimiento personal. Vivamos con el corazón abierto al amor, y con la mente abierta al aprendizaje. De ahí nace el deseo y la oportunidad de transformación para nuestro ser.
Permítete fluir con cada experiencia, con la seguridad de que tus penas no llegaron a ti para hacerse parte de tu vida, sino para enseñarte a valorar la vida desde otra óptica. Aprovecha cada vivencia, honra tus relaciones y siéntete agradecido por tu propio crecimiento interior.
Ricardo Eiriz
Creador del Método Integra®
Autor de los libros Método Integra, Escoge tu camino a la Felicidad y el Éxito, Un Curso de Felicidad, Apunta Alto, El Alma de la Salud y Recupera tu Poder Personal.
Embajador de la Paz y la Buena Voluntad de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) ante la UNESCO.
Comentarios