LAS PALABRAS CONTRIBUYEN A CREAR TU REALIDAD (2 de 2)

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En este artículo te presento las otras tres reglas de oro –las 5 Ps– a las que se han de ceñir las afirmaciones si aspiramos a que sean poderosas. Si no has leido la primera parte del artículo, mi recomendación es que lo hagas.

Regla 3: Han de ser positivas

Las afirmaciones poderosas han de estar formuladas en positivo por razones obvias. Pero hemos de incluir un matiz importante con respecto al subconsciente: esa parte de tu mente no está programada para identificar matices, SOLO PROCESA LA IDEA DOMINANTE. Es sumamente importante este aspecto porque muchas veces sin darnos cuenta, por desconocer este principio, tratando de huir del abismo nos aproximamos a él.

Ante la frase "Yo no soy celoso", el subconsciente recibe el mensaje celoso. ¿Por qué? Porque celoso es la idea dominante. Lo que realmente hace el NO es reforzar la idea dominante. Por ello en este caso se retroalimenta la idea de celoso y terminaremos siendo más y más celosos si pronunciamos con frecuencia esta frase. La frase adecuada en este caso sería: "Yo soy seguro de mí mismo". Ante la frase "Yo no tengo cáncer", se retroalimenta la espiral cáncer y si tenemos un cáncer leve y pronunciamos esta frase con frecuencia, la espiral cáncer se fortalecerá hasta crearnos un cáncer terminal. La frase adecuanda en este caso sería: “Cada día que pasa mi cuerpo está más cerca de la salud inmejorable, y lleno de energía y vitalidad”.

Haz este ejercicio: Piensa en tu familia… piensa en tu familia… piensa en tu familia. Está claro que, si repites esta frase 6 o 7 veces, terminarás pensando en tu familia.

Ahora no pienses en tu trabajo… no pienses en tu trabajo… no pienses en tu trabajo. Está claro que si pronuncias esta frase varias veces terminarás pensando en tu trabajo ya que el “no” refuerza la idea dominante.

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Te comparto algunas frases que ponen en relieve el uso inadecuado del no:

“No es caro” vs. “Es un muy buen precio”.

“No se preocupe” vs. “Estese tranquilo”.

“No voy a robarle mucho tiempo” vs. “Regáleme un momento de su valioso tiempo”.

Regla 4: Hemos de ser persistentes a la hora de verbalizar la palabra

Una gran fuerza puntual tiene menos poder que la persistencia, por ello hemos de verbalizar afirmaciones poderosas una y mil veces y atribuirle un significado consciente. ¿Para qué? Para formatear en nuestro subconsciente programas mentales sólidos, concretos y precisos que estén alineados con lo que realmente queremos para nuestras vidas. Todo ello va a generar en nosotros un hábito muy poderoso: PENSAR EN POSITIVO.

Reflexiona acerca de los mensajes que se pasan, por ejemplo, en un acto litúrgico católico y seguro que terminarás por encontrarle significado a esta regla de oro.

Ya, en otro plano, tendemos a confundir intelectualmente –que no conceptualmente- los términos dones y habilidades. Los dones representan algo innato, algo con lo que nacemos. La habilidad es algo que se crea con determinación y horas, horas y horas de dedicación inteligente a lo mismo. Y no importa los dones que tengamos. Nuestros respectivos dones nos van a fallar si no desarrollamos nuestras habilidades. El don, siendo un ingrediente esencial, no es suficiente.

Regla 5: Han de ser poderosas

Las afirmaciones han de ser poderosas desde dos perspectivas. Por una parte, uno ha de huir de palabras tales como "tratar", "intentar", etc. Ese tipo de palabras nos bloquean porque logramos lo que le pedimos al subconsciente a través de la palabra: tratamos, intentamos, etc. Las afirmaciones poderosas han de ceñirse a las cuatro reglas que comentamos anteriormente.

Intentar es mentirse a uno mismo. "Lo intentaré" quiere decir que no tienes una intención clara de hacerlo. Si de veras piensas hacerlo, di: "lo haré"; y si no, di: "no lo haré". Hay que hablar claro, para pensar claro, sentir claro y obrar claro.

Incluyo varios ejemplos que ponen de manifiesto el significado profundo de ciertos pronunciamientos:

Cuando dices “quiero adelgazar” estás diciendo que “no eres delgado” y por eso quiere adelgazar. Por lo tanto, ERES GORDO.

Cuando dices “quiero ser rico”, estás diciendo que “no eres rico” por eso quieres enriquecerte. Por lo tanto, ERES POBRE.

Cuando dices “quiero curarme”, estás diciendo que “no eres saludable” por eso quieres curarte. Por lo tanto, ESTÁS ENFERMO.

“Tengo que TRABAJAR DURO para ser exitoso” es una frase con un trasfondo corrosivo. ¿Sabes qué consigues cuando trabajas duro? ¡Más trabajo! “Yo TRABAJO INTELIGENTEMENTE para conseguir todo lo que necesito para ser pleno, próspero y feliz” tiene un significado profundo completamente diferente al de la primera frase.

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La palabra "ELIJO", añade poder a las afirmaciones. Resulta relativamente fácil, generar conciencia del poder de esta palabra cuando se añade al principio de ciertas afirmaciones. Por ejemplo, imagina, por un momento, que te preocupa la relación que tienes con tu jefe y eso te provoca estados de estrés frecuentes. Si cada vez que sientes esa sensación dices, en voz alta: "elijo ser totalmente negativo y experimentar con frecuencia el daño que me provoca esa negatividad hacia mi jefe", te darás cuenta de que eres tú el que está provocando esa situación; si, por el contrario, cambias la frase por "elijo experimentar la paz y la alegría en la relación con mi jefe", tu modo de pensar cambiará radicalmente. Piensa que lo que dices condiciona tus pensamientos y por ello tus estados de ánimo.

Por otra parte, uno ha de pronunciar las palabras con convicción, con fuerza, con carácter y, sobre todo, con PLENA CONCIENCIA DE LO QUE ESTÁ DICIENDO. ¿Por qué? Porque las tiene que escuchar nuestra mente subconsciente para que sean registradas. Nunca olvides que tu mente subconsciente es 1,000,000 de veces más poderosa que tu mente consciente procesando información. Si, por ejemplo, eres católico es muy probable que ores todos los días y lo puedes hacer en voz alta o a través de tu “diálogo interno”. Pero si asistes los domingos al acto litúrgico, ahí la palabra pronunciada se hace latente: “El verbo se hace carne”. 

    

Feliz Camino !!

 

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