Un estudio reciente realizado por un equipo de investigación dirigido por Florian Kiefer, de la División de Endocrinología y Metabolismo de la Universidad Médica de Viena, muestra que las temperaturas ambientales frías aumentan los niveles de vitamina A en humanos y ratones y eso tiene un efecto directo en el metabolismo.
Al incrementar la circulación de vitamina A el organismo convierte el tejido adiposo blanco “malo” en tejido adiposo marrón “bueno”. Esta “transformación de las grasas” va acompañada de un mayor consumo de energía y, por tanto, se considera un enfoque prometedor para el desarrollo de nuevos tratamientos para la obesidad, teniendo en cuenta que el exceso de calorías se almacena principalmente en grasa blanca. El estudio se ha publicado en la revista Molecular Metabolism.
El grupo de investigación de Florian Kiefer demostró que la aplicación moderada de frío (una temperatura de entre 14 y 17 ºC) aumenta la concentración en sangre del retinol (la forma activa de vitamina A) y de la proteína transportadora de unión al retinol.
La mayoría de las reservas de vitamina A, que es aportada en forma de betacaroteno por alimentos de color amarillo, naranja y verde como las zanahorias, los albaricoques o las espinacas, se almacenan en el hígado y la exposición al frío estimula la redistribución de la vitamina A hacia el tejido adiposo. El aumento de vitamina A inducido por el frío lleva a una conversión de la grasa “blanca” en grasa “parda” y a una mayor tasa de combustión de los ácidos grasos.
La grasa blanca almacena el exceso de energía en forma de triglicéridos y se asocia con la obesidad, con trastornos metabólicos y un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. La grasa marrón, en cambio, funciona para el cuerpo como un combustible para generar calor y mantener la temperatura del organismo.
Cuando Kiefer y su equipo bloquearon la proteína transportadora en ratones mediante manipulación genética, tanto el aumento de vitamina A mediado por el frío como la conversión de grasa blanca en parda se redujeron: “Como consecuencia, la oxidación de las grasas y la producción de calor se vio perturbada de modo que los ratones ya no pudieron protegerse del frío “, explica Kiefer.
Comentarios