Aunque nacemos solos, vivimos acompañados. La soledad es una moneda con dos caras: una la negativa, producto de la sensación de vacío profundo cuando es por falta de amor o afecto en cualquiera de sus expresiones.
Y la otra, la positiva, que es todo lo contrario. Es la del estado de plenitud espiritual. Es producto de hablarnos e intimidar con nosotros mismos, pensar, recapacitar, visualizar, crear y meditar. Permite momentos de reflexión, fantasía, imaginación, ilusión y ensueño, lo cual ayuda al desarrollo del ser humano y a su tranquilidad interior.
Las investigaciones indican que la soledad negativa puede afectarnos física y psicológicamente.
¿Qué es entonces la soledad?
Psicológicamente se define como la ausencia, real o percibida de relaciones sociales satisfactorias, que se presenta con síntomas de trastornos psicológicos y desadaptación, como ansiedad, depresión, insomnio, abuso de drogas y alcoholismo.
Sufren soledad los individuos que tienen carencia de:
- Una persona cariñosa de quien depender
- alguien que lo atienda
- oportunidad de expresar sentimientos íntimos a otra persona
- un grupo de amigos del cual sentirse parte
- alguien que necesite de su amor
- alguien que lo desee físicamente
- personas con quienes compartir valores e intereses
- amigos para compartir actividades recreativas
- relaciones en el trabajo
- un sentido de confianza en los amigos íntimos
- intimidad física en forma regular
Es importante mencionar que existe la soledad crónica en aquellas personas que no han sido capaces de establecer relaciones satisfactorias por un periodo de varios años y por lo menos a través de dos etapas de su vida, como podrían ser la adolescencia y la adultez joven; o la adultez joven y la edad madura.
También existe la soledad temporal que incluye un estado de ánimo breve y ocasional de soledad, por ejemplo, después del trabajo, o durante los fines de semana.
Tres características definen la soledad: es el resultado de relaciones sociales deficientes; constituye una experiencia subjetiva ya que uno puede estar solo sin sentirse solo o sentirse solo cuando se halla en grupo; y, por último, resulta desagradable y puede llegar a generar angustia.
Es una experiencia indeseada similar a la depresión y la ansiedad, y, por lo tanto, debe ser tratada por un profesional como tal.
Podemos decir que hay dos tipos de soledad:
La emocional, o ausencia de una relación intensa con otra persona que nos produzca satisfacción y seguridad, y la social, que supone la no pertenencia a un grupo que ayude al individuo a compartir intereses y preocupaciones.
En la llamada soledad social, encontramos hombres y mujeres que apenas hablan más que con su familia, sus compañeros de trabajo y sus vecinos. Se sienten incapaces de contactar con quienes los rodean, tienen miedo a que los rechacen: plantan un muro a su alrededor, que los aleja de los demás. Esta soledad deseada puede convertirse en angustia.
Se puede interpretar la soledad de dos maneras: estar solo o sentirse solo. Estar solo es un hecho común para todos, no siempre estamos acompañados. Esta experiencia de soledad se puede disfrutar mucho y suele ser muy constructiva.
Podemos no hacer nada y sentirnos bien, descansar, disfrutar de la naturaleza, caminar, meditar o simplemente hacer lo que nos gusta sin interferencias de otras personas.
Sentirnos solos es diferente, porque podemos estar con otros y sentir soledad. Este sentimiento está relacionado con el aislamiento, la noción de no formar parte de algo, de no estar incluido en un proyecto, de no importarles a los demás, de no pertenecer a su mundo.
Algunos pasos útiles para superar la soledad en tu vida:
- Conocerte bien: deja a un lado el miedo y mira hacia adentro: ilusiones, ambiciones, limitaciones y
- miedos.
- Fuera la timidez: toma la iniciativa para conseguir nuevas relaciones.
- No hay nada que perder: el miedo al rechazo es un freno para entablar nuevas relaciones.
- No te conviertas en víctima
- Encerrarte en ti mismo, es reconocer la derrota
- No eres tan raro como a veces piensa: puedes acercarte y ayudar a otras personas.
Recuerda: la soledad te permite saber quien eres, sólo después podrás tener una verdadera relación. Una relación sana no implica tener a alguien para apoyarse, sino por el contrario, interesarse y comprender al otro, tratando de olvidarse de uno mismo.
Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com. Facebook: Lucia Legorreta
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