LA RISA

 

Es mejor morirse de risa que vivir con pánico a hacer el ridículo, pero las investigaciones demuestran que las personas no se mueren de risa; todo lo contrario, quienes más se ríen, viven más años.

 

Un niño ríe 300 veces al día, mientras que un adulto alegre sonríe únicamente de 20 a 30 veces en el mismo lapso. Según estas cifras parece que a lo largo de la vida la mayoría de las personas van perdiendo el sentido del humor y la capacidad de reír ¿Por qué?

 

Pudiera ser porque creemos que la capacidad de goce queda restringida a la infancia y cuando crecemos nos inundamos tanto de las preocupaciones de la vida cotidiana y nos tomamos tan en serio la vida que se nos olvida reír. Porque creemos erróneamente que aligerar las cosas con sentido del humor nos hará vernos poco serios. Tal vez por las presiones cotidianas y la necesidad de competir borra poco  poco el sonido de la risa de las calles y de las casas. O a lo mejor como dice el doctor José Elías (risoterapeuta), porque pecamos de exceso de autoimportancia y, al tomarnos demasiado en serio, dejamos de ser serios para ser ridículos, y dejamos de ser dignos para volvernos desgraciados.

 

Al observar a un niño pequeño de dos o tres años cuando se cae ¿qué es lo primero que hace? Se ríe. Somos nosotros los mayores, los adultos civilizados, quienes les enseñamos a llorar.

 

La psiconeuroinmulogía, una novísima ciencia dentro de la medicina, ha comprobado que la tristeza y la depresión atraen a los virus y a las bacterias, produciendo enfermedades.

 

Según esta ciencia se debe evitar estar triste porque la tristeza y la depresión pueden ser la escotilla moral por donde se deslice un maremoto de virus y bacterias.

 

El doctor Edward Bovard opina que las personas con poca vida social y aquellas que están privadas de cariño, normalmente son poco sanas y más propensas a desarrollar enfermedades, sobre todo de tipo mental, teniendo además una vida más corta. Incluso los deportistas de elite, cuando atraviesan etapas de soledad no deseada, bajan su rendimiento.

 

La risa y el humor, como técnicas para mejorar la calidad de vida, no es nueva. La Biblia nos dice: “Si el corazón está alegre, la vida es más larga, pues un corazón lleno de alegría cura como una medicina. Por el contrario un espíritu triste lo desechan hasta los huesos.

 

Los efectos de la risa sobre nuestro organismo son más que una simple anécdota. Algunas de sus virtudes comprobadas son:

 

  • Con solo una carcajada, movemos 400 músculos, se ensanchan los pulmones, se oxigenan los tejidos, se fortalece el sistema inmunológico y se queman calorías
  • Al reírnos, la presión sanguínea y el ritmo cardiaco caen por debajo de los valores normales, provocando relajación.
  • Cuando reímos, las endorfinas se multiplican atenuando la sensación de dolor e incrementando sensaciones de bienestar.

 

En el estado de Florida, Estados Unidos, se realizó una investigación con pacientes de salas de cirugía. Al 50% de los pacientes se les indujo a reírse y al otro 50 % se le permitió realizar su ciclo de recuperación normal. A los pacientes del primer grupo se les hizo ver películas cómicas durante el postoperatorio, esto les motivo a reírse. Precisamente ese fue el motivo por el que necesitaron menos dosis de sedantes que los que no recibieron la risoterapia.

 

Obviamente no podemos considerar a la risa como una técnica o terapia absoluta que cura por si sola  y que, además cura todas las enfermedades. Pero es conveniente tener en cuenta que la risoterapia es una terapia de apoyo, que en algunas ocasiones puede eliminar totalmente algunas enfermedades. Es cierto que un estado de ánimo alegre no hace que desaparezcan nuestros problemas, pero si nos permite verlos desde otra perspectiva que redunda en una mejor disposición cuando intentamos solucionarlos.

 

Por ello, si quieres tomar la mejor medicina, recétate desde hoy un minuto de risa dos o tres veces al día. Tu mente y tu cuerpo te lo agradecerán durante largo tiempo. La risa prolonga la vida y proporciona además una mejor calidad de la misma.

 

Como dice el proverbio “reírse de otros es común, reírse de uno mismo es esencial. Una sonrisa cuesta menos que la corriente eléctrica y da más luz a la vida”

 

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