La última semana de abril trajo buenas noticias; la gran mujer, de letras por añadidura y luchadora por convicción, Ana María Matute, había sido galardonada con el Premio Cervantes.
¡Como si Cervantes se hubiese hecho mujer!, la narrativa imaginativa de la escritora; el premio a la creatividad y sensibilidad del que ella llamó en su discurso: “El hombre sensible, solitario, triste y soñador; el dueño del honor y la valentía que convertía las aspas de los molinos en gigantes”.
Tartamuda por miedo, más que por defecto físico como confesó, encontró en el temple, en la vocación, en la voluntad y en la fuerza una fortuna que luego disfraza, “el ruido de las bombas en la guerra pienso que me curó”.
Coincido con esta creadora, que cuenta con el don de escribir sobre lo inexplicable e invisible; que con pasión y deseo se hace posible la felicidad y la creatividad.
A ti que me conoces sabes mi rotunda negativa a la palabra “No”; en este caso citándola, me daré licencia, ella dijo: “El que no inventa, no vive”.
Inventar es la parte más importante de la cotidianeidad y del viaje de la existencia. Hace algunos años me preguntaron si me había encontrado a mí misma, a lo que respondí: “La vida se trata de crearse en vez de encontrarse”.
El viaje al interior, sus rutas, sus objetivos, sus puertos, sus valles, sus montañas; sus subidas y bajadas, sus cambios, sus anhelos; las crisis que son oportunidades y que el miedo impide ver.
Los niños tienen el privilegio de inventar ininterrumpidamente, ahí una caja de fósforos es una bonita versión de un auto de carreras; un papalote el principio de un viaje al espacio.
Debemos de buscar junto a nuestra realidad y valores la fórmula adecuada para que nuestra posibilidad de soñar nos permita crear nuestra historia.
“Erase una vez…”, palabras que la creadora nos cuenta como fundamentales; que al oírlas por primera vez supo que su mundo estaría entre la creación y las letras, la imaginación, los sueños; la invención de historias.
La principal por construir es la nuestra, tú tienes a tu cargo pluma y papel; la voluntad de hacerlo, la varita mágica para lograrlo si así lo decides; en ti está el cambio, el talento para crear, te es innato.
Añadió: “La creatividad es el faro salvador de muchas de mis tormentas”; decreto mágico que te pido repitas, yo lo he hecho mío.
El valor para crecer va de la mano de la habilidad para inventarte; requieres acallar las distracciones que perturban la paz para el estudio en la biblioteca.
Los egipcios llamaban a este recinto “Tesoro de los remedios del alma”; así, con todo lo que precisas puedes acercarte a la puerta de la magia, que te será abierta.
Reinvéntate a ti misma, REALÍZATE.
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