Parece que la OMS no siempre está tan preocupada por nuestra salud. Hace ya más de un año de la pandemia de H1N1. Yo nunca me pude tragar sus patrañas, aunque lograron que voces muy respetadas hablaran ante las cámaras de televisión para apoyar sus estrategias. Parece que estaban más preocupados por sus bolsillos y por continuar con sus investigaciones pagadas por los laboratorios farmacéuticos con los que estaban comprometidos. Una vez acabada oficialmente la pandemia de la nueva gripe, la Organización Mundial de la Salud rompió el secreto que mantenía sobre los nombres de los 16 expertos que asesoraron a Margaret Chan. Seis aceptaron tener conflictos de intereses. Dos están en situación delicada: Neil Morris Ferguson del Imperial College de Londres, quien hasta 2007, recordemos que la pandemia empezó en 2009, asesoró a Roche y GSK. El otro es Arnold Monto de la Universidad de Michigan, consejero sobre la gripe de GSK, Novartis, Roche, Baxter y Sanofi. Alegan que no es posible hacer investigación sin el apoyo de fondos privados ligados a los laboratorios faraceúticos. Paul Flynn ha pedido que se den a conocer los nombres de los expertos desde el momento que se tomen medidas sanitarias y no cuando la alerta haya pasado. No es lo más indicado que después del niño ahogado se tape el pozo.Patricia Rodríguez
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