La MUJER Y LA IGLESIA CATÓLICA

Esta reflexión la escribí (y publiqué) inicialmente hace 7 años,  cuando existió una leve esperanza de que al asumir un nuevo Papa al trono Vaticano, diera inicio una nueva era y  la situación de las mujeres católicas lograra, por fin,  elevar su jerarquía.

Me equivoqué...

Ya que una vez terminadas las pompas y exequias en honor de un Papa tan amado como lo fue sin duda su Santidad Juan Pablo II, y estando muy atentos a las opiniones de los expertos; pendientes del sentir de todos quienes conformamos la Iglesia Católica, y con gran expectativa sobre quién será el nuevo sucesor de Pedro (antes y después de asumir Ratzinguer el papado), fue  el mejor momento para un análisis urgente y abordar  el tema de la Iglesia con respecto a la figura femenina.

A la luz de la Fe, pero con la justicia como razón y con la motivación de encontrar un vínculo certero entre la posición femenina y la inspiración evangélica dentro de la Iglesia, podemos a lo largo de esta reflexión personal evidenciar un especial endurecimiento que, sobre el tema de la mujer, hamostrado históricamente la política vaticana durante las últimas dos décadas, y que hoy en el 2012, sigue vigente.

La historia muestra tres momentos...

Primero, una muestra de comprensión y tolerancia se dió en el marco de la celebración de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer a efectuarse en Pekín, en 1995.

En ese momento, su Santidad Juan Pablo II dirigió una conmovedora carta a las mujeres del mundo: a la mujer madre, la mujer esposa, la hija, la hermana, la mujer trabajadora y la mujer consagrada.

Reflexionaba el Papa sobre los problemas y las perspectivas de la condición femenina del momento, deteniéndose sobre el tema de la Dignidad y de los Derechos de las Mujeres: “…en nuestra cultura somos herederos de una historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer: despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a esclavitud”. Mostraba Su Santidad una cercana similitud con la propia actitud de Cristo: “superando las normas vigentes en la cultura de su tiempo, Cristo tuvo con las mujeres una actitud de apertura, de respeto, de acogida…”.

Segundo, una fuerte reacción de temor. Ya concluida la cumbre de Pekín y una vez que la Iglesia evaluó la tendencia y el reclamo mundial por “empoderar” a la mujer, especialmente a la mujer marginada e invisible, para que ésta logre emerger en un mundo que incluye sólo hombres en las esferas de poder, la Iglesia mostró temor por algunos temas ahí ventilados: el nuevo enfoque sobre lo masculino y lo femenino desde la perspectiva de la diversidad, las estadísticas de violencia y pobreza que sofoca a un gran número de mujeres, que hacen evidente la necesidad urgente de promover cambios en las estructuras sociales vigentes, para que favorezcan su inclusión en el mundo de la educación y la productividad.

El Vaticano se mostró aún más intolerante ante puntos de coyuntura como son los derechos sexuales femeninos, el control natal, y no digamos la posibilidad de elegir sobre la vida o la muerte en la procreación humana. Se vivió terror e indignación en la élite católica.

Con una postura frontal de rechazo contundente a todo lo ahí expuesto, sin excepción alguna, la Iglesia guardó reserva hacia su pérdida del control sobre la conducta femenina y los roles propuestos para las mujeres dentro y fuera de la Iglesia, y desde la cúpula de distintas agrupaciones religiosas, se comenzaron a organizar acciones dirigidas a contrarrestar la gran influencia que estos Foros Mundiales lograban en la sociedad internacional: importantes acuerdos y compromisos por parte de las naciones para implementar políticas públicas enfocadas a promover una vida más digna para la mujer, el combate a la violencia de género y la reconstrucción de la sociedad en búsqueda de la equidad y la justicia.

Tercero, la respuesta definitiva: como respuesta a todo ese avance mundial, y a 9 años de la cumbre de Pekín, los Cardenales Joseph Ratzinger y Angelo Amato presentaron el 2004 la “Carta a los Obispos de la Iglesia Católica, sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo”, cuyo contenido causó gran revuelo entre algunos círculos católicos que abrigaban la esperanza de reordenar los roles femeninos dentro de la Iglesia y fuera de ella. Esta carta interpreta las tendencias del mundo moderno, en las cuales la mujer “para ser ella misma, se constituye en antagonista del hombre”. Se denuncia también en dicho texto la forma en que esta tendencia de la mujer moderna “… tiene su implicación más inmediata y nefasta en la estructura de la familia…”.

Aludiendo a la Antropología Bíblica, el rechazo de la Iglesia es sistemático, sin la más mínima apertura que identifique las realidades actuales, sin aceptar las pruebas tangibles que describen de forma precisa cómo esa herencia cultural ha victimizado injustamente a muchísimas mujeres en el mundo.

Durante estas dos décadas hemos observado un auge a favor de “Retomar Valores”, y un empeño feaciente por la “conservación de las estructuras familiares tradicionales”.

La Iglesia utiliza esto como estrategia y meta final para debilitar el avance del feminismo y la nueva posición de la mujer ante el mundo.  

Hombre y mujer comparten hoy en el mundo todos los ámbitos de poder.

La toma de decisiones se hace por ambos, en una sociedad diversa, plural y democrática.

Detrás de esa postura inflexible y dura, la Iglesia Católica quiere justificar su propia estructura  no democrática.

En momentos en que  debiera discernir los “signos de su tiempo” y buscar respuestas y caminos que hagan posible una Fe viva y actual.

La historia nos ha enseñado que,al igual que temas sociales importantes, y avances científicos innegables,   tras décadas de oposición, la Iglesia termina por abrirse hacia  las actitudes y valores asumidas por sus mismos fieles.

Ahora es uregente que  el catolicismo opte por dejar atrás el dogmatismo, apostándole al ser humano, permitiéndole asumir su identidad cristiana, libre y voluntariamente.

Como personas,  las MUJERES hemos llegado a la mayoría de edad, y a la luz de la Fe, del conocimiento, del avance científico y tecnológico; razonando en nuestra propia espiritualidad;  seamos capaces  finalmen,  de vivir  sin represión ni contradicción,  y en igualdad de circunstancias con los hombres,  esa  doctrina que Cristo nos legó. 

Post escrito por

ANA SCHWARZ

@anaschwarz

ana.schwarz.g@mail.com

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Comentarios

  • Es algo hermoso que sin ser ese el propósito hoy orilladas por la circunstancia histórica de la dimisión del papa estemos un grupo de mujeres entablando una conversación virtual en términos de respeto acerca de un tema que es fundamental en la vida de cualquier ser humano. La fé y la participación de la mujer en la religión que cada una de nosotros profesa, en éste caso y dada la circunstancia se habla específicamente de la iglesia católica, apostólica y romana.

    Estoy de acuerdo con ambas posturas, sin duda alguna como escribe Ana María Schwarz es urgente un papa al frente de la iglesia católica que comprenda y estimule los cambios necesarios para abrir la participación de la mujer, para que estemos representadas en igualdad de circunstancias y nuestra voz se escuche porque las iglesias están llenas de mujeres y niños, en menor caso de hombres.La praxis y la educación católica en su mayoría es impartida por mujeres en casa y en la iglesia por las catequistas en su mayoría mujeres. Entonces justo sería que también se incluyera a las mujeres en tomas de decisión que tienen que ver con su momento histórico.

    Por otra parte Mélida y Gabriela dan ejemplos bíblicos que hablan de otro momento histórico, eso desde un punto de vista objetivo estaría fuera de contexto pero no por ello falto de razón, efectivamente la participación de la mujer de forma activa tiene muchos momentos importantes que se citan en la Biblia y en ese contexto podríamos tomar ejemplo de esas mujeres y trabajar como ellas para que se nos considere como mujeres independientes, maduras, que pueden tomar decisiones usando el libre albedrío que Dios nos dio.

    Construyamos un lugar común donde nos unan las coincidencias.

    Envío por éste conducto un saludo a todas ustedes que son mujeres de fe y valores. Estoy segura que están educando hijos y fortaleciendo familias que puedan ser una alternativa de vida diferente en éstos momentos en que nuestro país y el mundo entero lo necesita.

    Gracias Ana María por dar temas de encuentro entre mujeres.

    Aída Espinosa

  • Amigas, la praxis de Jesús fue igualitaria, el fue un reformador. Solo puedo decir que no debemos confundir la doctrina de Cristo con lo que la Iglesia ha hecho con ella. Millones de mujeres en el mundo padecen por estas ideas patriarcales y pareciera que ninguna religión les hace justicia. Lo siento! Me declaro libre pensadora pues la miseria y la marginación de las mujeres del mundo no se resuelve leyendo  la Biblia ni asistiendo a misa. Es muy cómodo pensar que el mundo somos solo nosotros mismos. Nos olvidamos de todos y todas  l a quienes ninguna iglesia  ha dignificado. Cristo si lo hizo.

  • Gabriela Mendoza: Difiero  contigo sobre todo, si dices leer la Biblia, entonces no comprendo como puedes decir que Jesús de Nazaret no tuvo mujeres entre sus seguidores?? Te hago recordatorio de algunos pasajes: Si iniciamos en el Génesis, en la tentación y caída de Adán y Eva, la primera sentencia de Dios fue contra le serpiente donde una vez la maldijo dijo: <<Haré que  haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tu herirás su talón>> Gen 3,15 Ya desde allí, del Génesis, el papel de la mujer es importántisimo. La mujer es la que se enfrenta al mal, la que lo logra derrotar. Si nos vamos un poco más adelante, en Éxodo, encontrarás que es una mujer la que salva a Moisés (la hija del Faraón). Luego cuando el pueblo desesperado por la larga ausencia de Moisés cuando subió al monte Sinaí, los hombres arrancaron por la fuerza el oro que traían las mujeres y con esto construyeron un becerro de oro (las mujeres se negaron a colaborar en esto). Y así, encontrarás diversas historias sobre mujeres ejemplares a lo largo del Antiguo Testamento. Pero como te referiste especialmente a Jesús de Nazaret, mi maestro, déjame decirte que él se enfrentó a las autoridades de su tiempo justo para salvar, rescatar y dar un justo lugar a la mujer. A tal punto que fueron las mujeres las que acompañaron a Jesús hasta el final. Fueron las mujeres las primeras personas en ver a Jesús Resucitado, y fueron las mujeres las primeras en avisar sobre la Resurrección. ¿Quién crees que mantuvo el grupo de apóstoles unidos una vez murió Jesús en la cruz? Las mujeres encabezadas por María, su madre. Los apóstoles eran hombres sencillos y con poca o ninguna preparación, atormentados por la posibilidad de correr con la misma suerte de Jesús se mantenían escondidos, y fueron las mujeres las que salieron y trajeron la buena nueva. El día en que bajó el Espíritu Santo, el Pentecostés, la que presidía dicha reunión, era María. Entonces, Gabriela, puedo aceptar que difieras de lo expuesto en esta publicación. Respeto que profeses un credo diferente al mío, sin embargo, no permito que se disminuya la gran labor que realizó Jesús de Nazaret, mi maestro, en su tiempo y en el nuestro. El que no presidan "instituciones" religiosas, es cosa de los hombres, no de Jesús. Dios nos creó Macho y Hembra, en pareja vinimos y en pareja hay que terminar, y aunque hay diferencias entre ambos, uno no existe sin el otro, porque si así Dios no lo hubiese querido, NOS HUBIESE CREADO HERMAFRODITAS. Saludos.

  • Lamento no poder participar en todo en este tema, yo soy cristiana (antes fui catolica) y en la biblia habla del lugar del hombre y de la mujer, he aprendido al leer este hermoso libro que si la mujer tiene un lugar muy especial pero JUNTO AL HOMBRE, no adelante de él, y cuando han decidido organizaciones como bien lo dices, que la mujer vaya adelante del hombre, a causado en su mayoría muchisimos divorcios, creo que tambien como lo dices nuestro amado Jesús, eligió para sus seguidores hombres no mujeres, entonces ese es el ejemplo que el nos quiso dar, sin lugar a dudas se que Dios tiene en un muy especial lugar a la mujer, y dice en la biblia que somos como vasos frágiles, por lo que tenemos que ser respetadas y escuchadas y así que tambien el hombre nos tiene que dar el lugar que merecemos.  Siento a mi modo de pensar y despues de leer la biblia, que las religiones tienen que ser de un patriarcado, en ningún modo matriarcado, es por eso tanta desigualdad de ideas y que nada ha salido como muchas mujeres quisieran ser antes que los hombres, y no quiere decir que estoy a favor del hombre sino que así lo establecio Dios y así es como debe de ser para que funcione bien.

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