"El destino es un mago tramposo, le gusta engañarme con sus trucos. Su habilidad me lleva hacia momentos que no tengo imaginado vivir ni por asomo. Como esa noche en que perdí mi alma en una mesa redonda, con un mantel blanco, un pequeño florero con heliconias y dos copas de vino medio rojo". Así comienza la novela "La mujer que imagina". Conforme se vayas leyendo, te darás cuenta de la trama. Es una novela con incertidumbres.
El personaje, al verse herido, busca un lugar para mitigar su dolor. Encuentra un lugar mítico, en su imaginación, llamado Jael, a donde su corazón va a dormir en una caja de cristal. "En la ermita custodian a los corazones en todo tipo de cajas. Con amor, las diosas los cuidan dejando a la música decir, los arrullan y hablan con ellos para hacerlos fuertes y que puedan creer y confiar. Algunas veces cuando llegan muy rotos, con cuidado hacen un zurcido con hilos de araña y agujas finas, sólo queda una leve cicatriz. Con ternura los guardan en cajas para que puedan dormir por las estaciones que necesiten. Hay cajas chicas para los egoístas, para los que no pueden dar más allá de lo que sus miedos o su vanidad les permiten. Hay cajas grandes para quienes saben arriesgarse y no temen perderse o perder; arrugadas para los mezquinos de amor, aquéllos que dan tan poquito que terminan por secarse; brillantes para los "amorosos" del brujo Sabines, esos inconformes que van por la vida buscando y entregándose; de cartón para quienes desean conservarlo tibio, así lo insertarán de nuevo. De plata por el asunto de la moda. Para los más ostentosos, las cajas son de oro con piedras preciosas con las iniciales de su dueño. De plomo para los apesadumbrados. De madera para los sensibles a la magia de los árboles. Y también hay cajas de cristal".
¿Cuál sería tu cajita para guardar a tu corazón cuando duela?
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