La Medicina del Siglo XXI sin duda es una medicina del ser. Esto significa que más allá de que el objetivo de la medicina ha sido, es y será siempre el tratar de curar la enfermedad y de no poder hacerlo, el tratar de aliviar el sufrimiento de quien la padece, lo cierto es que en las últimas décadas hubieron modificaciones muy importantes en los motivos de consulta, lo cual debió haber llevado también a una modificación de los modelos asistenciales.
No podemos seguir atendiendo a una persona enferma, preguntándole simplemente qué le duele o qué le pasa, sino que esa medicina del siglo XXI es una medicina integradora. Es una medicina donde tenemos que por supuesto tener el diagnóstico correcto. Lo primero es saber qué es lo que le pasa y para eso necesitamos realizar una correcta historia clínica, pero en esa historia debe estar incluido no solamente el análisis de su dolor, de su molestia, de su radiografía, sino también los otros aspectos que tienen que ver con la otra cara de la salud: cómo está esa persona con respecto a su propia vida, a sus proyectos, a su familia, a sus afectos.
Y… llama la atención algo en este siglo XXI, que es el siglo de las computadoras, de los teléfonos inteligentes, de las tabletas y sin embargo, paralelamente a ese avance tecnológico que nos facilita enormemente nuestra tarea, los psicólogos y los psiquiatras tienen cada vez mayor cantidad de pacientes. Y los libros de autoayuda o de superación personal tienen cada vez mayor número de adherentes.
Uno debe detenerse a pensar qué es lo que está sucediendo en un mundo que crece a pasos agigantados, que la tecnología nos devora día a día y sin embargo nosotros, paralelamente, estamos viendo cada vez más una alienación mayor del ser humano que lo lleva no solamente a tener disturbios emocionales importantes, sino que culmina teniendo disturbios físicos también de gran trascendencia. Han aparecido patologías nuevas, adicciones a las computadoras, distracciones de los jóvenes en sus niveles de estudio por estar permanentemente en los juegos o navegando por Internet, que sin duda es un mundo fascinante, pero que tiene que estar reglamentado para que no invada los territorios que cada uno de nosotros tiene que respetar y tiene que cumplir.
Y hemos llegado al agotamiento psicofísico. Es decir al stress de la vida cotidiana más este bombardeo permanente de la tecnología moderna, que en el afán muchas veces de querer abarcar todo eso que se le ofrece, termina relegando a un segundo lugar, lo que es el cuidado de su propia salud.
Y hay personas jóvenes que comienzan a tomar psicofármacos para calmar su ansiedad, para poder cubrir su insomnio , para poder atenuar la angustia que le generan situaciones que no pueden resolver y esto se va generalizando cada vez más. Y esas dificultades que naturalmente nosotros tenemos con la vida, con los desafíos a los que la vida nos expone, los estamos sorteando con medicamentos en lugar de ir a la profundidad, en lugar de ir a la causa para poder de esa manera establecer un tratamiento más adecuado que nos permita transitar por un camino de curación, por más que nos lleve mayor tiempo.
El modelo de atención tiene que cambiar porque nosotros necesitamos un mayor tiempo de contacto con la persona que viene en busca de ayuda, para conocerle en profundidad, para saber qué es lo que le sucede y para poder orientarle o brindarle las herramientas para que pueda superar su trance emocional o físico.
Hemos escuchado muchísimas veces respuestas como esta: usted tiene los análisis normales por lo tanto no puede tener nada. No, no es así. Uno puede tener los análisis absolutamente normales y como dice un principio de la homeopatía que tiene realmente una gran validez, ´el silencio de los órganos no es sinónimo de ausencia de enfermedad´. Es decir que una persona pueda tener análisis normales -por supuesto que aleja la posibilidad de una dolencia importante- no significa que la persona se sienta bien, porque probablemente su problema no pasa ni por el colesterol, ni por la glicemia, ni por sus riñones, sino que pasa por otros aspectos que tienen que ver con la manera con que esa persona se confronta con la vida y con los desafíos a los que diariamente tiene que emitir una respuesta.
Cuántas veces nos encontramos con personas que no tienen las herramientas como para poder defenderse en un mundo que viven como hostil, en un mundo en el cual no se pueden realizar desde el punto de vista personal, que son extremadamente permeables a la opinión de los demás, que tienen una bajísima autoestima y a las cuales hay que mostrarles el camino de la superación y el camino de la recuperación. Esto no se logra ni con el medicamento del mejor laboratorio del mundo, porque cuando un ser humano no cree en sí mismo, cuando un ser humano no cree que merezca algo diferente de lo que está teniendo, es muy difícil que pueda avanzar y que pueda superar los problemas que le han generado ese malestar.
Dr. Walter Dresel
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