Primero, quiero presumirte que hace unos días tuve la oportunidad de ver la película de Lego Batman con mis nietos. Sinceramente, mi nieta más pequeña me ayudó enormemente, porque cuando comenzó a ponerse inquieta alguien la tenía que sacar y, la verdad, como no le estaba entendiendo, porque o le ponía atención a la película o le ponía atención a la pequeña, fue bueno haberme salido, gozarla y aprender mucho de ella.
Te cuento. Ella está aprendiendo a caminar y hablar, con sus balbuceos que son sus primeras palabras y sinceramente lo hace increíble, ya que se cae y se cae y dice “mamamamama”, “papapappapa”, porque aún no puede decir “mamá”, ni “papá” así de claro; por un rato la estuve observando, se paraba hacia un lugar, daba un paso o dos y al suelo, igual pasaba con su balbuceo “mamamama”, “papapa” que seguía y seguía. Se volteaba a verme si me reía y otra vez a lo mismo; por un lado, se veía hermosa y, por el otro, ella no se va a detener hasta que le salga excelente.
¡Qué increíbles son los bebes! Son imparables, mágicos, no se detienen hasta que lo logran; pero nosotros los adultos hacemos algo diferente… Empezamos algo y es normal que a la primera o a la segunda caída lo dejemos y a veces ni siquiera tenemos caídas. He de confesarte que alguna vez compré un entrenamiento y sentía que ya tenía el resultado por el simple hecho de haberlo comprado, pero ni siquiera lo abrí, teniendo como pretexto que no tenía tiempo. ¡¡El tiempo es mío, yo lo distribuyo como yo quiero!! Pretextos siempre sobran. Eso es como creer que vas a bajar de peso por inscribirte al gimnasio y ni siquiera vas, así que no cometas ese error que alguna vez yo cometí y hazlo como ni nieta, esa meditación (que te mande si contestaste el cuestionario que envié hace unas semanas) practícala, úsala muchas veces, va a llegar al punto en que el resultado va a ser natural.
Escríbeme como te estás sintiendo con la meditación. Un abrazo con mucho cariño.
Yola Padilla
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