¿Cuándo fue la última vez que abriste una bolsa de papitas crujientes, una sopa instantánea, unas frituras que te dejaron los dedos de color y bien grasocitos?
¿Por qué creemos que podemos alimentar a nuestros cuerpos con alimentos industriales de nutrientes vacíos?
¿Cómo hemos llegado a creer que los productos químicos de la industria alimentaria y el procesamiento podrían reemplazar a los alimentos hechos por la naturaleza?
Lo que estás a punto de leer, seguro lo sabías, pero quiero recordártelo por tu bien y el de tu familia. Es un buen momento para abrir nuestras mentes y realizar pequeños cambios, con resultados extraordinarios. A mí, mi familia y millones de personas comprometidas con la salud les ha funcionado.
Hace 100 años toda la comida era orgánica, local, de temporada, fresca o conservada naturalmente por los métodos antiguos. Aún recuerdo que mi mamá dejaba la botella de leche para que cuando pasara el lechero por la mañana fuéramos por ella para tomarla recién ordeñada; mi abuelo tenía en el jardín, jitomates, pimientos, y otras verduras que consumíamos. ¡Qué recuerdos!
Toda la comida era comida real y nutritiva. Hoy, menos del 3% de nuestras tierras agrícolas se utilizan para cultivar frutas y verduras, lo que debería ser el 80% de nuestra dieta. Es increíble que en muchos países desde Estados Unidos hasta Argentina, no tengamos las frutas y verduras suficientes para permitir la ingesta de 5 a 9 porciones al día, algo que es recomendable para nuestro cuerpo.
Lo que a la mayoría de nosotros nos queda es la comida industrial. ¿Te has puesto a pensar que se esconde en los alimentos empacados, enlatados o hecho en fábrica?
Por ejemplo podemos descubrir que en las papas fritas hay más de 20 ingredientes y la mayoría de ellos no son de papa real, o cuando una hamburguesa de comida rápida contiene muy poca carne, o cuando el adolescente promedio consume 34 cucharaditas de azúcar al día, estamos viviendo en una pesadilla alimentaria, en una película de ciencia ficción.
En todos los países de América Latina hay una discusión sobre qué comer, cuáles son las dietas que debemos realizar, cual es la moda en alimentos. Hasta qué punto nos hemos desviado de las condiciones naturales que dieron origen a nuestra especie del simple acto de comer raíces, alimentos completos y frescos. Necesitamos volver a comer alimentos de verdad.
La industria de alimentos, es una gran empleadora en muchos países, tiene gran influencia en los medios de comunicación y algunas veces nos confunde deliberadamente.
Estamos inmersos en mensajes de que lo “bajo en contenido de grasa” o “Light” es bueno o más saludable, cuando muchas veces no es así ó preferimos una gaseosa o refresco sin azúcar, pensando que esto nos evitará subir de peso, cuando en realidad estamos vendiéndole al cuerpo un engaño. El que la etiqueta diga, “menos azúcar”, “menos grasa”, “bajo en” no lo convierte en alimentos saludable.
En el siglo XXI nuestras papilas gustativas, nuestra química cerebral, nuestra bioquímica, nuestras hormonas y nuestras cocinas han sido secuestradas por la industria alimentaria.
Estamos consumiendo alimentos que no son más que sustancias químicas del sistema industrial para engañar a nuestras papilas gustativas, dándonos un placer momentáneo. Pero el cuerpo es orgánicamente funcional e inteligente, por eso nuestra biología reacciona, rechaza y desprecia la basura a través de nuestros genes, nuestra química y sistema hormonas.
El procesamiento industrial ha dado lugar a una gran variedad de adictivos, engorde, atascos y metabolismo de las sustancias químicas y compuestos como el aspartame, alta fructosa de jarabe de maíz y las grasas trans, por nombrar los más grandes delincuentes.
GMS se utiliza para crear ratones gordos, donde los investigadores estudian la obesidad. GMS es una excito-toxina que estimula su cerebro para comer sin control. El ácido glutámico se aisló por primera vez en 1866 y se descubrió como saborizante del caldo de alga kombu (laminaria japónica), usada tradicionalmente en la cocina japonesa. Este descubrimiento en la cocina oriental revolucionó la industria alimentaria. Esto fue uno de los secretos de los japoneses, el cual se permeó a los americanos, a quienes les intrigaba el buen sabor de la comida de peor calidad. Gracias a la presencia del GMS, las comidas industriales mediocres evidenciaban buen sabor y se consumían abundantemente.
El GMS se convirtió en un común denominador de los alimentos industriales producidos a gran escala. Además de en las comidas de los restaurantes, el GMS se encuentra en fiambres, hamburguesas, bocadillos, mezclas de especias, alimentos conservados y procesa- dos como sopas de sobre, cubitos de consomé de pollo, papas (patatas) fritas, aderezos para ensaladas, condimentos para preparar carnes a la parrilla, salsas, mayonesas, etc. En comedores de fábricas, escuelas y hospitales se sirven toneladas de GMS.
Las grasas trans también producen cambios y alteraciones, por ejemplo, se deriva de una comida real - aceite vegetal - modificados químicamente para resistir la degradación por las bacterias, por lo que las galletas modernas pueden durar años en los estantes.
Nuestras fábricas de energía, las mitocondrias, no pueden procesar estas grasas trans. Su metabolismo se bloquea y se produce un aumento de peso y la diabetes tipo 2. La lengua puede ser engañada y su cerebro puede hacerse adicto a las combinaciones de grasa, azúcar y sal, pero su bioquímica no puede y el resultado es el desastre de la obesidad y las enfermedades crónicas que tenemos hoy en América Latina.
No es de extrañar que casi el 70% de los mexicanos y estadounidenses tengan sobrepeso. También no es de extrañar que desde 1960 hasta hoy la tasa de obesidad a aumentado de 15% a 36% y pronto llegará a 42%. En la última década la tasa de pre-diabetes o diabetes en los adolescentes ha aumentado del 9% al 23%.
¿En serio? Casi uno de cada cuatro de nuestros niños ahora tiene pre-diabetes o diabetes tipo 2 y el 37% de los niños de peso normal tienen 1 o más factores de riesgo cardiovascular, como presión arterial alta, colesterol alto o azúcar en la sangre, tenemos niños enfermos.
En forma personal me preocupa este tema, por eso en mi último libro, “El ABC para rejuvenecer” nos enfocamos en dilucidar cuáles son los alimentos que nos benefician y cuáles no, junto con un plan de 30 días con recetario incluido.
Es hora de tomar nuestras cocinas y nuestros hogares. Parece imposible ante tanta oferta de la industria de la “alimentación vacía”.
Pero el poder del cambio lo tenemos nosotros, en nuestros carritos de compra, la heladera o refrigerador, despensa, la cocina y en nuestra mesa.
Se trata de los cientos de pequeñas decisiones, las acciones pequeñas que haces todos los días.
Y no te preocupes, a mí me costó mucho entender que nuestro cuerpo fue diseñado para funcionar con la comida real. Nuestro estado natural es la salud. Tenemos que simplificar nuestra forma de comer.
La receta: “quitar basura” de nuestra dieta, desintoxicar nuestros cuerpos y nuestras mentes y sanarnos. Basta con elegir alimentos tales como verduras, frutas, frutos secos, semillas, aceites saludables (aceite de oliva, aceite de pescado, aguacate y aceite de coco), pequeñas cantidades de granos enteros y frijoles y proteínas animales magras como pescado pequeño salvaje, carne de pastoreo y huevos de granja.
No necesitas dietas, no necesitas contar calorías, ni grasas, ni medir carbohidratos o gramos de proteína. Nada de eso importa si eliges alimentos reales, enteros, frescos, alimentos vivos. Si optas por la calidad, el resto se ocupa de sí mismo. Nuestro libro “El ABC para rejuvenecer” es eso, eliminar la basura y elegir los alimentos que le convienen a tu cuerpo.
Cuando comes alimentos con sustancias químicas industriales, alimentos vacíos con adictivos y azúcar, tu cuerpo pide más, en busca de nutrientes que nunca encontrará en esos alimentos muertos. Sin embargo, después de comer alimentos frescos con nutrientes por unos días, la adicción biológica para la alimentación industrial se romperá, y en unos días más, tus células comienzan a rejuvenecer y sanar desde adentro hacia afuera.
Los efectos secundarios de comer natural son todos buenos: la pérdida de peso sin esfuerzo, revertir la presión arterial alta, diabetes, colesterol alto, la limpieza del cerebro, el levantamiento de la depresión y la fatiga y la piel aún mejor, el cabello y las uñas.
Cuando agregas cosas buenas a tu dieta, no habrá espacio para las malas. Tu cerebro no lo pedirá y tu cuerpo se volverá cercano a todo lo bueno. La madre naturaleza es la mejor farmacia y la comida es la droga más poderosa del planeta. Funciona más rápido, mejor y más barato que cualquier otro medicamento farmacéutico.
Alimentos enteros, con aderezos reales como la chía, el cáñamo, el perejil, el cilantro, el coco y oliva pueden afectar a miles de genes, regular docenas de hormonas, y mejorar el funcionamiento de decenas de miles de redes de proteínas.
Yo les digo a las personas que nos siguen en nuestras conferencias que la cena es una cita con el médico. Lo que se pone en el extremo del tenedor es más poderoso que cualquier cosa que puedas encontrar en la parte inferior o posterior de una botella de medicamentos, la prescripción.
Salud y felicidad van de la mano. Cada uno de nosotros tiene la capacidad de hacer que los pequeños cambios en nuestras vidas creen grandes cambios en nuestro panorama alimentario.
Espero que a partir de hoy juntos comencemos a “curar con el tenedor”.
Por más Salud
Comentarios
Hola, la chìa como la podemos preparar, en que alimentos podemos combinarla?. Gracias y cual es su beneficio a nuestro organismo?
demasiado tarde me di cuenta de eso. soy diabetica y ha sido muy triste para mi cuando me lo diagnosticaron pk sabes que es un padecimiento degenerativo que con el tiempo afectara tu riñon o vista o pies
Gracias por compartir, no he podido comprar tu libro pero te sigo en utilisima, y la verdad me han servido muchos sus consejos. Felicidades
Diego: Felicidades!!! maravilloso y completo estudio sobre la alimentacion. ojala se haga conciencia de que lo mejor nos lo da nuestra magica madre naturaleza. mi vida es una prueba de lo que mencionas, comer sano, es vivir sano y todo tu cuerpo te lo agradece cada dia. gracias mil, por compartir. a vivir mas y con calidad.
gracias, tu gran pasion por hacernos reflexionar sobre este tema, conmigo cumplio su proposito.
MIL GRACIAS, y me quedo con algo que es el punto central "nuestro cuerpo fue diseñado para funcionar con la comida real. Nuestro estado natural es la salud " yo siempre he pensado que la transformacion industrial no necesariamente es la que vivimos hoy en dia, puesto que una transformacion ayuda a mejorar y siempre es en pro del bienestar, sin embargo la supuesta transformacion industrial actual solo trae consigo como tu lo mencionas que la mayor parte de la poblacion este enferma.