La llegada de un hermanito
Cuando llega un nuevo bebé a casa, todo cambia para el hermano mayor, que necesita una preparación muy cuidadosa. Es fundamental hablar mucho con él, platicarle todo acerca de la nueva experiencia: cuándo nacerá, qué va a pasar con él y cómo va a ser la nueva vida de la familia con otro miembro.
Es importante dejar bien claro que ese pequeño desconocido que estará compartiendo su territorio, quitándole la atención de sus padres, le traerá grandes satisfacciones a la larga. Sobre todo es necesario repetirle constantemente cuán importante, especial y querido es él para sus padres y que nadie nunca podrá quitarle su amor.
Por muy preparado que esté, el niño resiente la atención al hermano recién nacido y podría empezar a tener varias actitudes diferentes como: comportarse como un bebé de nuevo, dejar de controlar sus esfínteres, tartamudear, hablar como bebito, hacer rabietas, llorar estrepitosamente, gritar, en fin, todo lo que le ayude a llamar la atención. A veces es tan fuerte su frustración que puede presentar incluso dolores de piernas, brazos, vómito y diarrea.
Nosotros podemos ayudar a este pequeño haciéndole ver las ventajas de ser mayor; como: comer dulces, andar en triciclo, salir al parque, comer en la mesa y otras cosas divertidas que los bebés no hacen.
Algo que puede ayudarlo mucho es hacerlo sentir un aliado nuestro. Para ayudarlo a calmar sus celos y tomarlo en cuenta es buena idea pedirle que nos acompañe en el baño del bebé, que nos ayude a cambiar los pañales o que nos traiga el biberón. Palabras como: “qué bueno que tú me ayudas con el bebé o gracias porque necesito mucho de tu ayuda”, lo harán sentirse reconfortado, contento, reconocido y orgulloso de sus avances como niño grande.
Será necesario observarlo con mucho cuidado, pues los celos más intensos no siempre se presentan cuando el bebé llega del hospital. Al principio el pequeño está enojado por el reacomodo familiar, ya que no le gusta dejar de ser el único. A la llegada del bebé se da cuenta que no podrá desplazarlo, pues es demasiado pequeño para competir contra él, sin embargo a medida que crece y atrae más la atención de los adultos o toma sus cosas, sus celos vuelven más intensos.
Entonces si se siente en desventaja se podrá comportar hasta agresivo y en vez de acariciarlo, puede llegar a pellizcarlo y hasta a morderlo, pegarle o aventarle cosas en su afán por “ganarle”.
Cuando se acerque al bebé debemos estar junto a él y ayudarlo a controlarse, no se trata de castigarlo, sino de comprenderlo y explicarle, de manera calmada y cariñosa, que aunque se siente enojado, no van a aceptar que lastime a su hermanito.
Es indispensable que cada hijo sepa y escuche con frecuencia que tiene un lugar especial en la familia y en el corazón de sus papás. Si ambos se sienten queridos y aceptados, mas adelante, ante las dificultades familiares o de la escuela, se buscarán el uno al otro de forma natural y establecerán relaciones de sana complicidad, comprensión y apoyo.
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