Muchas personas reaccionamos o reaccionan con rabia, enojo, ira cuando nos sentimos amenazados. Es un estado de alerta que genera adrenalina través de la activación del sistema nervioso simpático para que podamos combatir lo que en un momento se interpreta como una amenaza.
Desde un punto de vista positivo, la ira tiene como objetivo darnos fuerza para protegernos y poder sobrevivir. Pero muchas veces la utilizamos cuando no la necesitamos.
Esta emoción tiene muchas consecuencias a nivel fisiológico y de comportamiento: el pulso se acelera, el corazón late rápido, la respiración se agita; pero también hace que las personas que están a tu alrededor se sientan incómodas, amedrantadas, con miedo y deseo de alejarse.
Nadie quiere relacionarse con una persona que estalla de forma descontrolada y que dice y hace cosas que luego cuesta trabajo olvidar; y que en muchos casos condicionan la relación de por vida.
Confucio: si te enfadas, piensa en las consecuencias.
La ira tiene su origen en el pensamiento, por lo que es importante buscar la causa y localizar el motivo de nuestro enojo. Pregúntate: ¿el motivo justifica la respuesta?
Como afirmo Benjamín Franklin: lo que empieza en cólera acaba en vergüenza, nos enojamos y después nos arrepentimos.
Por lo tanto, los consejos de expertos para controlar tu ira y buscar otras alternativas más sanas para mostrar tu enfado deben empezar por preguntarte que tan amenazante es el motivo que lo genera.
Comparto contigo algunos de ellos:
- Practica un idioma sereno: sino quieres experimentar furia, no te hables en términos como: horrible, no lo soporto, estoy hasta la coronilla. Mejor suaviza el lenguaje y utiliza expresiones como: es desagradable pero pasajero, a veces esto sucede, si tuviera que elegir, no sería esta mi decisión.
- Expresa una actitud positiva: exprésate lento, sonríe, aunque no tengas ganas, expresa serenidad con los gestos de la cara y de tu cuerpo, hable quedito y no demuestres rabia. Si adoptas una postura corporal y una voz de persona tranquila tu cerebro interpretará que estás en paz y mandará la orden de serenar el sistema nervioso.
- Práctica habilidades sociales e inteligencia emocional: entender los puntos de vista de los demás te permitirá ser más flexible y tolerante.
Uno de los factores que nos llevan a ser más irascibles y recurrir a la ira es la falta de comprensión de los demás. Entender que no todos somos iguales, que llevamos distintos ritmos y que funcionamos de diferentes formas.
- Se prudente: las personas irascibles creen que tienen el derecho a verbalizar todo lo que les pasa por la mente. Sabemos que la sinceridad es una virtud, pero sin tacto es mala educación.
No te sientas con el derecho de decirle a todo el mundo lo que tiene que hacer a estar dando consejos que nadie te pide. Mejor se prudente, no hables demasiado y no digas todo lo que piensas.
- Saca piedras de la mochila: esto significa que no dejes que se te acumulen los malos ratos. Resuelve problemas, toma decisiones, llama a quien te ha ofendido y has las pases. Puedes hacer el ejercicio de anotar en una hoja todos los frentes que tienes abiertos y que te generan malestar; anota que es lo que necesitas para resolverlos con una fecha determinada, y al final: actúa y cierra estos frentes.
- Practica actividades que te hagan sentir bien: ¿por qué? Si en tu vida haya más cosas que te gusta hacer que obligaciones, te sentirás bien y a gusto. Te sentirás feliz, y las personas felices son menos agresivas e irascibles.
Ten siempre en la mente alguna palabra tipo: alto, con calma, detente…cualquier señal que te recuerde la orden implícita de parar, tomarse las cosas con calma, imprimir otro ritmo. Repítela cada vez que sea necesario y verás que te hará sentirte mejor, alcanzarás otros resultados y te sentirás cómodo con las demás personas.
Recuerda, no eres un globo, (me gustó esta comparación), no hace falta que revientes cuando algo te pincha. Tienes capacidad para controlarte e inhibirte si así lo decides.
Escribe Ralph Waldo Emerson: por cada minuto que permaneces con rabia, pierdes sesenta segundos de paz.
Una de las consecuencias emocionales de las personas con ira es la sensación de falta de control, Son las situaciones las que los controlan a ellos.
Los adultos somos modelos de conducta para nuestros hijos. Si aprenden que la ira es una forma de poder, también querrán hacer lo mismo.
Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com. Facebook: Lucia Legorreta
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