El pensador francés Paul Virilio, autor de “Estética de la desaparición” y Ciudad pánico” ha reflexionado sobre el impacto de la revolución tecnológica, de la manera en la que se ha impuesto lo instantáneo. El mejor ejemplo es la reciente catástrofe de Japón. Antaño la historia se inscribía en un muro de tiempo largo, el de la vida y la muerte, ahora en el “muro del instante”. En Japón ocurrió un sismo, un tsunami y una catástrofe nuclear que terminará en una catástrofe financiera. Estamos frente a una nueva temporalidad; la del “instante”. Nos gobiernan las computadoras que van más rápido que el cerebro humano, el mundo se ha achicado con el progreso. Los accidentes son sistémicos y nos afectan a todos, son globales, integrales. Los medios de comunicación se definen por la urgencia del miedo.
Estamos frente a un miedo apocalíptico y el miedo como el amor es una emoción máxima. Los medios comunican todo con urgencia, lo más rápido posible, los habitantes del mundo compartimos ese miedo.
La industria atómica conlleva peligros, las consecuencias de las radiaciones son aterradoras, provocan cáncer, mutaciones, esterilidad, sabemos que a 2000 kilómetros cuadrados alrededor de Chernóbil ya nadie podrá vivir sin correr graves riesgos La energía atómica es peligrosa y su explotación está plagada de incertidumbres, nadie sabe a ciencia cierta cuánta gente ha muerto después de 26 de abril de 1986 y lo de Japón acaba de suceder, no sabemos qué sucederá a largo plazo. Para Virilio cada avance lleva su catástrofe, la aparición del ferrocarril produjo el descarrilamiento; el auto veloz, los accidentes. La estupidez humana no parece tener límites.
Patricia Rodríguez
Comentarios