Envejecer es un fenómeno biológico que involucra a todos los seres vivos. Dentro de esa escala nos encontramos los seres humanos, que recorremos las diferentes etapas de la vida rumbo al otoño de nuestra vida.
Mucho se ha hablado acerca de cómo encarar esta estación maravillosa que es como observar una bahía desde una colina.
La experiencia y la sabiduría acumulada a través de tantos años, se expresa en su máxima dimensión en este curioso período de la existencia.
Fue llamado vejez, luego tercera edad y ahora llevamos dignamente el nombre de adultos mayores. En realidad no saben lo que hacer con nosotros, y lo que no se dan cuenta que cuándo ellos recién piensan cómo ir, nosotros ya hemos ido y regresado varias veces.
La actitud frente a este período de la vida es fundamental para transitarlo con las fortalezas que nos han sido proporcionadas por las condecoraciones obtenidas por los esfuerzos realizados.
La actitud es la disposición mental con que hombres y mujeres enfrentamos los desafíos a los que la existencia nos expone, y es además la capacidad para generar estrategias para poder vivir de acuerdo a nuestras expectativas.
Definitivamente todos juntos debemos derribar la imagen del adulto mayor que ya no sirve, que molesta, y que se convierte en un problema para su familia.
Aquí sí hay una cuestión de responsabilidad individual en lo que tiene que ver con el cuidado de nuestra salud tanto física como emocional.
Hacerlo, nos dará la oportunidad de ingresar en el otoño de la vida con las mejores armas, esgrimiendo proyectos, metas y objetivos que le den sentido a nuestras vidas.
Ya no más la imagen del anciano desvalido y dependiente de su familia o de quienes ofrecen su ayuda o su misericordia.
La ciencia hoy nos permite hoy en el siglo veintiuno vivir muchos más años que hace un siglo.
Pero, hay un detalle, esos años no van acompañados de una adecuada calidad de vida. Ella es una responsabilidad de cada uno de nosotros, y tener esto en cuenta es sumamente importante.
Nadie sabe cuánto ha de vivir, por lo tanto tampoco hay edades para generar sueños e ir tras de ellos.
Envejecer no es sinónimo de enfermedad. Si bien es cierto que a medida que los años se suceden, nuestro sistema inmunológico o de defensa no es tan eficiente y eso trae como consecuencia la mayor vulnerabilidad frente a distintas agresiones, el cuidado personal tanto de nuestro cuerpo físico como emocional, minimiza ese escenario.
Hoy nadie discute ya la interacción profunda que existe entre la mente y el cuerpo; esto nos obliga a asumir la responsabilidad en el cuidado de nuestros sentimientos y de nuestros pensamientos para poder mantener el equilibrio necesario el mayor tiempo posible.
Paralelamente los controles periódicos con nuestro médico de cabecera nos ponen a resguardo de sorpresas que puedan disminuir nuestra capacidad física.
Vivir es un arte y la búsqueda de la armonía y de la paz interior debe ser la consecuencia de los caminos transitados y de los conocimientos adquiridos en esta tan particular tarea de sortear los obstáculos que naturalmente se presentan con el paso de los años.
Muchas veces he sido interrogado acerca de si hay una edad específica para plantearse un nuevo proyecto o para fijarse metas u objetivos, sobre todo preguntas hechas por adultos mayores.
Y mi respuesta siempre ha sido la misma. La supuesta vejez es la mejor etapa para poder realizar todo aquello que por distintos motivos hemos ido postergando debido al cumplimiento de nuestras obligaciones.
El merecido retiro laboral, abre las puertas a la creatividad del ser humano, que ahora está en las mejores condiciones para hacer todo aquello que deseó intensamente a lo largo de su vida, y que no pudo llevar a cabo.
Lo que no debes hacer si eres un adulto mayor, es entregarte, caer en la apatía y en la indiferencia que lleva a un aburrimiento y a una pérdida de neuronas útiles, dejando que la vida te pase de largo, mientras tú simplemente observas como los demás viven.
Asume el comando de tu existencia; utiliza tu experiencia al servicio de la búsqueda de tu bienestar; no trates que los demás sean como tú quieres; demuéstrales a los demás que no eres un mueble viejo que puede ponerse en un rincón. Eres un ser vivo, que piensa, que siente y que tiene mucho para dar y también mucho para recibir.
Los adultos mayores nos quejamos amargamente que los demás no nos consideran, y que no nos tienen en cuenta.
Pues mira, es exactamente al revés. Somos nosotros los que tenemos que jerarquizar el otoño de la vida. Si nos respetamos a nosotros mismos, también obtendremos el respeto de los demás.
Recuerda siempre que lo más importante es el juicio que te merece tu propia persona, y el balance que tú hagas del camino recorrido.
Recuerda que la vida siempre te estará brindando una nueva oportunidad y que el ser humano también tiene múltiples opciones.
Sólo tienes que aprender a verlas, y elegir aquella que sea más afín a tus intereses.
Mira a tu alrededor y verás compañeros de ruta en plena actividad y verás también de los otros, abandonados a su suerte, por no haber asumido el comando de su existencia.
Si tienes una salud razonable, no esperes de los demás. Actúa por ti mismo y demuéstrale a tu entorno que tus hilos de plata no son un demérito, sino todo lo contrario, te dan un respaldo envidiable.
En conclusión: los hilos de plata y los años de oro debemos llevarlos con dignidad. La confianza y el respeto por nosotros mismos, nos genera esa dignidad ante nuestros propios ojos y ante los ojos de los demás.
Apela a la creatividad, busca en tu interior lo que te guste hacer y pon manos a la obra para alcanzar tu bienestar.
Dr. Walter Dresel
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