Es muy probable que después de leer la primera parte, estarás muy interesado en saber cuáles son las acciones que tendrás que tomar para llevarlas a la práctica del aprendizaje transformacional; en especial en el universo conyugal. Pues bien, éste se lleva a cabo a partir de ejercer tres funciones de tu sabio interno.
La primera función está relacionada con la adquisición de la información, que te permita formar nuevas creencias que expandan tus posibilidades de transformación.
Este proceso se inicia mediante la activación de tu buscador, para que emprendas una marcha incansable en pos del tesoro del nuevo conocimiento. Es importante advertir que la incorporación de esta nueva información no te transforma por sí misma, toda vez que “no es lo que te nutre lo que te llevas a la boca, sino lo que asimilas”. Llevar el alimento de los conocimientos a nuestra mente es apenas el primer paso. Ahora hay que asimilarlos.
La segunda función del sabio que te lleva a digerirlos consiste en supervisar a tu guerrero para que, a través de voluntad y disciplina, implemente de manera sistemática las acciones necesarias que involucran lo que aprendiste.
Por ejemplo: si eres una persona que padece estreñimiento emocional, tacañería afectiva, síndrome de limosnero emocional ( codependencia ), o cualquier otra pauta neurótica, lo primero que debes hacer es tomar conciencia de este padecimiento a través de la participación de tu buscador, quien te conduce a algún curso, terapia o literatura, en los cuales podrás descubrir que hasta ese momento has sido un discapacitado afectivo. La confrontación con esta parte oscura provocará un doloroso corto circuito en tu interior al enterarte de la realidad que te habías empeñado en negar. En esta etapa importante también descubrirás el origen y las causas de tus carencias y de tus heridas emocionales.
Posteriormente activarás a tu guerrero para emprender acciones cotidianas que te permitirán expresar tus emociones y tu generosidad afectiva. Por ejemplo, verbalizando varias veces al día que amas a tu pareja, conversando cálidamente con ella, siendo detallista y mostrándote genuino e interesado en su persona.
Sé que es un proceso difícil, pero también sé que cuentas con un poderoso guerrero para enfrentar lo que sea necesario.
Cada vez que llevas a la práctica tus tareas, afianzas y maduras estas actitudes, creas una identidad personal más rica y aceleras tu proceso de transformación, toda vez que los seres humanos tenemos el gran privilegio de reinventarnos a nosotros mismos a través del aprendizaje y de nuestro nuevo repertorio de acciones.
En esta fase de trabajo, en la cual aplicamos nuestros autodescubrimientos, se hace presente la tercera función del sabio.
La primera fue la incorporación de nuevos conocimientos; la segunda, la generación de acciones. La tercera tiene que ver con una de sus encomiendas primordiales: la autoobservación. Cada vez que interactúas con tu pareja, en especial cuando abordan un conflicto, en ese momento y sin que te percates de ello, intervienen desde el anonimato de la invisibilidad múltiples elementos saboteadores. Tu matrimonio sólo podrá evitar sucumbir a los embates de estas poderosas fuerzas destructivas en la medida en que seas capaz de hacerlas visibles al emplear el faro iluminador de tu sabio observador.
Dado que existen fuerzas que se oponen a tu transformación, emanadas de contenidos, creencias, imágenes y juicios del pasado almacenadas en tu proyecto inconsciente, los cuales se empeñan obcecadamente en repetir patrones y, además, sin que te des cuenta emplean su vasto arsenal de triquiñuelas para impedir sus caprichosos intereses, el gobernante del reino debe darle la orden al sabio para que observe tus comportamientos y los coteje con el nuevo punto de vista, que es el resultado de tus autodescubrimientos.
Por ejemplo, si tú ya admitiste que no eres cariñoso por las limitaciones de tu estreñimiento emocional y no tanto por la justificación dolosa que usaste durante años, de que castigabas a tu pareja porque según tú no cumplía con los méritos indispensables ni hacía el esfuerzo necesario para satisfacer tus necesidades, ahora cada vez que empieces a experimentar la frustración y aparezca el impulso de evitarla o no dar, en ese momento tienes que tener listo a tu observador para que tomes conciencia de las fuerzas saboteadoras, que ya puedes identificar luego de descubrir que has sido un avaro afectivo porque estás resentido con la mujer como resultado de las heridas de tu infancia, y en lugar de actuar como antes ―ahora apoyándote en tu guerrero―, despiertas a tu bienhechor y a tu amante para desplegar el lenguaje del amor con una frase gentil o un detalle generoso.
Para que te familiarices con el sabio observador te presento el siguiente cuento:
Centinelas de sí mismos
Había una vez un maestro que todas las noches ―desde las diez hasta las doce― cuando iba de regreso a su casa, se quedaba mirando extasiado el fluir de las aguas en el río bajo la noche. Y mientras él veía las aguas saturadas de estrellas, se oían ruidos de alguien que observaba a sus espaldas. Y así una noche y otra y otra más, hasta que un día aquel hombre curioso se atrevió a preguntarle al maestro:
―Dígame, ¿qué tanto hace hora tras hora con la mirada clavada en las aguas? ―preguntó.
―Bien ―dijo el maestro―, con gusto le diré qué hago, pero antes contésteme qué es lo que usted hace mientras observa que yo estoy observando.
―Bueno, yo soy un vigilante de la casa que está allá, cerca de la orilla del río ―dijo el hombre intrigado.
―Mire ―respondió el maestro―, en realidad usted me da la respuesta a la pregunta de qué es lo que yo hago hora tras hora en la noche; soy un vigilante de mí mismo, y quizá la única diferencia entre usted y yo consiste en esto: mientras usted vigila una casa, mi oficio es vigilar mis pensamientos para ver a dónde quieren llevarme .
Así como el venerable maestro en aras de su evolución espiritual, se ocupa de ser un vigilante de sí mismo, de la misma manera los integrantes de la pareja deben convertirse en despiertos centinelas de lo que ocurre tanto entre ellos como al interior de cada uno, si pretenden ser mejores personas y construir una relación nutritiva.
Para que invoques a tu observador, puedes imaginar que te desdoblas, convirtiéndote en alguien que puede observarse a sí mismo desde afuera, incluyendo los comportamientos y emociones que experimentas.
Un observador diligente está atento a lo que sucede en la interacción con el cónyuge, puede ver sus comportamientos y los que despierta en ti. En nuestro ejemplo, la persona que está trabajando su estreñimiento emocional observa lo que la pareja le dice, lo que él elige sentir, el acecho de sus viejos impulsos, que buscan manifestarse, la conciencia del deseo de transformarse y de las nuevas acciones que hay que llevar a cabo, y finalmente de los sentimientos de satisfacción al estar logrando los cambios apetecidos.Mientras más conocimientos adquiere tu sabio observador. Esto lo convierte en un observador cada vez más sabio.
Comentarios
Me gusto mucho la Historia. Gracias por compartir todo esto con
nosotros.
Muchísimas Gracias, Estimado Rubén. Precisamente esta mañana parte de tus propuestas en este artículo es lo que comentaba con mi pareja, referente a la vista de su hermano. Pero me parece bastente precioso y preciso, que hayas dedicado especial enfasis a la relacion conygal o de pareja, que a veces venimos arrastrando lastres inservibles que van deteriorando y desgastando el brillo del amor y de la pasión. Un millón de gracias! Por favor dime que dia publicaste la primera parte en Retos Femeninos, para rastrearla y enriquecerme con la totalidad de tu maravilloso articulo. Que Dios te siga dando tanta luz y tanto amor, para compartir. Abrazos: *Gena. (Eugenia Marín).
Excelente, muchas gracias por compartir tus conocimientos!!!!