Cuando hemos recorrido el camino del diálogo interno y tenemos cierta certeza acerca de lo que queremos que nos suceda en la existencia, nuestras decisiones tienen una cuota de expectativa positiva que ayuda enormemente a elevar nuestra autoestima. En cambio, cuando deambulamos por la vida con inseguridad, con temor, cada decisión reflejará y desnudará nuestras carencias y esa incapacidad para poder explorar un presente y un futuro diferente para nosotros.
Esa necesidad de permanecer en la zona de comodidad para no intentar nada nuevo en la vida, nos paraliza y nos impide pensar siquiera que puede existir un futuro diferente, si nos animáramos a tomar algunas decisiones trascendentes. Tenemos que desprendernos de ese pasado, que aunque es conocido, nos está produciendo un profundo daño.
Y la tristeza que produce la falta de un proyecto personal, algo que no puede ser en este Siglo XXI, nos induce a creer que debemos aceptar la realidad tal cual es, sin siquiera poder establecer algunos cambios tendientes a sentirnos mejor con nosotros mismos. Y no estamos mencionando a los demás, nos estamos deteniendo a tratar de mejorar la imagen que tenemos de nosotros ante nuestros propios ojos, cómo nos vemos en el desempeño de la vida. ¿Cómo podemos estar en armonía con los demás si ni siquiera podemos mirarnos en el espejo del alma con equilibrio y con cierta paz interior? ¿Quién puede dar algo que no tiene?
Yo te pido que tú reflexiones sobre este punto trascendente porque es fundamental, antes que podamos analizar el concepto de eficacia personal. Para hacerlo, me tengo que sentir en condiciones de abordar el tema, de creer que voy a ser capaz de ser eficaz en la medida que me lo proponga y en la medida que dé los pasos necesarios para ello.
Cuando un ser humano, por distintas circunstancias, pierde la confianza en sí mismo y deja de creer que es capaz de lograr su propio bienestar, comienza poco a poco a desmoronarse su condición humana, para transformarse en un ser que cumple con determinadas condiciones biológicas y nada más. Simplemente sobrevive a lo que son, hoy en día, las exigencias de un mundo que cambia vertiginosamente. Los fracasos y las decepciones que pudimos haber sufrido en los caminos de la vida, nos hacen creer falsamente que no vale la pena hacer nuevos intentos porque el resultado será siempre el mismo. ¿Y qué es lo que nos paraliza? El pánico, que nos invade y que nos hace creer que si nos quedamos quietos, siempre en el mismo lugar, vamos a correr menos riesgos que si nos aventuramos a explorar un presente y un futuro diferente.
¿Y cómo puede pensar un ser humano, en el concepto de eficacia personal, si ni siquiera puede creer en sus propias fuerzas? Lo cierto es que aunque así lo queramos, en la vida, nunca podemos permanecer en el mismo lugar, porque la vida es movimiento, porque la vida es acción. Y la frustración que uno siente cuando no puede alcanzar sus sueños, cuando no puede llevar a cabo un proyecto personal, es la consecuencia de pequeños o grandes errores cometidos en el momento de tomar las grandes o pequeñas decisiones que construyen los caminos de la vida de cualquier ser humano. Pero… hay un atenuante en todo esto, y es que por el solo hecho de ser humanos, tenemos derecho a equivocarnos. A lo que no tenemos derecho es a seguir equivocándonos en forma permanente, sin analizar, sin revisar, qué es lo que nos sucedió para poder enmendar el camino.
Por eso, les digo, que nada sucede por casualidad en la existencia. Y quizás haya llegado el momento en que en esta lucha que todos tenemos por una supervivencia digna, hagamos el esfuerzo de ser sinceros con nosotros mismos y nos preguntemos si hemos sido eficaces en la toma de decisiones en los últimos tiempos.
¿Cómo te va hoy con la vida? Lo que pretendo es que tú puedas obtener una visión y una aceptación de tu realidad, para luego saber con certeza qué cambios tienes que introducir para que a partir de este momento tú puedas tomar decisiones en el marco de la eficacia personal. ¿Cuál es el objetivo de estos cambios que estamos intentando realizar? El objetivo fundamental es comenzar un camino diferente en nuestra vida. Comenzar a estar en armonía con nuestro cuerpo y con nuestras emociones. Es poder apoyar la cabeza en la almohada en la noche cuando nos vamos a acostar y poder dormir en paz porque tenemos la certeza de que hemos ido tomando decisiones necesarias para proporcionarnos un camino ascendente en la vida.
Nada de esto es sencillo. Indudablemente que las palabras son mucho más fáciles que las acciones. Pero sucede que no hay criatura de la creación que sea más compleja que el ser humano. Cuántas veces nos engañamos tratando de justificar conductas que van en contra de lo que queremos y de lo que sentimos. Cuántas veces decimos que SÍ cuando en realidad estamos pensando que NO. Y cuántas veces tenemos que reprimirnos porque los demás no están de acuerdo con nosotros y terminamos aceptando la opinión de los demás. La rutina, la apatía, la indiferencia, el aburrimiento, son enemigos internos que tenemos que combatir porque en buena medida son los responsables de que tomemos decisiones en forma casi automática y la mayoría de las veces sus contenidos no responden a lo que necesitamos para acercarnos a nuestro bienestar. ¿Qué necesita un ser humano para sentirse bien? Y creo que hay tantas respuestas como seres humanos .Porque todos podemos necesitar cosas comunes, pero seguramente en todos nosotros hay algo que nos diferencia y que determina esa singularidad que cada ser humano tiene y que lo hace diferente.
¿Tú sabes lo que necesitas para sentirte bien? Te invito a que hagas esa revisación interior, analices de qué modo has vivido hasta el día de hoy y pienses qué cosas cambiarías para poder acceder a ese bien tan preciado que es sentirte bien con tu propia vida.
Dr. Walter Dresel
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