“Cada día tengo más claro, que no se puede ser feliz en la tierra, más que en la medida en que uno se aleje de las cosas y se acerque a sí mismo. “
Jean Jack Rousseau, me prestó sus palabras, para iniciar esta reflexión y cada vez que iniciamos un nuevo día, cada vez que empezamos y abrimos los ojos a una nueva jornada y revisamos nuestra agenda, la lista de obligaciones, es nuestro deseo íntimo, estoy seguro que en lo más profundo de cada uno de nosotros, queremos no solamente ser eficientes en el cumplimiento de esas obligaciones, sino que también esperamos que el resultado del esfuerzo se traduzca en un sentimiento de eficacia personal, verdad?
Tener ese sentimiento de que vamos avanzando, de que vamos ganando terreno y para ello tendríamos que comenzar por ponernos de acuerdo, respecto a qué entendemos por ser eficaces. Y uno puede aplicar muchas definiciones, pero me parece que lo más justo es pensar que la eficacia es la que nos permite colmar nuestras expectativas en cuanto a la manera en que queremos vivir y el modo en que nos las ingeniamos para poder responder a los retos a los que la vida nos expone diariamente.
Y… todos hemos atravesado, y tú también seguramente, por ciertas etapas en las que hemos tenido que hacer enormes esfuerzos en diversas tareas sin que podamos obtener los resultados deseados. Son esos fracasos, o esas frustraciones que nos acompañan a lo largo de la vida y pudimos haber sido muy eficientes y responsables, o sea, pudimos haber hecho las cosas bien o bastante bien, por lo menos, pero es probable que aún así no hayamos podido rescatar ese sentimiento de eficacia personal, que no hayamos tenido la percepción de que valió la pena la utilización de nuestra energía y los resultados no fueron aquellos que esperábamos.
Y cualquiera sea el ámbito en que un ser humano se desempeña, tenga que tomar decisiones sencillas o de las más complejas, el concepto de eficacia y la necesidad íntima de alcanzarla, siempre está alrededor de nuestra mente. Uno no puede derrochar ese tiempo precioso que utilizamos en reunir datos, sin escuchar nuestra intuición, antes de tomar una decisión, si no nos sentimos rodeados por ese halo de eficacia que tiene que ser uno de los objetivos en esta aventura en la cual todos estamos embarcados, que se llama VIVIR .
Excelencia y eficacia son dos palabras que se acercan y se rozan, cuando tenemos que tomar decisiones que consideramos de capital importancia para poder determinar cuál es el sentido de nuestra vida.
Y cuando enfrentamos la necesidad de decidir cosas importantes tenemos que saber que vamos a iniciar un camino que nos puede llevar hacia un futuro lleno de realizaciones personales, o que podemos quedar en el extremo opuesto del espectro, atrapados en una especie de maraña, verdad? que puede estar representando nuestro pasado, que también pudo no haber sido bueno, o haber sido frustrante, recordando uno o varios episodios, que hayamos vivido como grandes infortunios. Entonces, cómo saber si el pensamiento que estoy aplicando hoy me permitirá seguir y alcanzar mis sueños. Quizás para cada uno de nosotros sea diferente, porque todos experimentamos de una manera muy especial y muy particular y personal, la posibilidad de respetarnos profundamente.
Sin embargo, también creo que todos, de alguna forma y desde la visión que cada uno puede tener, nos sentimos integrados con la naturaleza y percibimos una fuerte iluminación que nos señala cuál es el camino que nosotros tenemos que recorrer, con entusiasmo y también con alegría.
Y esa exaltación positiva se traduce cada día en esa fuerza y en esa energía que nosotros ponemos para llevar adelante nuestro proyecto personal. Cada uno de ustedes y yo, que estoy emitiendo estos conceptos, vivimos una determinada realidad que tenemos que aceptar, sin que eso signifique que debamos resignarnos frente a esa realidad.
Definidas nuestras fortalezas y nuestras debilidades, una vez que nos miramos en el espejo del alma, vamos a estar en las mejores condiciones para poner en práctica cuál es la óptica que cada uno de nosotros tiene sobre su propia existencia, qué pienso yo de mi vida, que piensas tú de tu vida, cómo la estás viviendo. Y como resultado de esta actitud, que incursiona en lo más profundo de nuestro ser, esa vida va a empezar a cobrar un sentido diferente del que tenía hasta el día de hoy. Y nada sucede por casualidad en la vida. Por eso, antes de tomar decisiones que pueden cambiar el curso de nuestra existencia, es necesario sentarse a tomar un café con uno mismo y creer que nuestros sueños son posibles.
Y compartir ese café con nosotros mismos nos va a permitir conocernos en profundidad y tomar algunas decisiones que son previas a cualquier opción que está relacionada con el afuera de nosotros. Decisiones como volver a creer en nuestros pensamientos, o sea , recuperar la confianza en nosotros mismos, respetarnos frente a nuestros propios ojos y frente a los ojos de los demás, volver a creer que somos capaces de soñar y que nuestros sueños se pueden plasmar en una realidad tangible.
Todo eso y mucho más, nos va a hacer sentir que nuestras decisiones tienen la potencia que necesitamos, y que la vida será difícil sí, pero que vale la pena vivir.
Dr. Walter Dresel
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