Lo que nuestros hijos aprenden en la escuela o universidad es muy importante, pero este aprendizaje esta basado más en conocimientos, información, tecnología y herramientas para desarrollarse como profesionistas en la sociedad.
Sin embargo, hay una educación que estoy convencida se vive y aprende mucho más en la familia, y es la llamada educación emocional.
Los nuevos tiempos exigen desarrollar las capacidades innatas de los niños y jóvenes y no solo centrarse en los aprendizajes académicos.
La educación emocional está comprometida con promover entre los jóvenes una serie de valores que les permitan descubrir su propio valor, pudiendo así aportar lo mejor de sí mismos al servicio de la sociedad.
¿Cuáles son estos valores?
AUTOCONOCIMIENTO.
Conocerse a uno mismo es el camino que conduce a saber cuáles son las limitaciones y potencialidades de cada uno, y permite convertirse en la mejor versión de uno mismo.
RESPONSABILIDAD:
Cada uno de nosotros es la causa de su sufrimiento y de su felicidad. Asumir la responsabilidad de hacerse cargo de uno mismo en el plano emocional y económico es lo que permite alcanzar la madurez como seres humanos y realizar el propósito de vida que se persiga.
AUTOESTIMA.
El mundo no se ve como es, sino como es cada uno de quienes lo observan. De ahí que amarse a uno mismo resulte fundamental para construir una percepción más sabia y objetiva de los demás y de la vida, nutriendo el corazón de confianza y valentía para seguir un propio camino.
FELICIDAD.
La felicidad es la verdadera naturaleza del ser humano. No tiene nada que ver con lo que se tiene, con lo que se hace ni con lo que se consigue. Es un estado interno que florece de forma natural cuando se logra recuperar el contacto con la auténtica esencia de cada uno.
AMOR.
En la medida que se aprende a ser feliz por uno mismo, de forma natural se empieza a amar a los demás tal y como son y a aceptar a la vida tal como es.
Así, amar es sinónimo de tolerancia, respeto, compasión, amabilidad y, en definitiva, dar lo mejor de nosotros mismos en cada momento y frente a cualquier situación.
TALENTO.
Todos tenemos un potencial y un talento innato por desarrollar. El centro de la cuestión consiste en atrevernos a escuchar la voz interior, la cual, al ponerla en acción, se convierte en nuestra auténtica vocación.
Es decir, aquellas cualidades, fortalezas, habilidades y capacidades que permiten emprender una profesión útil, creativa y con sentido.
BIEN COMÚN.
Las personas que han pasado por un profundo proceso de autoconocimiento se les reconoce porque orientan sus motivaciones, decisiones y acciones al bien común de la sociedad.
Es decir, aquello que hace a uno mismo y que además hace bien al conjunto de la sociedad, en temas como el tiempo, el esfuerzo y el dinero dedicado a otros.
Reflexiona la importancia de inculcar en nuestros niños y jóvenes estos valores, para que crezcan con una buena autoestima y confianza en sí mismos.
Se volverán adultos conscientes, maduros, responsables y libres, con una noción muy clara de quiénes son y cuál es su propósito en la vida.
Como padres, tenemos que reforzar y vivir estos valores que ayudarán a nuestros hijos a ser personas de bien en la sociedad.
Y la mejor forma que ellos los conozcan, hagan suyos y los vivan es a través de nuestro ejemplo: Las palabras mueven, el ejemplo arrastra.
Para que nuestros hijos vivan estos valores, antes los tenemos que vivir nosotros. Te invito a reflexionar como está tu autoconocimiento, responsabilidad, autoestima, amor hacia los demás y compromiso con la sociedad: el bien común.
LUCIA LEGORRETA DE CERVANTES. Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com. YouTube LuciaLegorretaOFICIAL. Lucy_Legorretalucialegorretadecervantes
Comentarios