Algunas veces la cuesta está más empinada que otras, en algún período la hemos percibido cual si fuese una pendiente de escalador profesional en alguna de las paredes más difíciles del Himalaya, con hielo y todo.
En un sin número de ocasiones es claro que las causas que originan esto son económicamente explicables y válidas, lo preocupante es que de ellas derivemos otras condiciones, de otras características, en otros planos, que complican en mucho pasar por esta etapa.
Como tu sabes mi forma de pensar ineludiblemente parte del aquí y el ahora, de la importancia fundamental del presente como única realidad. Sin embargo, esas decisiones de estos tiempos tomadas apresuradamente, sin ton ni son, al calor fundamentalmente de las culpas, en un mes especial como lo es diciembre en nada se parecen a esta filosofía y sí lo hacen a subsanar muchos de los huecos que venimos cargando como pesada losa.
Lo que se repite constantemente es la creencia de que casi sin hacer nada nuestros problemas tendrán solución de un día para el otro, en este caso de un mes a otro y de un año a otro. Ello pudiera ocurrir si hemos sido constantes en nuestro trabajo y en la dedicación y esmero requeridos, pero es improbable que suceda sólo porque si. Imaginar sin base alguna, en condiciones económicas con dificultades, que aumentarán nuestros ingresos, que migraremos a otra ciudad o país, o a otro empleo; que nuestros apegos que más duelen desaparecerán tomándonos una aspirina, es improbable y fantasioso. Todo eso y más puede ocurrir si ponemos empeño y método, pero requiere mucho esfuerzo.
Un examen de conciencia es útil en este momento, recordemos como en infinidad de ocasiones hemos desvirtuado hechos, conceptos y situaciones que modifican diametralmente el concepto global; los hemos acondicionado y acomodado para perseguir fines distintos a la opinión y consejo objetivo de la persona señalada, en la inteligencia, de sobra conocida por nosotros, que lo mismo expuesto de otra forma conduce a una conclusión opuesta.
Te sugiero empezar a evitar la excusa de la cuesta de enero a sabiendas de que existe pero que está en nosotros mismos hacerla más o menos pronunciada; que es importante trabajar sin tregua en nuestra vida, nuestros propósitos y nuestros objetivos. Adicionalmente, se precisa desvincular la relación de este fenómeno con las culpas del pasado que aún siguen sin asumirse en tiempo y forma; las dificultades de enero deben recordarte aquella máxima popular de “Al mal tiempo buena cara”, en este caso actitud y aptitud, ambas presentes en ti siempre.
¿Cómo es tu cuesta de enero?
¿Los gastos de diciembre y volver la vista hacia otro lado tienen relación con lo que has extraviado en el viaje de la vida?
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