Te has preguntado ¿si al ver, escuchar o leer sobre el sufrimiento de otros, ya no sientes nada? Si nos hemos acostumbrado a saber que millones de personas sufren pobreza, injusticias y dolor alrededor del mundo, y que simplemente no podemos hacer nada.
Y más duro aún, el ver a un niño o adulto pidiendo limosna en la calle es parte ya de nuestro entorno, ya no nos conmueve.
La compasión es el sentimiento de pena o tristeza experimentado ante la desgracia ajena, es el sentir lástima hacia quienes sufren penas, calamidades o desgracias.
Es una virtud que nos hace más humanos, nos da la capacidad para edificar buenas relaciones y tener paz interior. Al compadecernos, legitimamos el dolor del otro y entendemos su manera de actuar.
Sentir el dolor ajeno es crear energías empáticas de amor y comprensión. Y algo muy importante: la compasión puede desarrollarse, puedes cultivarla y hacerla parte de tu vida.
Comparto contigo algunos consejos para lograrlo:
Percibe al otro: empieza un proceso de observar más a las personas que te rodean: en tu casa, trabajo o comunidad. Intenta entender la forma de reaccionar ante las situaciones que se les presentan.
Lo puedes hacer en tu vida diaria, poco a poco irás teniendo una mayor sensibilidad para quienes te rodean. Si empiezas por pequeños actos, te sentirás motivado a aumentarlos.
Sal de tu mundito: todas las personas tienen su propia carga de dolor y dificultades, Si ya empezaste a percibir a quienes te rodean, llegarás a la conclusión de que no eres la única persona que necesita atención.
Deja de concentrarte en ti y haz que la piedad despierte tus mejores sentimientos. Nadie es víctima. Todos desean mejorar su situación y encontrar la felicidad, aunque no sepan cómo hacerlo.
Si piensas de esta manera te sentirás con mayor disponibilidad para ayudar y ser más útil.
Desarrolla la empatía: procura entender a las personas desde su perspectiva, lo que ellas sienten a partir de los conceptos y valores que poseen. No anticipes conclusiones basadas en tu contexto de vida. No hagas juicios banales y concéntrate en lo que sí puedes hacer.
Comprendiendo la forma en como el otro ve, tendrás más claro lo que puedes hacer para ser útil.
Sé tolerante y paciente: ten buena disposición para ayudar a los demás lo que más puedas. Se tolerante y ten comprensión, principalmente hacia las personas difíciles e ingratas. Recuerda que no es por lo que hacen, sino por cómo te sentirás ante tus propias acciones.
Reconoce a tus semejantes: la compasión, en esencia, es reconocer que todos somos seres humanos con aspiraciones y necesidades. Nos necesitamos unos a otros para evolucionar, motivar y superar nuestras dificultades.
El poder de la compasión va mucho más allá de sufrir juntos, representa esencialmente la voluntad de ser útil, o sea, se enfoca en la solución.
Por eso quien tiene compasión es capaz de transformar situaciones malas en benéficas.
Nos dice la gran filántropa Laura Arrillaga: “darte a ti mismo…es una donación mucho más valiosa que el dinero”. ¿Qué opinas?
Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com. Facebook: Lucia Legorreta
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