Cada vez más estudios, cursos y libros nos hablan sobre este tema de “atención plena”, o en inglés mindfulness, seguramente has oído este término, y es de lo que platicaremos el día de hoy.
Nuestro día está lleno de llamadas telefónicas, correos electrónicos, mensajes y distractores. La desconcentración es continua, el bombardeo no cesa. Empezamos una actividad, y de inmediato nos detenemos en busca de otra.
Según las estadísticas, como máximo pasamos unos once minutos de media concentrados en una actividad, antes de que algo o alguien nos interrumpa.
Y si nadie lo hace, somos nosotros mismos quienes desconectamos. Por si fuera poco, cada desconcentración provoca que cueste entre diez y veinte minutos reiniciar la actividad.
No estamos acostumbrados a estar presentes en el presente. Nuestro cuerpo está, pero no nuestra cabeza. Nos hemos acostumbrado a la distracción, a la atención parcial. Se quiere estar tan conectado que se olvida de que lo primero es hacerlo con uno mismo. Y esto causa estrés, ansiedad, sensación de agobio, de llegar tarde a todo, de no tener tiempo para nada.
De aquí que tenga tanta fuerza el concepto de mindfulness. Esta práctica de origen budista cuenta con más de 2,500 años de antigüedad, sin embargo, en Occidente no aparece hasta hace unos treinta años para tratar problemas asociados al estrés y al dolor crónico.
Nos dice Daniel Goleman: la atención es un músculo que se debe entrenar.
Los estudios científicos han demostrado lo que hace más de dos mil años ya sabían los budistas, es decir, que un estado de atención consciente ayuda no solo a reducir el estrés o la ansiedad, sino también a ser más creativos, a poder juzgar y valorar las situaciones con mayor claridad, a aumentar la resistencia emocional y a disfrutar más de lo que se está haciendo.
Como tantas otras capacidades del ser humano, la atención también se entrena. Es como un músculo, que cuando se usa se fortalece y cuando no, se atrofia.
Hoy comparto contigo tres ejercicios muy sencillos, que puedes repetir cuantas veces quieras, e incluso variarlos. Lo importante es practicar entre cinco y veinte minutos cada día.
LA PASA:
Es uno de los ejercicios más utilizados en los talleres de mindfulness en todo el mundo. Se trata de tomar una pasa, una simple uva pasa. Verás que tienes que hacer con ella.
Primero se observa con detalle, céntrate en sus colores, tonalidades, sus pliegues, su textura rugosa, todo lo que puedas ver. Luego hay que cerrar los ojos y tocar la uva pasa, con cuidado, hacerla bailar entre los dedos, para darse cuenta de su tacto, del nuestro.
Después, con los ojos cerrados todavía, nos ponemos la pasa en la boca. No la muerdas, sino la acaricias con los dientes primero, la exploras con la lengua, lentamente, sin prisas. Al final, ahora sí, la mordemos y se consciente de su sabor.
Solamente entonces la tragamos y notamos como baja por la garganta. Una vez finalizado el ejercicio, esperas unos segundos para abrir los ojos y darte cuenta de lo que has hecho
Le has sacado todas las posibilidades que tenía para ofrecerte. Esto ocurre con el presente, si lo vivimos con prisas y falta de atención, o dejamos que nos dé todo lo que tiene.
PINTA Y COLOREA.
Se trata simplemente de tomar unas plantillas en blanco y negro, sacar los lápices de colores y ponerse a pintar. Con atención, abstraídos, concentrados. De la misma manera que cuando éramos niños.
Esta actividad, tan simple, reducirá nuestro ruido interior, nos permitirá entrenar el arte de poner el foco en una sola actividad, conectaremos nuestra parte creativa y estimularemos la psicomotricidad.
RESPIRACION.
Igual que los deportistas aprenden que para mejorar el rendimiento deben respirar correctamente, nosotros también tendremos que practicar la respiración para lograr una atención plena.
En primer lugar, adoptar una postura de descanso. En segundo lugar, respirar profundamente gracias a una absorción moderada de aire y su consiguiente y posterior exhalación.
En tercer lugar, dejar que el organismo sienta el acto de respirar y, por último, fijarte si el acto de respirar fue interrumpido por algún pensamiento para volver a empezar el proceso.
Practica estos sencillos ejercicios y notarás como ha mejorado la focalización de tu atención. Recuerda el dicho: el que mucho abarca poco aprieta. Una cosa a la vez dará mejores resultados.
Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com. Facebook: Lucia Legorreta
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