Hay que tener empatía y complicidad para ser amigos
Por Angelina Sánchez-Vilchis
Desde que existen los seres humanos existe la amistad entre ellos, por eso, los sabios y poetas de todos los tiempos han exaltado esta relación afectiva. Además del amor, se necesita cultivar otro tipo de relaciones entre los hombres y las mujeres, eso es sin duda, la amistad. Para los filósofos griegos, la amistad es una virtud, por lo tanto es un regalo de los dioses.
La amistad no sólo es pasársela a gusto echando un buen relajo, claro a veces sí, pero también es empatía; es saber qué le está pasando al amigo, es sentir qué es lo que está agobiando a aquel con el que puede ser en un momento dado nuestro espejo, sí, no sólo es pensar, sino sentir, por eso es muy delicado que cuando queremos discutir con el amigo, o decirle sus verdades, o sólo darle un consejo, es tener la capacidad de ver qué está pasando por su corazón, cuáles son sus sentimientos ante tal situación, por lo que debemos ser muy cautelosos con las palabras.
¿Tres tipos de amistad?
Aristóteles menciona tres tipos de amistad: por interés, por placer y por el bien; pero sólo la que surge del bien merece llamarse amistad.
Exacto, a veces hay “amistades” que surgen por la utilidad de algo, porque se va a sacar provecho de ellas, porque vamos a conseguir un mejor empleo, porque vamos a tener un status, o tal vez vamos a recibir préstamos o servicios que de otra manera no tendríamos. A estas personas las llamamos interesados. No hay relación amistosa.
Hablemos de las amistades por placer, esos amigos que nos hacen sentir bien, y sólo bien, es decir, nos volvemos hedonistas ante ellos, no hay nada que no sea placentero y confortable que esta relación, nada de sufrir, nada de llorar, nada de escuchar ni hacer sentir al otro que lo acompañamos en sus momentos de dolor ¡qué flojera! Pura fiesta y bienestar, si no ¿para que son los amigos? ¿Para estar sufriendo? No, ¡qué horror! Si la amistad se hizo para divertirse, para disfrutarla no para llorarla.
En estos dos casos la supuesta amistad no vale, no hay que negar que muchas personas, las prefieren y las disfrutan, pero eso no es la verdadera amistad porque estas relaciones no son afectivas, no existe ningún lazo de unión.
Esas personas por lo general son codiciosas o egoístas. Hay que recordar que en la verdadera amistad no cabe el egoísmo, ni la envidia.
La tercera es la que reconocemos como verdadera amistad esa que surge del bien, se habla como el bien para ti y para mí, porque todo lo que te pase a ti sea bueno o malo, será como si me estuviera pasando a mí. Aquí es dónde retomamos lo de la empatía, lo de ser espejo y fijarse en el sentimiento del otro, es entonces cuando surge una amistad real.
Por eso, cuando hay empatía puede haber complicidad porque cuando puedes ser amigo del otro, con sólo una mirada estarás comunicando exactamente lo que él otro dará por sentado. Si tú miras a tu amigo en una situación difícil, él seguro te sacará del apuro. Y viceversa. O si el momento es conveniente para ti, tu amigo te dejará libre para que logres tu objetivo y viceversa. Podría nombrar un sinnúmero de situaciones, sólo hay que recordar que una amistad así es la que perdura toda la vida.
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