Publicado por Martha Chapa el 28 de Septiembre de 2009 a las 9:19am
En estos momentos de crisis siento que es importante reflexionar en torno a lo que somos y a lo que deseamos ser; respecto a lo que hacemos y lo que deseamos hacer. Desde mi perspectiva de pintora me asaltan muchas dudas, y una de las maneras de responder a estas interrogantes es leyendo a autores que admiro. Tal es el caso de Kandinsky: de quien hace ya algunos años, leí su maravilloso y misterioso libro “Lo espiritual en el arte”, que ahora hace unos cuantos días lo releí. Cada libro tiene muchas lecturas; en particular éste, que es una lección para los artistas que aspiramos a insertarnos en la modernidad, al mismo tiempo que sentimos una responsabilidad social.Esta obra se publicó en l911, y al año siguiente se hizo una segunda edición. No se reeditó por algún tiempo, pero poco a poco se convirtió en un mito. En los últimos años ha sido uno de los libros más publicados y ha despertado un gran interés. Fenómeno no solamente atribuible a la creciente importancia de la obra de Kandinsky, sino a lo atractivo de sus ideas, que se apoyan en la comprensión de los problemas de su época.Los pintores debemos tener muy presente un concepto que Kandinsky enunció de manera contundente: “toda obra de arte es hija de su tiempo, muchas veces es madre de nuestros sentimientos. Cada periodo es irrepetible; sin embargo, posee con respecto a otros periodos una semejanza artística externa y otra, de sentido íntimo, que puede conducir al uso de formas que en el pasado sirvieron a las mismas tendencias. Así surgió nuestra comprensión y parentesco espiritual con los primitivos”.También es fundamental la teoría de Kandinsky sobre el espectador, en la cual afirma que éste “se enfrenta al cuadro con el alma abierta, deseoso de escuchar el lenguaje espiritual, y que busca en la obra de arte una imitación de la naturaleza que sirva a fines prácticos”. A esto debo agregar que, en efecto, todas las formas estéticas, cuando son verdaderamente artísticas, cumplen su finalidad y son alimento espiritual; sobre todo cuando encuentran consonancia con el alma de quien observa.Cada pintura encierra una vida, con sufrimiento, dudas, entusiasmos. El arte debe proyectarse al futuro, si no estaría incompleto. En esta evolución radica el espíritu, que se convierte en eco, de la fuerza poética. El arte que se usa con fines materiales pierde el alma, y una obra artística sin alma es un cuerpo carente de espíritu. Por ello es posible concluir que el pintor debe educar no sólo sus ojos sino también su alma, ya que la obra de arte vive en la espiritualidad: En este sentido, el artista está constantemente comunicando sentimientos, y para ello debe dominar la forma y su contenido.Kandinsky termina su bello libro afirmando que “el artista es un sacerdote de la belleza”, y que por esta razón el arte debe verse con respeto, pues es una religión llena de misterio, articulada con el espíritu individual y colectivo, con la ciencia, con la intuición y con otras cosas que no alcanzamos a comprender.Kandinsky fue un artista revolucionario. Sus ideas acompañaron muy de cerca a su obra. Durante muchos años se consagró a la formación de jóvenes artistas. En l922 Walter Gropius lo invitó a colaborar con la Escuela de Bauhaus, en Weimar. Ahí trabajaban Lyonel Feininger, Johannes Itten, Paul Klee, Gerhard Maks, George Munch y Oskar Schemmer. Fue tan enriquecedora para él esta experiencia que más tarde escribió otro gran libro: Punto y línea sobre el plano, obra de la que les platicaré más adelante.Por eso hoy consideré conveniente compartir esta breve pero substancial reflexión en torno al arte, es decir de lo que los artistas hacemos y deseamos ser… y hacer.
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Aún sigo aprendiendo a educar mis ojos, pero dime, cómo puedo educar el alma?.....De qué manera proyectas el arte al futuro para que esté completa la obra que generas?....Interesante tu reflexión!!!...saludos!!!
Comentarios
DESDE HACE ALGUN TIEMPO, QUERIA SABER
ALGO DE KANDINSKY, GRACIAS PORQUE
TU HAS HECHO UN VINCULO PARA CONOCERLO
GRACIAS