El territorio que formaba parte del Marquesado del Valle, dominio del conquistador Hernán Cortés, pronto fue eje de la economía local, además de activo centro de evangelización. El hermoso edificio, con su templo de portada plateresca, sigue atestiguando la fuerza y dinamismo que se le quiso conferir a la nueva Yecapixtla, fundado junto al poblado indígena del mismo nombre. Un vocablo compuesto, propio de las costumbres de los indígenas locales que llevaban un adorno en las narices,, y que en lengua náhuatl significa: Yacal o nariz y piztli o hueso, cosa dura.
Juana Inés, no nació de una unión ilegitima, acuerdo a la ortodoxia de la iglesia, de aquel tiempo y recibió entonces el calificativo de la hija natural que solía emplearse en casos de bastardía, lo cual, explica también el prejuicio y complejo de ilegítima. Así, el que la poetisa casi siempre haya antepuesto el apellido materno. Su madre tuvo 6 hijos naturales, nacidos de dos amoríos sucesivos, primero con Pedro Manuel de Asbaje, y luego, con el Capitán Diego Ruiz Lozano.
Pero este hallazgo doloroso, nos comenta Don Alfonso Mendez Plancarte, que influye en la vida y la obra de Sor Juana, en más de un sentido, por ejemplo en las célebres redondillas y las censuras que hace a los hombres porque en las mujeres acusan lo que causan, y que son muy conocidas. Basta citar una estrofa:
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las insitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
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