Publicado por Martha Chapa el 6 de Abril de 2010 a las 11:07am
Ahora, abordemos a una excepcional periodista, en el marco del Centenario de la Revolución Mexicana. Eran tiempos en que prevalecía la política de conciliación por parte de Porfirio Díaz con la iglesia católica, lo cual desencadenó que algunos sectores ilustrados manifestaran su inconformidad frente a la cada vez mayor injerencia de alta jerarquía eclesiástica en los asuntos políticos del país, contraviniendo las Leyes de la Reforma.Ya en 1901, en San Luis Potosí, un grupo de liberales descontentos con tal situación se aglutinaron en torno a Ponciano Arriaga para denunciar esas irregularidades, como las declaraciones desafiantes del obispo Ignacio Montes de Oca y Obregón, que recrudecieron la ya de por sí abierta oposición liberal.En este contexto, Juana B. Gutiérrez de Mendoza externó su arraigado anticlericalismo, que nace de la tradición familiar de carácter liberal.Se empezaron a organizar clubes por toda la República, y culminaron con el Primer Congreso del Partido Liberal Mexicano, “donde se discutieron las arbitrariedades de los funcionarios públicos, se pugnó por la defensa y respeto de los derechos ciudadanos, por la libertad de prensa, por el sufragio efectivo, la educación laica y la difusión de las ideas democráticas”.Juana, adoptó entonces una actitud más militante que le condujo a fundar el club liberal “Benito Juárez” en Minas Nuevas, Coahuila. Pero su activismo político atrajo la atención de la policía local y la amenazó con el encarcelamiento, por lo que partió hacia Guanajuato, donde al estar cerrados los diarios y revistas, decidió abrir el suyo. Adquiriendo una imprenta e inaugurar Vésper, con el lema “¡Justicia y Libertad”, semanario que le daría una gran reputación dentro del círculo de los liberales.Pronto, esta publicación le atraería además comentarios halagadores en el propio gremio de periodistas. En Regeneración, por ejemplo, se hace referencia a esta mujer animosa y valiente que luchaba por tan elevados principios y que asumiera posiciones tan contundentes contra Díaz.Las presiones del gobierno reaparecieron y Juana se vio obligada a abandonar Guanajuato, para refugiarse, con toda su familia en la ciudad de México donde continuó con la publicación de Vésper.A principios de ese siglo ocupa la primera vocalía del Club Liberal “Ponciano Arraiga” y protesta por la clausura de publicaciones y el encarcelamiento de periodistas liberales, al lado de sus compañeros de lucha política: Santiago de la Hoz, Elisa Acuña y Rosete, Antonia Díaz Soto y Gama y el propio Ponciano Arriaga.La represión constante y hasta creciente del régimen dictatorial obligo a muchos a exiliarse a Estados Unidos; entre ellos Juana con sus hijas y una amiga Elisa Acuña, quien se convertirá en una eficaz y confiable colaboradora.Al retomar a la ciudad de México, Juana volvió a editar Vésper, pero desligada ya de los magonistas a quienes incluso critico por su asociación con los sindicatos obreros norteamericanos y responsabilizándolos, de hacer proselitismo a favor del protestantismo yanqui en México, de afiliación socialista. En lo sucesivo, cada vez que necesitó expresar sus juicios políticos, utilizó la pluma, editó folletos y periódicos en los que exponía abiertamente sus opiniones, y distribuyéndolos de mano en mano o por suscripción:Luego, ya en 1907, esta ejemplar periodista fundó con José Edilberto Pinelo, Elisa Acuña y Dolores Jiménez y Muro, —a la que conoció en la cárcel de Belén—, la organización “Socialismo Mexicano”, de carácter reformista, donde sostenían que, si bien la igualdad era imposible, no así la equidad en una justa proporción, según cada quien, sus aptitudes y méritos. De hecho, pensaban que más que desaparecer a los ricos se trataba de que no hubiera pobres. En sí, una posición contraria a las ideas adoptadas por el magonismo, fundamentalista y radical.Por ello, de acuerdo con Ponciano Arriaga, ella se declaró maderista e inicia una febril campaña para que Madero llegue a la Presidencia de México. Fue entonces cuando formó parte del club político “Amigas del Pueblo”, y de la sociedad política feminista “Hijas de Cuauhtémoc”. Juana estaba convencida que a Madero no lo impulsaba el móvil del poder, sino su sinceridad, y honestidad por mejorar la situación imperante.Como se comprueba, se trata de una gran mujer, con entrega y valor a toda prueba en defensa de esos ideales que darían a México, más democracia, libertad y justicia social.
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