Cuántas veces nos hemos detenido para hacer algo que nos gusta, que nos apasiona y nos genera bienestar, cuántas veces nos hemos perdido de oportunidades porque no están vinculadas con nuestra actividad productiva, y de la que al mismo tiempo nos hemos quejado porque no nos satisface. Esto resulta ser una gran contradicción, que al mismo tiempo nos puede generar frustración.
Cuántas veces hemos escuchado a otros, e incluso a nosotros mismos, decir que haremos nuestros sueños realidad una vez que tengamos la edad requerida para jubilarnos, porque la gran mayoría de las personas están atadas y conformes con una vida que creemos mejorará en el futuro.
Yo les sugiero que empiecen a construir, en plena consciencia sus sueños, sus más grandes anhelos, que hagan ese curso, ese viaje, que por mucho tiempo han pospuesto, que inviertan en aquello que los hace felices, que les genera placer y los ayuda a ser mejores hombres y mujeres.
Siempre que se dan pasos firmes teniendo una visión clara de lo que queremos como proyecto de vida, siempre que sabemos hacia dónde deseamos caminar y siempre que ponemos nuestra atención, tiempo y energías en ello, se alcanza nuestro verdadero potencial.
Dicen por ahí que “el camino al cielo está lleno de buenas intenciones”, esto quiere decir que no basta con querer ser exitoso y pleno, hay que tomar acción, generar un plan objetivo, realista, que tome en cuenta los recursos que tenemos a nuestro alcance para lograrlo, en orden y con paciencia.
Te invito a que seas honesto contigo mismo, contigo misma, que reflexiones sobre lo que has conseguido hasta ahora, ¿te hace feliz?, ¿vives de manera congruente?, es decir, ¿tu proyecto profesional y personal están alineados?, ¿alguna vez has querido cambiar tu rutina porque sientes que puedes dar más de ti?
Alcanzarás tu verdadero potencial si y sólo sí, tienes un conocimiento claro sobre ti mismo, si conoces cuáles son tus fortalezas y debilidades. Nuestro crecimiento en el plano material está determinado por nuestro crecimiento interior, en la manera cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo nos mostramos ante el mundo, si somos auténticos o vivimos cumpliendo estándares impuestos sólo para encajar o quedar bien con los demás.
La primera inversión y más importante, por tanto, es en nosotros mismos, invirtamos en aquellas actividades que nos permitan conectar con nuestro yo verdadero, después invirtamos en todo lo que nos permita incrementar nuestras fortalezas y disminuir nuestras debilidades; descubrirás en el camino que en la medida que te reconoces más auténtico, logras equilibrar lo que eres, haces y dices; eres congruente y manifiestas o haces realidad tus más grandes sueños.
Por eso, no dejes de creer en ti mismo, no dejes para mañana lo que hoy puedes hacer, sé más gentil contigo mismo, más compasivo; sólo si nos ponemos en primer lugar en nuestra lista de prioridades podremos decir que estamos cumpliendo con alcanzar nuestro máximo potencial.
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