Marie Duplessis tenía un buen corazón. (...) Fue sin duda la más absoluta y perfecta encarnación de la Mujer que jamás haya existido. Y ahora está muerta y no sé qué extraño acorde de elegía vibra en mi corazón en recuerdo suyo. (F. Liszt)Franz Liszt no fue el único en elogiarla. Múltiples personalidades de la política, de la nobleza y de la cultura la desearon, la suplicaron y hasta se arruinaron para impresionarla, buscando ser merecedores de su atención.Alejandro Dumas (hijo) la inmortalizaría para siempre como “La Dama de las Camelias”, narrando su conmovedora historia de amor. Años más tarde Verdi contaría su historia en una de sus mejores obras, La Traviatta. Una de las óperas más reconocidas por el público de todos los tiempos.Desde hace 150 años Marie Duplessis a través del personaje de la novela de Dumas ha sido es y será inspiración de amor y romanticismo para hombres y mujeres de toda condición. Pocas veces el amor de y por una mujer habrá perdurado e inspirado tanto. ¿Quién fue esta mujer a quien la literatura y la música rinden homenaje con algunas de sus más bellas páginas?Marie Duplessis (o Alphonsine como en realidad se llamaba) tuvo una vida corta e intensa, una vida que comenzó hace 176 años…

Nací en Orne, un pueblecito francés a la edad de 5 años, porque de antes no guardo recuerdos ni propios ni ajenos. Aproximadamente cuando tenía a esa edad murió mi madre de tuberculosis. Un año antes nos había abandonado para ir a trabajar como ama de llaves. Yo apenas la recuerdo y, a decir verdad, no la quise y nunca la eché de menos.Mi padre fue un alcohólico sin corazón que probablemente no tuvo más opción en la vida. Hijo de una prostituta y un sacerdote que jamás llegó a reconocerle, fue la única persona de mi familia que hizo algo por mí, y en ese algo incluyo lo bueno y lo malo.Mi madre descendía directamente del poderoso linaje de los Du Mesnil d'Argentelles, una familia aristócrata que había perdido finalmente su fortuna, sus posesiones y sus títulos durante la Revolución francesa, y con ellosu numbre y su dignidad.Mi infancia se desarrolló junto a mi hermana Delphine con más pena que gloria, entre la miseria familiar y el alcoholismo de mi padre. Este, incapaz de conseguir lo necesario para beber y menos aún para comer, a los 12 años comenzó a ofrecernos a los hombres por unas pocas monedas. Mi mejor recuerdo de él es que siempre se preocupó de que ningún hombre nos maltratara.Llegué a París con 15 años de la mano de una compañía de gitanos circenses a la que había sido vendida por mi padre, con el deseo de que abandonase el pueblo y tuviese opción a un mejor futuro. Allí conocí al primer hombre que se enamoró de mí, y que me instaló en mi propio piso, con lo que puse fin a tanta miseria. Pronto llegó mi primera gran conquista: el conde Antoine Alfred Agénor de Guiche, quien más tarde sería Duque de Gramont, Príncipe de Bidache y Ministro de Asuntos Exteriores de Napoleón III.Alfred se empeñó en convertirme en una dama, me asignó un tutor personal que me enseñó a escribir, a pronunciar un buen francés, y me dio nociones de piano, danza, literatura, historia y protocolo. Y en verdad he de decir que la idea me entusiasmó enseguida.Cuando los Gramont se enteraron de que el buen nombre de la familia corría peligro de verse relacionado con el de una mujer de tan baja procedencia como yo, presionaron a Alfred para que me abandonara. Así a la edad de 16 años, cuando algunas mujeres están aún despertando a la pubertad, yo había ya aprendido qué podía conseguir de los hombres, y también cómo. Y aprendí algo más importante aún, aprendí cuál era mi valía y hasta donde podía esperar llegar en razón de mi apellido. Me encontré de repente libre e inmersa en la vida social de la alta sociedad de París. Mi opción y me deseo era aprovecharlo. Otros hombres fueron llegando, todos ellos ricos o nobles y dispuestos a invertir una gran fortuna en mis caprichos. A la mayoría de ellos los conocí en el muy elitista y aún existente Jockey Club de París, al cual pertenezco y aún hoy se me nombra como uno de sus socios más prestigiosos.Con 17 años conocí al que tiempo después se encargaría de convertirme en condesa, François-Charles-Edouard Perregaux, conde de Perregaux. Quizá el hombre que más me ha amado, y a quien creo que debo agradecer más en mi vida, pues fue el único que supo estar en los momentos en que todas mis amistades me abandonaron. Sin embargo, los síntomas de una feroz tuberculosis empezaron a hacerse patentes en mi vida diaria. Al poco tiempo Edouard, arruinado, huiría de mi lado. Sería el primer hombre en arruinarse por mí y en tener que medir su amor con la misma muerte. En aquella ocasión venció ella…Cuando tenía 20 años conocí al embajador de Rusia en Francia, el conde Gustav Ernst von Stackelberg, tenía 70 años. Gustav ha sido la persona más fiel y desinteresada que he conocido. El me tomaría como su protegida, me cubrió de regalos y me alquiló un lujoso entresuelo en el Boulevard de la Madeleine dónde celebraba asiduamente cenas que derivaban en tertulias literarias rodeada de escritores, filósofos, poetas, actores y demás genios, como Alexandre Dumas (padre) o Charles Dickens. Por esta época, me conocían como "La Divina Marie", era la cortesana mejor pagada de todo París y gastaba más de 200.000 francos de oro al año. También, eran comunes los paseos en mi cupé azul tirado por caballos purasangre por el Bois de Boulogne, y las comidas en la famosa Maison Dorée, o las tardes sentada en un palco de cualquier teatro con un ramo de camelias blancas entre las manos. Tenía lo que una mujer de mi edad podía llegar a tener: riqueza, admiración, adoración incluso y conocía a las más prestigiosas personas de la época. Todos en París e incluso fuera de ella, ansiaban decirse amigos míos, conocerme y asistir a mis fiestas.En septiembre de 1844, aún con 20 años, conocí al joven escritor Alexandre Dumas (hijo). Nuestra relación amorosa, llena de pasión, de altibajos, reproches y celos, duraría escasamente un año. Al cabo de ese tiempo Alexandre me hizo llegar una nota de despedida:Querida Marie,No soy lo bastante rico para amarte como quisiera ni lo suficiente pobre para ser amado como quisieras tú. Olvidemos todo entonces, tu un nombre que debe serte casi indiferente, yo una felicidad que se me hace imposible. Es inútil decirte cuánto lo siento porque tú sabes bien cuánto te amo. Entonces, adiós. Tienes demasiado corazón como para no entender el motivo de mi carta y demasiada inteligencia como para no perdonarme.Mil recuerdos.30 de agosto, a medianoche.A.D.Tras esta despedida, no volví a verle jamás pues tomó la decisión de marcharse de viaje con su padre a España.Poco después conocí al compositor húngaro Franz Liszt, con quien mantuve una apasionada relación amorosa que terminaría pronto, por su partida hacia Europa para gozar y disfrutar de su grandioso éxito. Prometió volver por mí, y quizá lo hubiera cumplido, pero nunca supe estar sola y la enfermedad iba avanzando. Sus efectos eran cada día más patentes. Finalmente el 21 de Febrero de 1846 me casé en Londres con Edouard, convirtiéndome en la Condesa de Perregaux. Aunque nuestro matrimonio solo es válido en Londres, he mandado marcar todas mis pertenencias, mi papel de cartas, mi vajilla, y mis coches de caballos con el escudo de armas de Perregaux. Desde aquí hasta el final todos sabrán que en mi corazón y en mi vida, lo poco que me queda de ella, tan solo hay sitio para un hombre, el único que me ha demostrado ser capaz de apreciarme como persona hasta el punto de hacerme su esposa cuando ya no soy ni la sombra de lo que era y mi fin está cerca. Veo claramente en mi enfermedad la huella de mi pasado. Siento que mi nacimiento me ha marcado durante mi intensa y corta vida. Puedo decir que viví intensamente mientras pude, rodeada de riquezas y de los más importantes e influyentes hombres de mi época. Disfruté de la cultura, gocé de la compañía de grandes pensadores, probé y sentí plenamente todos y cada uno de los placeres de la vida…De algunas cosas me arrepiento, pero de lo estoy segura es de que nadie que me haya conocido dudará que me esforcé en exprimir la vida hasta sus raíces, sin temor a las consecuencias. Y que siempre supe compartirlo con quienes entonces quisieron ser mis amigos.Tengo ahora 23 años. Mis antiguas amistades me han abandonado y ya solo deseo que la muerte me encuentre tranquila, satisfecha y rodeada de las dos únicas personas que en verdad me han demostrado que me quieren: Edouard, mi marido y Lizette, mi incondicional sirvienta y amiga. Que Dios les bendiga.París a 25 Enero de 1847Marie Duplessis Comtesse de PerregauxMarie Duplessis fallecería el 3 de febrero de 1847, a las 23 horas, en su piso del Boulevard de la Madeleine, número 11 (hoy 15). Tras recibir la unción de los Santos Óleos, fue amortajada por su sirvienta y velada por su marido, que hacía semanas que no se apartaba de la cabecera de su cama. El funeral se llevó a cabo dos días después, en la Iglesia de la Madeleine, siendo enterrada en un nicho temporal del Cementerio de Montmartre y, diez días después, trasladada a la tumba donde hoy descansa, cuya construcción fue encargada por su marido y que lleva un simple epitafio sin falsas partículas de nobleza o títulos aristocráticos:Ici ReposeALPHONSINE DUPLESSISNée Le 15 Janvier 1824Decedée le 5 Fevrier 1847De ProfundisNo te olvides de ser feliz...Respetuosamente.Laura & FélixLa traviata - BrindisLa Traviata - Es extraño..La Traviata - Siempre libre...
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Comentarios

  • Uno de mis libros favoritos “La Dama de las camelias” Una historia real que Alejandro Dumas (hijo) inmortalizo con un relato novelístico.
    Un dato muy importante de esta magnífica historia fue que:
    El sublime músico Beethoven y el célebre dramaturgo Alejandro Dumas (hijo) tienen algo en común. Beethoven está considerado como el compositor que realiza la transición entre el estilo clásico y el estilo romántico en la historia de la música. Y con La dama de las camelias, Alejandro Dumas hijo efectúa la transición entre el género romántico y el género realista en la literatura. Ambos son pues, cada uno en su ramo, figuras determinantes para la cultura universal.
    Gracias Laura & Felix por este excelente tema.
  • Muy bonita biografía, gracias por compartirla. Les sugiero que vean la de Rita Levi Montalcini a quien le llaman "La Dama de la Neurona", quien a diferencia de tener varios amores, el único amor que tuvo fue precisamente para dedicarle tiempo al estudio de las neuronas, por lo que nunca quiso casarse ni tener hijos. El 22 de abril cumplirá 101 años y aún sigue trabajando.
  • Hola Laura y Fèlix: Les agradezco mucho el que hayan compartido esta biografìa tan interesante, me pareciò super interesante, gracias nuevamente.
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