Gente querida. Amigos que siguen uniéndose y creciendo a través de estas notas, toquemos el tema de la humildad. Cuando vean que no pueden mantener una relación armoniosa con otros, no los culpen. Mas bien busquen el defecto en ustedes. Es muy sencillo culpar a los demás, pero eso no ayuda. Cuando encuentren que algo no va bien, háganse estas preguntas: ¿qué he hecho? ¿en dónde fallé? Verán que la relación con los demás mejorará notablemente. No se puede lograr una verdadera comprensión del alcance de las cosas y de lo vulnerable de la naturaleza humana, sin un espíritu humilde.
Sólo siendo humildes, nos conectamos rápidamente con la compasión y quien siente compasión por los demás, empieza a vivir con pasión su verdadera vida. Todos quieren estar por encima de todos. Esa es la causa principal de los malos entendidos. El hombre de carácter humilde siempre comprende a los demás. El nunca está por encima de nadie. El nunca se siente superior a nadie. En cada conversación que mantenemos abunda el pronombre "YO". Yo hice esto, yo hice aquello. Yo di esto, yo di aquello. Yo logré esto, yo logré aquello. Un hombre con humildad raramente utiliza ese pronombre. En su conversación abundan los pronombres "nosotros" y "ustedes".
El hombre comprensivo discute muy poco. Casi nada, o frena la discusión a tiempo. Se da cuenta de que en una discusión, nadie gana. Cuando Ustedes piensan que la han ganado, se dan cuenta tarde o temprano, de que no han convencido a la otra persona; más bien la han cansado. En ese proceso se pierden muchísimos amigos. El hombre comprensivo sabe que hay que ponerse de acuerdo, a pesar de las diferencias. Incluso, cuando él no está de acuerdo, respeta a la otra persona. Antes de calumniar, se olvida de su ego, y practica lo que predica.
Es muy fácil dar consejos a los demás, lo difícil es ponerlos en práctica en nuestra propia vida. Si no tenemos la coherencia y la constancia de practicar lo que pregonamos, muy pronto, nadie nos va a prestar atención y mucho menos respetar.
Actos de Amor
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Comentarios
Por desgracia para nosotros en los temas del alma y sentimientos, sobre todo en lo relacionado a nuestra conducta hacia los demás; la culpa la tenemos nosotros porque en lugar de manejarnos sencillos y amorosos lo hacemos con soberbia, procuremos mantener relaciones sanas y armoniosas en nuestro entorno y más allá.