Un viaje lleno de sorpresas y satisfacciones fue el que hice hace poco a Perote, Veracruz, para apadrinar (o amadrinar, en mi caso) a la generación 2010-2013 de la preparatoria General Manuel Rincón.
La ceremonia de graduación, presidida por el director del plantel, Homero Ortiz, se realizó en el teatro principal de esa ciudad y la disfruté de principio a fin. De entrada, me dio gran satisfacción atestiguar que el número de mujeres que concluyeron el ciclo del bachillerato superó al de hombres, lo cual confirma los avances en la equidad de género en las más diversas regiones de país. En segundo lugar me pareció muy atractivo el programa del evento, que resultó muy lucido, con diversos números musicales y artísticos a cargo de los propios estudiantes, así como de grupos profesionales.
Tuve en verdad una cálida y gentil recepción y debo reconocer que se abrieron ahí otros espacios de participación y de turismo cultural. Expuse una conferencia en torno a la historia milenaria de la manzana, ese fruto que es ícono de mi pintura, a la vez que evoqué mi anterior visita a Perote, hace ya una década, justo para apadrinar a otra generación.
En general hubo una muy eficiente organización de nuestra visita, con el apoyo de Saúl Hernández, ameritado maestro veracruzano, y su hija Stephanie, que es una destacada chef, quienes nos prodigaron múltiples atenciones y gentilezas.
La Escuela de Bachilleres Oficial General Manuel Rincón es una institución emblemática y reconocida no sólo en Perote sino en todo el estado de Veracruz. A lo largo de su historia han sido padrinos de diferentes generaciones personalidades de la talla de los escritores Elena Poniatowska, Juan José Arreola, Renato Leduc, Andrés Henestrosa y María Luisa Puga; los intelectuales y políticos Jaime Torres Bodet y Teresa Franco; el poeta Carlos Pellicer; el dramaturgo Luis G. Basurto; los pintores Sofía Bassi, Rufino Tamayo y José Luis Cuevas; la periodista Cristina Pacheco; el científico Mario Molina; los ministros Margarita Beatriz Luna Ramos y Guillermo Ortiz Mayagoitia, por mencionar sólo algunos. Entre los oriundos de la región que también han sido padrinos de diversas generaciones están los historiadores Leonardo Pasquel Jiménez y David Ramírez Lavoignet; el académico y funcionario Fernando García Barna, así como el guitarrista y director de orquesta Alfonso Moreno Luce.
Quiero destacar la participación de otras personas en la ceremonia de graduación de hace unos días, como el maestro Diego Bonilla y su apreciable familia, quienes nos ofrecieron una suculenta comida en su casa. El maestro Bonilla es un personaje singular que tras pensionarse en el magisterio se ha convertido en un original y exitoso empresario, pues como bien dijo mi compañero Alejandro Ordorica, se trata de un “moderno Noé, que además de sus animalitos, agrega arte a su arca”. En efecto, en su casa tiene toda una galería con muchas y bellas pinturas pero también su taller de cerámica y un área destinada a la cría de borregos, gallinas y guajolotes.
Y qué decir de la cena tan exquisita y delicada, con deliciosas viandas y riquísimo café, que nos dieron en su hogar –una bella casa de los años treinta– don Porfirio y doña Laura, los dueños de la excelente Cafetería Colonial, donde pronuncié mi conferencia y en la que Alejandro leyó algunos de sus poemas con auditorio completo.
Ni hablar del pródigo almuerzo organizado por un restaurante muy conocido que tiene nombre oaxaqueño en su reconocida fonda, donde los sabrosos platillos se preparan con productos de la región, esta lleno de caricaturas y todo luce impecable. Por cierto, quedé muy agradecida también con su hermano Jorge, un destacado matemático y artista plástico, quien me obsequió una hermosa caricatura.
La verdad es que en esta ciudad veracruzana, que acaba de festejar los 488 años de su fundación, hay infinidad de lugares donde se come bien y con vastedad. Entre sus atractivos habría que agregar el mercado central, que atesora los variados y sabrosos productos de la tierra veracruzana, por lo que un recorrido por él es imprescindible.
En cuanto a las delicias del lugar, no podemos olvidar el pan, que es riquísimo; por ejemplo, los cocoles rellenos de queso, que me trajeron el recuerdo del que en otra ocasión me obsequio mi amiga Andrea Vanea, que es dueña de una gran panadería de la localidad y curiosamente fue quien dio el discurso en nombre de todos los estudiantes durante mi anterior experiencia como madrina, en la generación 1994 de la preparatoria General Manuel Rincón.
En fin, personas, sabores y recuerdos gratos que por doquier en esa hermosa y acogedora ciudad veracruzana, donde también conocimos la legendaria Fortaleza de San Carlos, construida en el del siglo XVII, que fue cuna del Colegio Militar, además del sitio donde murió el presidente Guadalupe Victoria. Asimismo, visitamos la hacienda de la Familia Yunes, una de las pocas que aún se conservan en la región y que está siendo restaurada.
Y bueno, no quiero dejar de mencionar, así sea de paso a don Paco, quien nos llevó y trajo de vuelta al Distrito Federal: un excelente conversador e ingenioso comentarista de la radio local.
En realidad un viaje de pocos días y muchísimas aventuras gastronómicas y experiencias plenas de emoción, lo que me lleva reafirmar que en muchos rincones de nuestra república existen seres fuera de serie.
Facebook: Martha Chapa Benavides
Twitter: @martha_chapa
Comentarios
cordiales saludos y agradecimiento por los comentarios tan alagadores que hace de esas tan preciosas tierras. yo no soy de ahi pro si soy VERACRUZANA entonces tomo lo que me corresponde.aunque dejeme decirle que SOLO VERACRUZ ES BELLO!GRACIAS.GRACIAS.GRACIAS.