El 2009 marcó la pauta para que en el 2010 el actuar del Congreso de la Unión y del gobierno federal estuviera determinado por las estrategias electorales dictadas por los partidos políticos en preparación para las elecciones a gobernador en 12 estados de la República.Los resultados de las elecciones del 2009, que favorecieron al Partido Revolucionario Institucional en cinco de los seis estados en los que se contendió para gubernaturas, y que les permitieron ocupar 237 de los 500 escaños en la Cámara baja del Congreso de la Unión, mostraron claramente una tendencia alarmante para Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, que de haber acumulado en conjunto 331 diputaciones en el 2006 pasaron a tan sólo 209 representantes. Treinta por ciento menos.Frente a lo evidente sucedió lo inexplicable: en este 2010, PAN y PRD se presentaron con candidatos de unidad en cuatro de los 12 estados en los que se contendió por la gubernatura, y ganaron en tres. En el resto en los que se presentaron individualmente perdieron. De ahí la fórmula apareció como panacea.Pero si la decisión de aliarse por mero pragmatismo político, y a fin de impedir la victoria del PRI, se hubiera contemplado en el 2006, con una visión de la enorme oportunidad que significó contar en su conjunto con 71.22 del voto nacional, casi el 70 por ciento de los senadores y más del 73 por ciento de los diputados, otro gallo nos hubiera cantado. El mandato del pueblo fue claro pero no lo escucharon: la transición a la dictadura de partido estaba inacabada y era necesario implantar el verdadero cambio.Y el resultado de las elecciones del 2006 presentó al PAN y al PRD con la coyuntura histórica de llevar a cabo la reforma del Estado, la auténtica revolución pacífica tan requerida por nuestro país. Estos partidos de ideologías opuestas -si es que aún preservan ideología-, y que ahora se alían por estrategia para responder a la aplanadora del PRI, pudieron haber trastocado los cimientos de las estructuras de los poderes del Estado y los fácticos, para corregir las graves distorsiones que hasta hoy mantienen al país sin rumbo, atendiendo exclusivamente los intereses de los grandes grupos económicos, cuya única aspiración es acumular riqueza, preservar su hegemonía en los mercados y hacerse de más prebendas.En cambio, la confrontación de estos dos partidos a raíz de la cuestionada elección presidencial del 2006 fue campo fértil para que el PRI vendiera caros sus favores al Ejecutivo y se ganara la reputación de conciliador ante la opinión pública. Su estrategia rindió frutos, como lo demostraron los resultados de las elecciones del 2009 y de este 2010.En apenas un día comenzará el 2011 sin que se vislumbre un escenario distinto. Las elecciones a las gubernaturas de Guerrero, Baja California Sur, Coahuila, Nayarit, estado de México y Michoacán ponen en riesgo tres de los cinco estados gobernados por el PRD, y sólo tres de los 19 del PRI. Si la experiencia reciente sirve, el PAN y el PRD sólo podrán evitar que el PRI repita en los gobiernos del estado de México y Nayarit si se presentan en las contiendas con candidatos de unidad, que en el caso de Nayarit por primera ocasión pudiera ser del PRD.Con la renovación de las presidencias de los partidos políticos, todas las miras estarán puestas en el 2012, cuando se definirá la Presidencia de la República y la nueva composición del Congreso de la Unión. Si nada lo detiene, el PRI entrará a ese año fatídico con 20 gubernaturas -sumando a Guerrero-, y la expectativa de arrasar en las elecciones federales, e inclusive regresar a la posición de hegemonía absoluta que perdió en 1997, cuando por primera vez tuvo que gobernar con un Congreso que no controlaba.Y aunque este gobierno, como el anterior, ha tenido que gobernar con un Congreso opositor, desde fines del 2008 cuando comenzó el acercamiento entre el PAN y el PRD, el Ejecutivo pudo definir como prioridad la negociación de alianzas o coaliciones como fórmulas que permitieran sumar fuerzas para la aprobación de las reformas estructurales requeridas por el país.En cambio, las promesas incumplidas garantizan que en el 2012 los grandes grupos mediáticos y económicos celebrarán los 12 mejores años de su existencia, años en los que habrán recibido más privilegios y prebendas a cambio de sus favores y apoyos en el río revuelto de las contiendas electorales. Así, es posible vaticinar, sin temor a equivocarse, que no sólo el año 11 sino el 12 de este siglo serán, tal y como fue el 2010, buenos años para ganancia de pescadores.
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