La Maternidad puede ser mucho más fácil de lo que piensas y, definitivamente más gratificante y efectiva, si sólo recuerdas un par de verdades. Cada vez que dices “gracias” o “te amo” (mentalmente si no lo sientes) en vez de reaccionar, tratar de controlar, preocuparte, le entregas tus hijos a Dios para que los guíe y los proteja. Recuerda, Dios creó a tus hijos y sabe lo que es perfecto para ellos. Tú no. Por favor no mediques a tu hijo para que tú o sus maestros se puedan relajar. La mayoría de las frustraciones de nuestros hijos provienen del hecho de que estamos dormidos. No les digas lo que tienen que hacer. Préstales atención. Escúchalos. Permíteles ser ellos mismos. Los niños felices nunca son problema para nadie. Cuando estamos bien, nuestros niños están bien. No al revés.
¡Están esperando que lo entendamos!
Comentarios