Durante el mes de septiembre se celebra el Rosh Hashaná: el Año Nuevo judío. Con ese motivo, se organizó en la ciudad de México una interesante exposición de artes plásticas bajo el tema central de la manzana. Porque uno de los símbolos más frecuentemente asociados con Rosh Hashaná es, justamente, ese fruto originario.
Es importante subrayar que de acuerdo con la tradición judía, en el noveno mes del año Dios creó el mundo, y justo a partir de esta fecha se inicia el recuento de los años. Así que imagínense todo lo que encierra esa fecha, pues según dicha tradición entonces también fue creado el primer hombre: Adán
Para el inicio del año hebreo hay dos criterios: según la Torá, el mes de nisán (por marzo-abril) sería el primero de los meses del año (Señor Éxodo 12.2). Pero posteriormente la tradición judía ha establecido el comienzo del año en el mes hebreo de tishrei (por septiembre-octubre).
La relación entre el Año Nuevo judío y la manzana es inmemorial. En diversos puntos del planeta, en esta fecha las familias judías untan miel en manzanas y dicen una bendición especial para pedir a Dios que les dé un año bueno y dulce.
Ya Salomón, en el Cantar de los Cantares menciona el bendito fruto de la humanidad entera. Y nos dice: “tú aliento cual fragancia de manzanas” o “bajo el manzano te desperté, ahí te concibió tu madre, allí mismo te dio a luz”. La manzana es, entonces, símbolo de bienaventuranza, tal como se pide en la fiesta del Año Nuevo, ya que “un año se pide que sea bueno y dulce desde el principio hasta el fin”. Y así como la Estrella de David une a las 12 tribus, hoy día nos cobija y permite colocar en su centro una fraternal manzana. Por eso anhelo que vivan por los siglos de los siglos estas manzanas de Israel y del mundo, llenas de fe, paz y prosperidad entre los pueblos.
Por estas significativas razones, el Centro Deportivo Israelita organizó una muestra plástica en la que cerca de 40 artistas –unos de la comunidad judía, otros de fuera de ella– exponen obras que tienen como motivo central a la manzana. Escultores, pintores y fotógrafos expresan su creatividad en torno a este fruto.
Fui invitada a participar en esta muestra –que permanecerá hasta el 20 de septiembre–, lo que consideré un privilegio, pues me permitió unirme a tan simbólico festejo y conocer un poco más de esta milenaria y deslumbrante cultura a través de la cual confirmo que Israel se mantiene íntimamente ligado con el primer fruto que sembró el ser humano. Un emblema de vida, salud, felicidad y amor, una hermosa visión vinculada al árbol del manzano donde brota primero el fruto que las hojas. Viene también a mi memoria que bajo su fronda se concibió la vida, la mismísima esencia de la relación entre Dios y la humanidad.
En esta ocasión vivimos una nueva experiencia con la participación talentosa de muchas y muchos creadores.
Así, celebro que la manzana se fusione a tan valiosa cultura y expreso mi alegría por el reconocimiento a su importante significado e igual siento un orgullo de compartir mi trabajo con prestigiados colegas: Abraham Alejandro Mendoza, Abraham Rosh, Agustín Aldama, Beatriz, Portilla (Veatrisse), Bela Zaga, Carlos Robles, Conrado Domínguez, Débora Lewinson, Débora Prum, Dolores Carrillo, Elvira Cohen, Enrique Atach, Enrique Shor, Esther Misrachi, Florencio Fuertes, Gilda Solís, Grace Nehmad, Isaac Holoschutz, Isaac Katz, Jorge González Velásquez, José Chacra, José Serrato, Juan de Dios Reyes, Judy Masry, Leticia Galaviz, María de la O. Toussaint, María José Mejía, Matilde Herrera, Mónica Lowenberg, Pablo González Sánchez, Paul Achar, Rita Anav, Rossy Alcocer, Sara Zaidman y Verónica García de Victoria.
Además, resultó un honor participar en el acto la inaugural de una muestra donde se reúnen obras magníficas, de gran factura e inspiradas en este tema ancestral y asombroso e icono sagrado que permanece presente en la tradición judía. Y que ahora se extiende con derroche de creatividad en todas las obras de esta muestra.
Mi reconocimiento, desde luego, a la talentosa directora de este espacio, sin duda pieza clave del encuentro, que con impecable profesionalismo realizó un espléndido trabajo para alentar esa identificación entre las culturas Occidental y hebrea.
Siempre recordaré con gran satisfacción esta exposición y nuestra cálida convivencia, donde nos dirigió unas palabras el maestro Enrique Shor, así como el concierto del Coro Rinah, que nos cautivó con música judía y mexicana durante el evento.
Esa enriquecedora reunión me hizo recordar que el arte detiene el tiempo y a veces lo multiplica. Eleva nuestras voces en un canto cotidiano afín al espíritu, a la creación, al esfuerzo mismo de alcanzar los grandes ideales de la humanidad: saber, prosperidad y paz.
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Comentarios
Hola mil gracias por su aportacion a esta cultura judia que me aprece muy interesante,por lo que me gustaria saber mas ,y si fuera posible em indicara algun link oddne pudiera documentarme mas bye y saludos