“Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta radica nuestro crecimiento y libertad. "
- Viktor Frankl
La semana pasada terminé de ver la serie, de Maria Magdalena en Netflix, y comparando la vida de entonces reparé en cómo el desarrollo tecnológico ha rebasado todos los límites de la imaginación, también en como la posibilidad de acceder a cualquier conocimiento está al alcance de un botón. La capacidad intelectual del ser humano es innegable y sin embargo, al reparar en el transcurrir de la historia puedo notar que poco hemos evolucionado como individuos, como humanidad. Sigue habiendo miseria, destrucción, guerras, indiferencia, falta de empatía y de conciencia real . En pocas palabras, el hombre moderno es tan primitivo como entonces. ¿Alguna explicación? Sí hay una. ¿Han notado ustedes que cada decisión que toman en la vida está regida por nuestras emociones? Por mucho que pensemos en un camino a tomar, al final de cuentas es nuestro escenario emocional el que alimenta el impulso. Compramos una chamarra pero compramos la que nos hace sentir (emoción) mas bonitas. O tomamos una decision de trabajo y nuestra seguridad emocional, siempre está implicada, y lo está de tal manera que perdemos de vista muchas veces, cómo esa decisión afectará a los otros, a los que nos rodean, o al mundo entero de manera expansiva. Todo esto sucede porque tenemos un mecanismo fisiológico de sobre vivencia que resultaba muy útil para el hombre de las cavernas y ese mecanismo que entonces se activaba eventualmente -cuando corría peligro la vida del individuo- ahora se activa de manera consistente, generando un estado de estrés que nos impide pensar con claridad. Si somos honestos, en la mayoría de las decisiones que tomamos o de las diferencias que tenemos con los otros, subyace una necesidad de sentirnos seguros, para lo que hemos de atacar o defendernos y no porque así lo decidamos, sino porque se activa nuestro mecanismo automático de sobre vivencia. Hay quien lo hace abiertamente, hay quien lo hace de manera sutil y educada, pero al final, hay que defender algo: la dignidad, la imagen, el taco, la chamba, la pareja, la estabilidad, etc. Es un estilo de vida agotador y muchas veces frustrante, pues vivimos de lucha en lucha y solo hay un camino para salir de esto. El ser humano debe conscientemente participar en un proceso evolutivo que implica ser capaz de auto regular sus respuestas fisiológicas y emocionales, solo entonces podrá ser capaz de actuar con una consciencia mas holística, ecológica y humana. Creo que quienes más podemos facilitar este proceso somos las mujeres, pues al ser madres, podemos aprender para provecho nuestro a ir regulando cada vez con más efectividad nuestro mundo emocional, y al aprender a hacerlo podemos modelar en nuestros hijos estas nuevas aproximaciones de conducta. Los hijos aprenden estilos de reacción emocional y de abordaje a la vida gracias a las neuronas espejo, así que si nosotras aprendemos a no dejarnos ahogar por nuestras emociones, si aprendemos a acceder a una sabiduría que no se vea afectada por ese mecanismo de sobre vivencia que nos hace actuar desde el miedo, nuestros hijos no solo serán mas felices y podrán acceder a una inteligencia superior de manera natural, sino que serán los primeros en tener la posibilidad de construir un mundo donde la empatía, la generosidad y el balance pesen más que las luchas de poder, donde la consciencia nos permita amar productivamente y podamos desde ally erradicar el hambre y cuidar del clima, y sustentar la paz. No es un trabajo difícil, se requiere de consistencia y de práctica, pero quien mejor que una madre para hacer cambios en el mundo.Y lo mejor de todo.....aprender lo necesario para sacar lo mejor de nuestro mundo emocional, nos asegura una vida más sana y más satisfactoria, para nosotras, nuestras familias y el resto de la humanidad.
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