Toda vez que uno intenta alcanzar un destino en la vida, se tiene que enfrentar a obstáculos que por diversos medios intentan impedirnos que podamos lograrlo. Pero estos obstáculos tienen un significado que nosotros tenemos que aprender a interpretar. Son esas montañas, esos cerros que tenemos que escalar para hacer tangible aquello que soñamos. Y uno debe aprender de aquellas personas que han demostrado su sabiduría a lo largo del tiempo. Y la sabiduría en lo concerniente al tema de la excelencia, se traduce en la postura que adopta el ser humano que frente a una situación difícil, de fracaso, inmediatamente se pregunta en qué se equivocó, pero no para sentirse víctima de las circunstancias, todo lo contrario, sino para no volver a transitar por el mismo camino del error. En cambio hay personas que jamás admiten que su fracaso fue producido por ellos mismos sino que siempre encuentran culpables a quienes endilgan la responsabilidad de los hechos. Y créanme que la vida es la universidad más distinguida. La vida nos enseña cada día, si es que estamos dispuestos a aprender, si es que tenemos los ojos abiertos y los oídos bien dispuestos a escuchar. Entonces, estar alertas para ser nuestros propios jueces y aprender, tanto de los éxitos como de los fracasos, resulta fundamental. El trofeo más relevante para un ser humano es aprender a conquistarse a sí mismo, conocerse en profundidad y asumir su responsabilidad, tanto cuando está feliz como cuando está triste. Si sólo nos animáramos a realizar aquellas cosas que estamos seguros de que no nos van a poner en zona de riesgo, es lógico que uno no puede tener grandes aspiraciones respecto a los resultados finales porque sobre seguro todos marchamos muy bien; el tema es que si queremos crecer, si queremos desarrollarnos, si queremos aspirar a algo más importante en nuestra vida, no importa el territorio que sea, si es en el territorio de los afectos, si es en el territorio laboral, si es en el territorio económico, inevitablemente tenemos que asumir determinados riesgos. Y en sentido contrario, si intentamos muchas cosas y buscamos siempre la oportunidad, es muy probable que de ese esfuerzo constante, y sobre todo de esa perseverancia, y de ese afán de superación, consigamos realmente un día acariciar ese sueño de comprender lo que significa lograr aquello que nosotros estamos buscando.
El fracaso, que tanto nos duele en todos los ámbitos de la vida, es una señal de alarma que nos indica que nos hemos equivocado en la manera de hacer las cosas. Pero esa señal también funciona en el sentido contrario, es decir que nos señala también el camino de cómo deberíamos actuar para obtener el resultado que buscamos. La autocrítica, en este sentido, es un ejercicio prioritario a lo largo de toda la vida. Eso implica saber que siempre podemos hacer las cosas un poco mejor. Admitir esto es fundamental. ¿Por qué? Porque nos estamos generando un espacio, nos estamos generando un espacio de mejora, nos estamos generando un espacio de expansión. El día que erróneamente creamos que no podemos mejorar es porque hemos perdido nuestra capacidad de cambio. Y eso sí que es grave. Cuando uno cree que no puede cambiar las circunstancias y la realidad de su vida, realmente está en problemas y es el momento clave para pedir ayuda. De allí que la autocrítica sea el mejor termómetro para señalarnos si hemos dejado en el camino el dinamismo que se necesita para superarse, o sea, ¿estamos en carrera todavía o hemos bajado los brazos?
Y la vida de todos nosotros, los seres humanos, se desarrolla en varias etapas. La madurez es la gran oportunidad de cambiar para mejorar porque no sólo ya hemos recorrido una parte importante del aprendizaje cotidiano sino que la madurez nos permite estar en mejores condiciones para aceptar la incorporación de nuevas ideas que nos van a asegurar un permanente crecimiento. El tema es cómo llegamos a la madurez. Porque podemos llegar a tener cuarenta y cinco o cincuenta años y seguir siendo inmaduros, creyendo que las cosas van a suceder por arte de magia o porque alguien va a venir en nuestro auxilio o en nuestra ayuda. Entonces, cuanto más logros vamos acumulando, más estimulamos nuestra autoestima. Vamos madurando y vamos creándonos nuevos desafíos que a su vez nos estimulan en nuestro crecimiento.
Tu evolución tiene que ser permanente. Y sólo se destacan aquellas personas que aceptan el compromiso de su propia superación. ¿Qué ingredientes se necesitan para esto? Se necesita PACIENCIA, se necesita HUMILDAD, se necesita MENTE ABIERTA para aprender. Entonces la excelencia no va a estar muy lejos. No es novedad para ti que todos los seres humanos tenemos limitaciones. Pero también así como te digo que tenemos limitaciones, te digo que tenemos potencialidades que están prontas para ser descubiertas y desarrolladas.
Sería importante que hoy te preguntes: ¿quién quiero ser? ¿Cuáles son mis metas en la vida? ¿Cómo me proyecto en el futuro mediato y lejano? Y… en general estamos acostumbrados a realizar determinado tipo de actividades que disfrutamos completamente y es precisamente en esas actividades donde cada uno manifiesta su máxima expresión, su potencialidad. Lo que me importa es que tú te detengas para descubrir si lo que más te gusta ocupa sólo un pequeño tiempo de tu actividad diaria, entonces si es así llegó el momento que tú reconozcas cuáles son tus auténticos deseos. Hacer el sacrificio que significa cambiar algunos aspectos de tu relación con el mundo que te circunda y comenzar a dedicarle más tiempo a aquellas cosas que te hacen sentir bien.
Realizarse como persona es la más alta expresión de todo lo que hemos ido incorporando a lo largo de nuestra vida. Cada ser humano tiene una misión determinada de aportar algo para que el presente y el futuro sean diferentes. Entonces no pases por la vida totalmente inadvertida. Y no leguemos a quienes nos siguen un mundo en las mismas condiciones que lo recibimos cuando nacimos.
Dr. Walter Dresel
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