Por Angelina Sánchez-Vilchis
Siguiendo con "Las hambres básicas del hombre" y "el Reconocimiento" temas de los que hablábamos hace días, esta es la segunda entrega de lo que a veces no prestamos atención y es muy importante. Hay que estar atentos, pero en una forma verdadera y hasta un poco exagerada, porque estamos formando vidas, las de nuestros hijos pequeños y ahora, la época difícil, la adolescencia, les expongo la segunda etapa:
2ª. Etapa: De 8 a 14 años
En esta etapa nuestros hijos requieren de mucho reconocimiento. Su vida se ha enriquecido con el actuar de otros y necesita “escuchar que él vale y puede”.
Los padres deberíamos en esta etapa aprender nuevamente a hablar… Hablar en positivo evitando la crítica amarga.
No es lo mismo decir:
“¿Cuántas veces te he dicho que no se hace así?”
Qué…“Lo estás haciendo muy bien, pero debes poner más atención en esto”.
Lo que “decimos entre líneas” lleva un tremendo mensaje de impacto para quien nos escucha. Y si la esencia de quien nos escucha es sensible, el impacto de nuestras palabras puede ser demoledor.
Dar reconocimiento sincero a otras personas no es un ejercicio al que estemos acostumbrados. Por lo cual nos resulta difícil decir;
- ¡Qué bien lo haces!
- De verdad te admiro
- Eres muy hábil
- Me gusta tu estilo
-Para mí eres el mejor… etc..
Y obviamente hacerlo con nuestros hijos también nos resulta difícil. Estamos acostumbrados a señalar errores, no a reconocer aciertos.
Pero para reconocer el valor de otros se requiere ¡Humildad!
Si sólo señalamos los errores en los otros, estaremos enseñando a nuestros hijos (“entre líneas”) cómo se le debe tratar a las demás personas (Soberbia). Estaremos heredando lo peor de nosotros mismos.
Así es que ¡aguas! Mucha atención a lo que decimos y hacemos, por favor… que esto se queda marcado y es muy difícil borrarlo.
Gracias y... ¡Haz que suceda ahora!
Comentarios
En efecto las palabras de la madre se quedan muy grabadas en todos nosotros. La verdad es increible el poder de las palabras.
Gracias por tus cápsulas de saber. Es tan cierto y tan obvio esto que dices que a veces no lo podemos ver de tan evidente que es. Vemos el árbol pero no el bosque. Felcidades por tu columna y continúa con tus escritos llenos de saber y amor.