Para casi nadie, a estas alturas del siglo XXI, es un secreto que los síntomas que presenta el cuerpo físico cuando enfermamos están íntimamente relacionados con nuestro espectro mental y emocional. Somos una unidad holística y, como dijo el filósofo Aristóteles, sumamos mucho más que cada una de nuestras partes. Por tanto, no es ilógico pensar que desde el punto de vista del trabajo energético y emocional se puede coadyuvar a la sanación de nuestros males.
Desde la perspectiva del desarrollo humano, enfermar constituye una valiosa oportunidad para dos cosas: ponernos atención y pedir ayuda. Enfermar, pues, no es un error ni un síntoma de imperfección que deba contrariarnos, sino una consecuencia de haber encarnado y tener un cuerpo que acusa de recibido todas nuestras experiencias.
Tan absurdo pensar que el cuerpo sanará sólo con píldoras y que nuestras emociones no merecen la menor consideración cuando hablamos de enfermedades, como suponer que basta con “tirar buena onda” para terminar con un mal como, digamos, el cáncer. Ni todo se cura con inyecciones ni todo se sana sólo con alineaciones energéticas. El Poder Superior tiene maneras de manifestarse y emplea todos los medios al alcance. Por eso hay tantos médicos excelentes y un buen número de sanadores milagrosos. No miremos una sola posibilidad como la única que nos devolverá la salud: De NINGUNA manera quiero sugerir que las medicinas no sirven. Lo que daña, en todo caso, es el abuso que hacemos de ellas y el utilizarlas como un medio para callar los síntomas con que el cuerpo intenta decirnos verdades importantes.
Sin caer en generalizaciones, conviene, cada vez que nuestro cuerpo presente síntomas de enfermedad, explorar las conexiones emocionales que tiene nuestra sintomatología.
Por ejemplo, las enfermedades de la garganta pueden estar relacionadas con cosas que no hemos podido decir o con palabras que sí dijimos y por las que sentimos culpa.
Los resfriados, pueden tener que ver con cansancio o con llanto reprimido o con confusión
El estómago se enferma cuando no podemos digerir algo o cuando nos guardamos el enojo.
Las manos duelen cuando ha llegado la hora de soltar algo. O cuando es momento de agarrar algo.
Como podemos ver, no hay una interpretación unívoca a los males del cuerpo. Y ahí radica la MARAVILLOSA oportunidad de abrir el diálogo interior y de forma personal preguntarnos ¿Qué me pasa? ¿Cómo llegué a enfermar así? Y sabes quién te va a dar la respuesta certera? Tu propio cuerpo! Sólo tienes que afinar el oído y lo escucharás decirte: “Estoy cansado” o “tengo miedo” o “estoy furioso”. Y, sin abandonar el tratamiento que tu médico haya recetado, emprender también un camino de sanación de tus emociones y de tu energía.
Que luminosas bendiciones de salud física, mental y emocional te acomañen en tu camino! Así sea!
@AuroraDelVillar
Comentarios
Hola, Rosa. Revisa cómo estás manejando tu energía masculina. o bien, revisa la relación con tu papá. bendiciones!
Norma, yo creo que la respuesta a eso la encontrarás haciendo un auto examen profundo. Te comparto las siguientes preguntas: Estás cargando demasiados pesos? Te cuesta doblegarte porque lo vives como una humillación? en fin, realmente eso lo dilucidarás tú. Un abrazo!
Y LAS RODILLAS PORQUE ME DUELEN??
Gracias Aurora, lo sé, me lo han dicho también, y no porque me guste fantasear, sino porque me conocen y saben que mi amor no tiene futuro y me piden centrarme en lo que realmente tengo en las manos HOY!! Aunque sabes también este grande y hermoso sentimiento, tan positivo, a este mundo venimos a amar, a sentir amor por todo lo que hacemos, me ha permitido en mis momentos más difíciles, asirme a el, echarle ganas y ganar mil batallas, me hace fuerte. Te mando un enorme abrazo con mis felicitaciones por tus acertados textos que tanto nos ayudan. Dios te Bendiga y que tengas una excelente semana y un muy Buen Lunes!! SALUDOS BELLAS MUJERES DE RETOS FEMENINOS!!
Blanca Angélica! Qué difícil es el amor que no puede gritar su nombre! Gracias por compartir tu historia. Personalmente, y sin tener más datos que los que me das, puede ser que la vida te está pidiendo que pongas un poquito los pies en la tierra. te lo digo porque también me ha pasado que me he tenido que bajar de mis adorados tacones! Bendiciones y que Dios y Lupita te guíen hacia la sanación!
Nuestro Cuerpo, entero, una Máquina Perfecta, con poco o mucho kilometraje necesita atención y cuidado. Gracias Aurora por compartirnos. Te comento algo: tengo meses (10) con una dolencia en la planta del pie derecho y clínicamente no le hallan, estoy perfecta de mis huesos y articulaciones, cero ácido úrico, cero deformaciones, pero a mi me encanta el baile y usar tacón por presentación de mis uniformes en el trabajo y ahora ando con zapato de "abuelita", bajito, muy bajito y mi dolencia sigue, no puedo bailar, obviamente, pues el dolor es insoportable. Una amiga dice que es mi secreto amor, un bello sentimiento escondido a los ojos de todos, dicho a gritos y demostrado a mi eterno amor, a él, solo a él, soy divorciada y él también esta solo, pero no podemos vernos como quisiéramos -el en el DF y Yo en Hgo.- ¿Tendrá razón mi amiga? si tienes alguna persona que pueda ayudar, te lo agradecería, me han dicho que invocar a los Ángeles me puede ayudar, aunque Yo a diario pido a Dios y a mi Lupita que me alivien.............. Gracias y saludos, excelente texto!!
Gracias Claudia Gutièrrez!!! Un abrazo y bendiciones!
Diana Alejandra! Muchas gracias, qué bueno que encuentres nutricias mis palabras! :)Bendiciones!
Excelente Aurora ! Felicidades !!!!