Escritoras 4.3.- Pareja en Crisis: La Estrategia

+ 4.2.- CONTRAGOLPE. 4.4.- UNA DECISIÓN DIFÍCIL+ María Fernanda Miraval y sus finales impredeciblesAmigas y amigos lectores de esta comunidad de Retos Femeninos: A Ustedes les consta, nuestras Escritoras cada vez escriben mejor, crecen. Aquí hay otra muestra de ello, en María Fernanda Miraval --sí, la autora de Un Fantasma de Verdad, Ya no me Gustas Cuando Callas y La Boda-- quien tiene ya bajo dominio la técnica para trazar historias con finales impredecibles. En corto, me dijo que este cuento es base para una obra de teatro y, también, que hace 20 años esperaba esta oportunidad de ser publicada y leída. ¿Dónde hemos oído esto? Gracias, María Fernanda, por haber confiado en este Taller de Expresión Literaria AFLORA LA ESCRITORA QUE LLEVAS DENTRO. Ya lo hiciste. Ahora, te leemos:PAREJA EN CRISIS: LA ESTRATEGIAMaría Fernanda MiravalSe pusieron de pie en silencio. Aunque en realidad ninguno de los dos cenó. Simplemente necesitaban ocuparse en jugar con la comida, para evitar verse a los ojos. Luciano, se limitaba a observar como Constanza se levantó de la mesa para disponer de los platos sucios y dejar el comedor tan impecable como cuando llegó.--¿Por qué no dices nada? —Se atrevió a preguntar él, expectante.-- Como supongo que terminaste, me llevaré tu plato a la cocina.-- ¿Escuchaste lo que te dije? –Preguntó insistente.-- Sí. —Respondió entrando a la cocina con el resto de los trastes sucios.-- ¿Y te quedas como si nada? —Fue tras ella y por un segundo apenas y alcanzó a evadir el golpe de la puerta que se abrió delante de ella, que regresaba con un paño para limpiar la mesa. A lo cual se avocó sin siquiera mirarlo. —No esperaba una escena, pero no sé, ni una pregunta...--Es verdad, sabes que las escenas no van conmigo. —Sin dejar de limpiar la mesa. —No soy del tipo de mujer que grita o llora, al menos no en público. Y por lo que respecta a las preguntas, dudo mucho que fueras sincero al responder y no creo que preguntar sirva de algo. —Concluyó su labor y fue a dejar todo en la cocina. Se lavó las manos y regresó para encontrarlo apoyado sobre el respaldo de una silla.-- No entiendo lo que pasa. —Se sentía desconcertado.--Luciano, pero si es muy simple. —Añadió serena, mientras acomodaba algunos utensilios en un mueble del comedor.--No lo es. Aquí el único sorprendido soy yo. A mi me ha afectado más tu ecuanimidad que a ti mi decisión.--Hace tiempo que nada de lo que hagas me sorprende —agregó tranquila.--Con eso reconoces que las cosas andan mal —se apresuró a decir.-- ... ¿Te parece si tomamos el café en la sala? —Sin que Luciano lo hubiera percibido ya tenía listo el servicio y la vio charola en mano dirigirse a la mesita de la sala, quiso ayudarla pero lo evadió.--¿Hace cuánto que no hablamos tranquilamente? —Se encaminó y tomó asiento en uno de los sillones a la izquierda de Constanza.-- Juraría que hace mucho que no hacemos otra cosa... que hablar. —Añadió ella en tono sarcástico.--Discutir, es lo que hacemos, lo único que hacemos. —Murmuró Luciano entre dientes.--Tú lo has dicho — agregó continuando con el sarcasmo. —Dos de azúcar para ti y una para mí.--¡Deja el café! Estamos hablando de lo que le ocurre a nuestra relación. —Trataba de mantenerse tranquilo.--Esta bien, pero como ya te lo serví, lo dejare aquí por si te decides.Sin poner atención al café, Luciano recordó que antes todo lo hacían juntos y disfrutaban tanto de hacer planes. Entonces, Constanza añadió que la mayoría de esos proyectos se habían cumplido. —Tienes un puesto excelente en la empresa y a mi no me va nada mal en la agencia de publicidad. Aunque yo disfrutaba más las tardes que pasábamos haciendo el amor.--¿Te acuerdas cuando nos conocimos? —Preguntó él en tono más nostálgico todavía.--Todavía no comienzo a olvidar. —Respondió Constanza y bebió de su café.Como si no la hubiera escuchado agregó —Mario no hacía otra cosa que hablar de ti, de lo inteligente, simpática y hermosa que eras. Nos picó la curiosidad y todos queríamos conocer a ese dechado de virtudes. Eras casi un ser irreal. Y cuando entraste al salón aquella noche, nos deslumbraste a todos. Llevabas ese vestido rojo que parecía ser parte de tu piel. Tu cabello suelto se agitaba sensualmente y esa mirada altiva, que sólo se dignó mirarlo a él. Verlos juntos era casi un insulto. Me dieron ganas de desaparecerlo.--Creo que más bien fue el efecto de la botella de tequila que escondiste cuando me acerqué.--Lo besaste de tal forma qué, por la mente de todos pasó una idea que por tratarse de Mario nos parecía imposible. Él, definitivamente no era del tipo pasional y tú.... bueno creo que nos carcomía la envidia. Estábamos seguros que le habías quitado lo taimado.--Tú fuiste el único que comprobó lo contrario.--Aunque me tardé bastante. Debo reconocer que mi intención era tenerte para mi a como diera lugar; sin importarme que fueras la novia de uno de mis mejores amigos. —De cuando en cuando sonreía satisfecho de sus recuerdos.--Mario era un buen chico, simpático y muy agradable. Todos, hasta yo, estábamos seguros que terminaríamos casados.--Y seguramente así habría sido, pero yo me interpuse entre ustedes. En un principio por tus caderas, tus piernas y desde luego el resto, pero con el tiempo me encariñé. Culpa de cierto encanto en tu forma de ser. Y mira que no olvido que me tratabas con la punta del pie y gozabas burlándote de mis demostraciones amorosas. Me traías hecho un pendejo.--No te creía nada y no iba a permitir que me trajeras igual, por eso preferí dejar a Mario, no era....--No fue al único que dejaste —la interrumpió— o tal vez fueron ellos los que te dejaron. —Se levantó y comenzó a caminar lentamente entre los muebles.--Tú dijiste que no los necesitábamos y tuviste razón. –Añadió ella.--Entonces, ¿qué fue lo que nos faltó? —Preguntó preocupado.--Hay cosas que son inexplicables. —Constanza continuaba serena— ¿No piensas tomar tu café? Se está enfriando.--¡Y dale con el café! No quiero tomar café —se hizo un breve silencio—y yo que no sabía como decírtelo —reía nervioso— Esto es tan absurdo, si yo estuviera en tu lugar....--Habría ardido Troya. —Constanza seguía impasible.--Ambos sabemos que tú no eres capaz de hacer algo así. —Agregó vanidoso de saber el tipo de mujer que tenía.--¡Mario no opina lo mismo! —Dijo volviendo al sarcasmo— Aunque la última vez que nos vimos se portó como si nada hubiera pasado. No es rencoroso.Este último comentario sorprendió a Luciano. — ¿Lo has visto? ¿Por qué no me lo dijiste?--Creí que querías olvidarlo y pues, él no pregunto por ti y como aún no es definitivo que se quede como director de la agencia.--Insisto, te veo, te escucho y me parece que eres una extraña.--Siempre aseguraste conocerme mejor que nadie.--Y conozco tu cuerpo como se que ni tu propia madre lo conoce. Pero ahora me doy cuenta que hay cosas tan tuyas que ignoro. Yo estaba seguro que tu eras incapaz de ocultarme nada y jamás imagine que tomarás tan “civilizadamente” un hecho qué, de solo pensarlo debía ponerte los pelos de punta. Cómo debía pasarle a cualquier mujer.--Yo no soy como cualquier mujer. Eso también lo dijiste tú. Y la verdad nunca espere esto. Ya sabes como pienso, no hago a otros lo que no quiero que me hagan y mira que oportunidades he tenido.-- Pero tú… tú no. O es que Mario o ¡el imbécil de tu jefe!--Yo no dije nombres. —Constanza seguía degustando su café como si estuviera en medio de una charla con sus amigas. No. Con sus amigas no era un tempano de hielo. —Y ya quita esa cara Luciano, aquí la única que tendría derecho a reclamar soy yo.--Pero no lo harás ¿verdad? —Su tono era de desconsuelo. Se encaminó al bar que estaba en la esquina de la sala y se sirvió un tequila— y no sabes cómo lo siento. Ahora soy yo quien te pide que quites esa cara. Porque todo esto me da la razón. Lo nuestro no iba muy bien que digamos.-- Cómo pretextos pidas, yo misma te puedo facilitar algunos.-- Creo que lo más razonable es dejar bien clara la situación. —Trató de recuperar la poca ecuanimidad que le quedaba. —Hay gastos que desde luego yo…--No hace falta, con mi sueldo puedo perfectamente seguir sosteniendo la casa.--Déjame hacerlo, por todo lo que vivimos, por todo lo que dejaste. Por aquella noche que me hiciste comprender que eras mucho más que un cuerpo hermoso debajo de un vestido rojo.-- Que caso tiene seguir removiendo recuerdos. Lo que pasó es eso, pasado.-- Estas decidida a olvidarme. —Su voz denotaba desconcierto.--Seamos honestos, dudo mucho que tú ocupes tu tiempo en recordarme. Y yo…--Tú… ¿qué harás? –Preguntó Luciano intrigado.--Buscar otro empleo, estudiar la maestría o quizá me vaya de vacaciones. Tendré tiempo de sobra para pensar en ello.Luciano hizo como que no escuchó las múltiples opciones de Constanza.--Volviendo al dinero, no quiero que te preocupes por nada. Me ocuparé que nada te falte.--De sobra sabes que no lo permitiré. Mis gustos, mis vicios y lo demás me lo pago yo. Además no tienes porque hacerlo.--Pues si, pero…--Entre tu y yo nunca hubo un papel de por medio. En esta casa desde lavar los trastes hasta hacer el amor, era por puro gusto.--Cada vez que lo pienso me parece increíble, aún no sé como logré convencerte de vivir conmigo. Así por que sí. – Comentó él, recordando cuando se lo propuso.--No fue porque sí. Yo tenía un porqué. Sabes que de los dos yo siempre he sido una cursi irremediable. Y precisamente porque siendo tan diferentes los pronósticos nunca nos favorecieron, me decidí a jugármela y a pesar de todo, sigo creyendo que tomé una buena decisión.--Ni el consuelo del maldito papeleo nos quedó. Nada de citas en el juzgado, ni de que nuestros abogados se den con todo por nosotros.Constanza continúo en sus cinco, se levantó pues había terminado su café y se encaminó a la ventana. —Son más de las once… ya es tarde.--Y ya que estamos tan de buenas, no sé, quizá podríamos vernos alguna vez. Tenemos muchos amigos en común.--No te lo recomiendo. Tú comienzas una nueva vida, no creo que sea muy sano. —Seguía de pie junto a la ventana.--Gracias por el consejo —agregó Luciano de mala gana—Te quiero decir algo, tal vez no me creas, pero te aseguro que nunca te engañé, te doy mi palabra que…--Esas palabras son como primeros auxilios para tu conciencia. —Añadió Constanza con ironía.Luciano no pudo evitar sentirse agredido y se puso a la defensiva.--Ya lo sabías ¿verdad?--Detesto los detalles Luciano. Esto le pasa a más gente de lo que imaginamos.--Lo sé —detestaba admitir que tenía razón. Esto no era algo inusual. —De cualquier manera si necesitas algo, tienes mi celular y los números de la oficina.--Si yo fuera tú, cambiaría el número, Se trata de dejarlo todo atrás. –Agregó ella condescendiente.--¡No me digas que tu estas dispuesta a hacerlo!¬ —Preguntó esperando un no como respuesta.--No lo había pensando, pero es una buena idea. —Respondió agradecida.--¡Parece que tienes mucha prisa por perderme de vista!— Dijo esto en tono amargo y se preparó otro tequila.--Es más la tuya, puesto que la maleta que está detrás de ese sillón es la que tiene tus cosas. —Refutó sin perder el control.--Mentiste cuando dijiste que aún no comenzabas a olvidar.--En eso tú me llevas la delantera —Dijo Constanza bostezando. Se encaminó al sillón y se dejo caer cómodamente. La desesperación de él aumentó, no soportaba su pasividad.--Crees que no lo haré ¿verdad? ¡No soy un cobarde! ¡Tomé una decisión y la cumpliré! —A cada frase su alteración aumentaba, pero Constanza siguió recostada, sin inmutarse.--Eso no esta a discusión. Jamás te he subestimado. Al contrario aún contra ti mismo, siempre he valorado tus cualidades, que no me creyeras es cosa tuya, pero, duele admitir que un político tenía más credibilidad contigo que yo. —Mientras hablaba se puso de pie y fue por un tequila para ella.Luciano se apresuró a servirlo y en el manoteo por la copa, le tiró la bebida encima. Sin pensarlo trató de limpiarle la blusa con una servilleta y rozó su pecho. Por un segundo Constanza sintió su cuerpo reaccionar y estaba segura que él también sentía lo mismo. Quería pedirle que la desnudara, que la besara como hacía meses no lo hacía. Que hicieran el amor en medio de la sala, para qué perder tiempo en ir a la recámara. Incluso tomó su mano y estuvo a un segundo de llevarse sus dedos a la boca y chuparlos como sabía que le gustaba. Se contuvo. Retiró delicadamente su mano y se limpió ella misma.--Cinco años…. —Balbuceó Luciano, recordando sus encuentros furtivos cuando ella se convertía en una apasionada mujer capaz de llevarlo al cielo con una caricia o un beso. Se sentó sobre el silloncito.--…Y eso que nadie nos daba ni tres meses. —Constanza bebió de su tequila sin moverse de su lugar.--Y yo le doy en la madre a nuestro pacto. —Se llevó las manos a la cabeza y se quedó así un buen rato.--Tus motivos tendrás. —Añadió Constanza de lo más comprensiva.--¿Qué le dirás a tus padres? –Preguntó él con curiosidad.--Nada. Ellos lo dirán todo. Y si, tu y yo sabemos que no serán los únicos que se alegrarán. —Continúo, bostezando.--Te estoy desvelando. —Dijo apenado.--Al que se le hace tarde es a ti. —Agregó ella.--La verdad es qué yo creí que sería más rápido. Te lo diría, comenzarían los reproches y yo no tendría más remedio que salir corriendo por esa puerta. Todo en menos de quince minutos. Y mírate, cualquiera diría que te alegras.--Creo que llueve afuera. Te vas a mojar. Deberías ir por una gabardina o algo para cubrirte. –Añadió ella como si no lo hubiera escuchado.--¡Constanza por Dios! —Se puso de pie cómo impulsado por un resorte y la enfrentó. —Me voy para siempre y ¡a ti te vale madre!--Creo qué debo tener una sombrilla en alguna parte. —Añadió tratando de evadirlo. Pero Luciano la retuvo por los hombros y le gritó:--Es que ¿ya no me amas? —Constanza sintió su aliento a tequila, y lo vio fuera de sí.--Lo que yo siento no importa. —Dicho esto, la soltó y comenzó a caminar lentamente hasta donde estaba la maleta. Luciano sentía su cuerpo pesado, cansado. Sintió que eso era lo único que le quedaba por hacer. Jaló la maleta hasta la entrada y sin voltear se detuvo un segundo.--¡Claro que importa! ¡Yo necesito saber! —Le dijo dejando la maleta frente a la puerta de la casa. Regresó sobre sus pasos y la enfrentó de nuevo, dispuesto a obtener una respuesta a su pregunta.--¿Para qué? —Dijo ella un poco turbada. Sintió que había llegado demasiado lejos y tuvo miedo de lo que pudiera pasar. —Sólo me queda desearte buena suerte. –Concluyó recuperando la tranquilidad.--¡Te hice una pregunta Constanza! ¡Toda la maldita noche no has hecho otra cosa que hacer cómo que nada pasa¡ ¿Qué sientes por mi? ¿De verdad quieres que me largue? ¡Contesta!Constanza apunto de quebrarse, se contuvo y dijo con la poca ecuanimidad que le quedaba. –Si después de todo lo que ha pasado esta noche, decides salir por esa puerta yo… —Luciano, sin poder contenerse la besó como la primera vez y se sintió aliviado al sentir que ella le correspondía.No perdió tiempo y le hizo el amor a la mitad de la sala. Se desnudaron de prisa, como si el reloj los presionara, pero poco a poco se fueron dando cuenta que tenían toda la noche para ellos solos. Esa y muchas otras noches. Se tocaron, se probaron, se mordieron con desesperación. Y por un segundo, logró lo que hacía mucho no conseguía; perderse en sus hermosos ojos negros, que dejaron de verlo fríos e indiferentes. Lo qué si no obtuvo fueron respuestas, sólo besos y más besos. Se amaron hasta que amaneció y decidieron irse a la recámara para seguir haciendo el amor sin descanso.--¿Constanza, nunca dijiste “quédate”, por qué? —Silencio. Luciano decidió ya no hacer más preguntas. Por más qué trató ella nunca contestó.
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Comentarios

  • Ma. Fernanda.

    M e hiciste recordar, una que otra vez, cuando hice eso, buscar que mi pareja, se diera, cuanta que algo estaba pasando, en nuestra relación, cuando lleamos a la rutina del matrimonio, de vez en cuando hay que poner un poco de sal y pimienta, para que llegue el tiempo de la reflexion , que estamos haciendo???, y el final, magnifico....., como que es de la vida diaria, jajajaj, bueno en la mia, a veces....

    felicidades.
  • Ma. Fernanda, gracias por tu frescura, la acción del díalogo, permite que la mente recree la escena, dices lo necesario, no te pierdes en obviedades, tu estilo reuné las reglas clásicas: claro, concreto, sencillo . Tu redacción es muy buena, sin repeticiones ni cacofonías, y la forma de justificar el tema es una EXCELENTE ESTRATEGIA, de nuevo gracias y Muchas felicidades.
  • Una historia muy Emocionante,muy atractiva para leer!! =)
    Gracias por compartirlo y por recordarnos lo importante que es el seguir regando la plantita de la relación!
    Felicidades!.
  • Excelente cátedra de como debemos tratar a los hombres... jajaja, no es cierto. Hermosos todos ellos !!!
    Me pareció muy buena tu historia, me gustó mucho como se desarrolla y el carácter de cada uno de los personajes. No me podía despegar de la pantalla, ya me urgía llegar al final para saber que pasaba con ellos y no pude saltarme hasta que linea por linea llegué al final.
    MUCHAS FELICIDADES !!!!
  • Excelente!!!!!, sabes como mantener al lector interesado de principio a fín , felicidades a tí y a todas las compañeras escritoras, había un tesoro en ustedes y gracias a Memo es que se han descubierto verdaderos talentos

    Gracias a todos por estos buenos ratos
  • Hola María Fernanda! Te soy sincera, al principio me cansé un poco por el diálogo (será porque no estoy acostumbrada a leer diálogos tan extensos) pero recordé lo que Memo dice al principio sobre que el trabajo es material para un obra de teatro. Me costó un poquito no perderme entre un personaje y otro). A medida que fui leyendo me fui metiendo en la trama, fue intensa, agobiante, sabes mantener al lector en vilo. Me daban ganas de entrar yo en escena y decirle algo a cada uno. Me imaginé una escena, pero no de teatro, de cine. Que tal Gael García como Luciano. Gracias a tu buena descripción, me imaginé cada gota de la bebida derramada, me encantó esa parte. También me encató la frescura o mejor dicho la indiferencia inusual en nosotras las mujeres, que utilizó Constanza como arma para lograr una respuesta de Luciano. Estos dos son simplemente incorregibles. Gracias por compartirlo, saludos!
  • María Fernanda, buen texto, una historia muy actual, de lo que pasa cuando una cree que ya no pasa nada. Felicidades.
  • Hermosa historia. Definitivamente queda claro que cuando el amor entre una pareja es mutuo, no se requieren papeles para "unir". Que a veces la rutina es mala consejera, pero que es válido cambiar el refrán : " Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido" POR "Nadie sabe lo que tiene hasta que está a punto de perderlo".
    Además un claro ejemplo de lo que una mujer INTELIGENTE como Constanza puede lograr.

    FELICIDADES¡¡¡¡. En verdad me gustó.

    Un abrazo
  • María Fernanda,
    en efecto un tema muy recurrente, esto de la comunicación en la pareja. Felicidades por tu trabajo!
  • ME GUSTO MUCHO, ES ALGO REAL, UN EJEMPLO DE ALGUNAS COSAS COMUNES QUE SUCEDEN A VECES EN LAS PAREJAS PERO EL FINAL ES EL MEJOR !
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